Entrevista | Gloria Alarcón Diputada regional del Grupo Parlamentario Socialista

Gloria Alarcón, la madre de la ley de las monoparentales

La dirigente socialista se prepara para volver a la investigación universitaria, abandonando la primera línea política

Gloria Alarcón, en la Asamblea Regional.

Gloria Alarcón, en la Asamblea Regional. / Iván Urquízar

Jaime Ferrán

Jaime Ferrán

— Presidente, ¿tenemos la ley?

— Sí, la vamos a apoyar pero no sé si podré quedarme a la votación.

— Yo quiero tu voto.

Y en voz baja, continúa.

— ¿Sabes lo que va a hacer tu vicepresidenta?

— Pues no lo sé. No he hablado con ella de eso, pero imagino que votará que sí.

Al final, Fernando López Miras sí se quedó hasta el final e Isabel Franco votó ‘sí’ a la proposición de ley por la que se regula el reconocimiento de la familia monoparental en la Región, que defendió la diputada socialista Gloria Alarcón.

Se debatió el miércoles pasado porque reglamentariamente no se podía retrasar más. «Se habían cubierto todos los plazos», reconoce. «La vi peligrar momento tras momento» recuerda, pero al final obtuvo 44 votos a favor y solo un diputado de Vox se abstuvo. Ni se atrevió a votar en contra.

«Lo personal es político», afirmó en la tribuna mientras defendía la norma. Lo sabe bien, ya que es madre monoparental. «Tengo un hijo de treinta años. Me divorcié cuando tenía cuatro y medio y su padre solo me pagó la pensión durante poco más de un año», desvela. «Me daba rabia no reclamársela, pero no quería enturbiar su relación con nuestro hijo, que no era muy buena».

Profesora de universidad y con gran apoyo familiar (con hasta 27 primos), siempre supo que no era una persona «vulnerable, pero pensaba en cómo sacaría sola su hijo adelante una dependienta de El Corte Inglés, que entrara a trabajar por la mañana y saliera por la noche, que no contase con apoyos, como yo».

En esa mujer pensaba el miércoles pasado sobre la tribuna, antes de conseguir que el parlamento aprobar la primera y última ley con sello socialista de toda la legislatura. «Lo he hecho por mí, pero sobre todo por todas mis compañeras».

Se trataba, además, de la que «fácilmente» será su última comparecencia en la Asamblea Regional. Gloria Alarcón, que nunca dejó la universidad, donde ha seguido dando clase de Sistema Fiscal Español en el Grado de Economía y Hacienda Pública en el Grado de Ciencias Políticas, reconoce que en los últimos años ha abandonado la investigación, que hasta que entró en política había sido su forma de hacer activismo en favor del feminismo.

No es casualidad que defendiera esta nueva norma; crió sola a su hijo desde que tenía 4 años: "Lo personal es político"

«Hacer I+D+i a través de estudios de género y fiscalidad me hace más útil», considera.

También tendrá que ver que en los últimos años, desde la moción de censura fallida al presidente López Miras, el proyecto por el que entró en política se ha desvanecido. «Ha llegado a mis oídos que yo soy demasiado feminista. ¿Qué es demasiado? O lo eres o no», afirma. Le molesta porque, en el fondo, esa afirmación sobre ella es un «desprecio al feminismo» y, después de todo, tiene «la grandísima suerte de tener un sitio» del que, insiste, nunca se ha ido y en el que es «feliz».

Pero su activismo siempre ha ido mucho más allá que su despacho de profesora universitaria, al que entró nada más acabar la carrera. «Siempre he cuestionado la infrapresencia de las mujeres en las instituciones, pero no fue hasta finales de los noventa cuando comencé a ir a las manifestaciones del 8M y me di cuenta de que iba muy poca gente», señala. Para ella, «la debacle feminista se produce con la caída del PSOE del Gobierno regional en el 95». Al final, pasó a engrosar las filas del Fórum Político Feminista a nivel nacional y, años más tarde, se convirtió en la presidenta de la delegación murciana. «Fui cogiendo cuerpo dogmático y entendiendo que había que sacar el movimiento a la calle», apunta.

Tras este tiempo en la Asamblea, lamenta que «mucha gente» haya entendido que su militancia en el Partido Socialista «empañaba» su activismo. «Noté como si mis palabras estuvieran desprestigiadas desde que entré a formar parte de la Ejecutiva socialista, con Diego Conesa».

Precisamente, su paso adelante en la política llevó consigo que el Movimiento Feminista se resquebrajara en la Región de Murcia. «A Olvido Garrido le encantaba yo. Hemos pintado juntas muchas pancartas, pero cuando me nombraron vicesecretaria general del PSOE me echó las cruces», cuenta. En una asamblea del colectivo, movilizó a una mayoría suficiente de participantes para que vetaran a todo aquel que formara parte de partidos políticos y sindicatos. «Nos echaron físicamente de la reunión», recuerda. Por eso, ese 2018, hubo una manifestación convocada por la Asamblea Feminista (organización promovida por Alarcón) por la mañana y, por la tarde, hubo otra encabezada por el Movimiento Feminista (con Garrido).

Vuelve al la investigación, a centrarse en sus alumnos, pero da la sensación de que no va a desaparecer y seguirá dando de qué hablar. «No tengo miedo ni me da vergüenza nada. Vergüenza es robar y matar».

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