Entrevista | Gala Hernández Cineasta e investigadora

Gala Hernández, maneras de repensar el cine

‘La mécanique des fluides’ ha logrado este mes en el Stuttgarter Filmwinter su sexto reconocimiento internacional. Se trata de un cortometraje experimental que aborda la progresiva pérdida de la capacidad de diálogo con quienes no están de acuerdo con nosotros y lo que ella define como ‘soledades conectadas’

Gala Hernández, Importante de enero.

Gala Hernández, Importante de enero. / L.O.

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Dice Gala Hernández que era «casi inevitable que les saliera una hija así». Habla, claro, de ella y de sus padres, de Patricio Hernández, coordinador de Cultura en el Ayuntamiento de Cartagena, y de la psicoanalista y escritora Lola López Mondéjar. «Él es un cinéfilo empedernido. Me acuerdo mucho de cuando yo era niña e íbamos al cine y empalmábamos sesiones: salíamos de una sala y nos metíamos corriendo en la siguiente. Digamos que me contagió su amor por la gran pantalla. Y mi madre me enseñó a repensar el mundo por medio del lenguaje escrito, de la literatura y de los ensayos; a producir ideas, a investigar nuevas formas de contar y explicar las cosas. Creo que es obvio que lo que hoy soy es producto de la combinación de ambos», reconoce la cineasta.

Quienes hayan tenido la fortuna de ver su primer gran proyecto, La mécanique des fluides (2022), entenderán a qué se refiere. «Estudié en la ESCAC, en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña, y lo pasé bastante mal porque tenían una manera de enseñar el medio como muy basada en los códigos del cine narrativo comercial y yo enseguida me di cuenta de que eso no era lo mío», señala. «No es tanto que esa forma de proceder no me atraiga como que me veo incapaz de afrontarla –continúa la murciana–. No sé dirigir a un equipo de cien personas, no sé acogerme a un guion de hierro, no me siendo cómoda sin margen para la experimentación... Mi manera de pensar no es compatible con ese modelo; me cuesta imaginarme escribiendo un diálogo o un personaje de ficción», admite Gala, que asegura que solo intentó seguir los patrones clásicos del cine una vez y que fue «un desastre».

«A mí lo que me interesa es explorar la frontera entre el documental y la ficción; situarme ahí en medio y ver de qué forma puedo redefinir o jugar con los géneros, trabajar uno con las herramientas del otro, y viceversa», aclara. Ni siquiera sabe darle nombre a lo que hace –«¿‘Ensayo documental’? ¿‘No-ficción’? ¿‘Documental de creación’?»–, pero tiene claro que ese es el camino. Pues, si con 13 o 14 años ya le decía a sus padres que quería ser directora, no tenía muchos más cuando una clase de Andrés Duque le «reventó la cabeza». «Era una especie de optativa de apenas una semana sobre cine experimental y de vanguardia», recuerda la murciana, que ahí acabó de confirmar que quizá se equivocó eligiendo la ESCAC. «Fue un poco traumático... Salí de allí tan espantada que decidí abandonar la práctica del cine para centrarme en la investigación», explica. Pero, paradójicamente, aquel fue el primer paso para definir su propia identidad como directora.

Cursó el Máster en Estudios de Cine y Audiovisual Contemporáneos de la Pompeu Fabra, que cambió por completo su percepción de lo que era el cine y de lo que se podía hacer, y gracias a ello pudo continuar su formación en la Sorbona, en Francia. «Fui para un año, pero me acabé quedando, y enseguida empecé la tesis. Descubrí que existían planes de doctorado que combinaban la investigación con la creación, y eso era justo lo que yo quería», insiste. En concreto, la tesis de la murciana -que está haciendo en la Universidad de París 8, en Saint-Denis- gira en torno a la idea de la captura de pantalla como un medio en sí mismo, «como una nueva cámara con la que grabar los mundos virtuales», y sobre ella dio forma el año pasado a La mécanique des fluides, un cortometraje particularísimo que aborda la progresiva pérdida de nuestra capacidad de diálogo con quienes no están de acuerdo con nosotros y lo que ella define como ‘soledades conectadas’. Este concepto alude a cómo los algoritmos de Internet nos aíslan en burbujas altamente personalizadas (filter bubbles) que en el fondo lo único que hacen es darle la razón al usuario. «Y esto es algo tremendamente peligroso porque lleva a ciertas comunidades a radicalizarse. Piensa en un grupo de personas, unido por unas ideas muy concretas, y cuyos miembros se encierra en un foro en el que no hay voces discordantes: se retroalimentan entre ellos y, tarde o temprano, los discursos de odio se acaban reforzando», explica Gala, que en este caso ha centrado el foco sobre los llamados ‘incels’, abreviatura de la expresión inglesa ‘involuntarily celibate’ (‘celibato involuntario’): «Hombres heterosexuales con discursos muy misóginos que consideran que les hemos privado de acceso al ‘mercado sexual’ o del amor romántico. La frustración derivada de ese sentimiento de rechazo acaba transformándose en estos foros en agresividad, odio y violencia contra las mujeres», apunta.

La cuestión es que, lejos de tratarse de un producto de nicho –su autora reconoce que le gustaría presentarlo en círculos feministas, aunque todavía no ha tenido la oportunidad–, el corto está gozando de gran repercusión y reconocimiento internacional. Es más, hace dos semanas logró el que ya es su sexto galardón: el Expanded Media Award for Network Culture del Stuttgarter Filmwinter. Antes logró tres en el Festival Internacional de Cine Independiente de Burdeos (FIFIB), el premio ‘Tiempo de Historia’ de la Seminci de Valladolid y el de Mejor Documental Experimental del Doc. Berlin. Mientras, ella, aunque «agradecidísima», no acaba de asimilarlo: «Me sigue sorprendiendo que un proyecto así esté teniendo esta acogida, la verdad. Quizá haya subestimado la capacidad de la gente de entender este tipo de formatos; quizá no sea tan ‘raro’ como yo pensaba. Al final, estamos tan acostumbrados a vivir a través de las pantallas y de Internet que tal vez esta sea nuestra cotidianidad más inmediata. No sé..., seguramente me equivocaba, y me alegro, porque eso significa que en el cine todavía hay margen para la exploración».