Entrevista | María Gómez-Lechón Misionera

"En África la Yihad quema las aldeas y mata a la gente, pero Occidente no es sensible a esto"

"Llevo veinte años en Mozambique y solo me vendré si llega un momento en que soy una carga"

La misionera Gómez-Lechón, este martes en la sede de Manos Unidas de Murcia.

La misionera Gómez-Lechón, este martes en la sede de Manos Unidas de Murcia. / Juan Carlos Caval

Ana Lucas

Ana Lucas

«Estamos en un barrio marginal de Nacala, donde llegamos en 2006 para crear una escuela primaria: no sabíamos dónde habíamos llegado». Así comienza su relato sobre su experiencia en Mozambique la misionera María Gómez-Lechón, religiosa valenciana que estos días se encuentra en Murcia para presentar la campaña Frenar la desigualdad está en tus manos, de Manos Unidas, y que recibió este martes a La Opinión.

La misionera Gómez-Lechón, este martes en la sede de Manos Unidas de Murcia.

La misionera Gómez-Lechón, este martes en la sede de Manos Unidas de Murcia. / Juan Carlos Caval

¿Cuál es el objetivo de la campaña Frenar la desigualdad está en tus manos? 

Es sensibilizar a los murcianos de la necesidad de la cooperación internacional que se hace a través de la Iglesia. El próximo domingo, las colectas que se hagan en las parroquias van a ir para estos proyectos. He venido desde Mozambique, que es donde estoy, para explicar cómo nos ayuda Manos Unidas.

Tras el terremoto de Turquía y Siria, que ha causado miles de muertes, ¿se activa la solidaridad de Occidente?

Nosotros hemos tenido emergencias, no voy a decir como esta, pero el año pasado tuvimos el ciclón Gombe. También tenemos la guerra en Cabo Delgado, con 800.000 desplazados y miles de muertos. Y ahí sí que ha actuado Manos Unidas: yo puedo dar fe. En Cabo Delgado hay guerra y terrorismo yihadista por los recursos naturales que hay allí.

¿Cree usted que son emergencias invisibilizadas?

En todos los lugares de África que hay recursos naturales hay conflicto, porque interesa que los pobladores salgan de ahí, para poder explotar. No solamente las multinacionales: los yihadistas son gente local que recibe dinero de países como Arabia Saudí. Aparte, el Gobierno no hace una gestión correcta y hay mucha corrupción. Los moradores, que son gente indefensa, son los que sufren las consecuencias, con una impotencia muy grande. Porque no tienen cómo defenderse. 

¿Cómo actúan estos terroristas en estas zonas de África? 

Los terroristas llegan a las aldeas, queman todo y matan a la gente. Los pobres que consiguen salir de esa situación llegan con absolutamente nada. En Occidente no son sensibles, porque no se habla lo suficiente. En España, muy poco.

¿Por qué cree que pasa eso?

Porque estamos centrados en nuestros problemas políticos y en cosas intrascendentes. Los programas de televisión hablan de la vida particular de gente que no son ni un modelo ni son nada. Realmente la vida está banalizada, a mí me escandaliza. Se vive priorizando cosas que son totalmente intrascendentes.

¿Considera que en España faltan valores?

Pienso que sí, basta sólo con ver los programas de televisión. La gente, ¿qué tiene en la cabeza? La realidad es que en otros sitios hay un sufrimiento terrible por sobrevivir.

¿Cómo se sobrevive en Mozambique?

No hay empleo, no hay industria, no hay nada, no circula dinero. A veces, para conseguir empleo, hay que pagar, es terrible. La gente no tiene cómo pagar los 10 euros anuales que supone una matrícula en la escuela. Y no hay plazas. Y el Gobierno, que recibe dinero de fuera, no soluciona esas situaciones. 

¿Y ustedes, las misioneras? 

Tenemos una casa, pero, cuando llegamos, no teníamos nada. Somos una comunidad de cinco hermanas, las Hijas de la Caridad, en total en todo el país habrá unas sesenta. Empezamos sin nada y ahora tenemos una escuela de Primaria, otra de Secundaria, jardines de infancia repartidos por el barrio... en total, atenderemos a 5.000 críos en toda la estructura que tenemos. Nos gustaría tener una atención personalizada: tenemos muchos huérfanos, y a las chicas, a partir de los 13 o 14, las entregan en matrimonio y dejan de estudiar. La manera de cambiarlo es la educación. 

De ahí la importancia de que la gente colabore...

Poco a poco. La matrícula en la Primaria, por ejemplo, son 2 euros anuales, pero ni eso tienen... 

¿Allí la gente vive sin dinero?

Si tienen un empleo, a lo mejor cobran 30 euros al mes. Lo que les puede salvar es que todos cultivan: mañiz, mandioca, calabaza, alubias... y cuatro cosas más. Caen enfermos, van al centro de salud y les exigen dinero. 

¿Tiene usted ganas de seguir en Mozambique o de cambiar?

Mientras tenga salud, voy a trabajar en Mozambique. Llevo veinte años allí, allí está mi familia, mi gente. Estoy aquí en la campaña y estoy pensando en las cosas de allí. Si llega un momento en que yo allí soy una carga, pues me vendré. Pero, mientras tanto, estaré en su proceso de desarrollo.

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