Hoy es 20 de noviembre, aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco y, según la costumbre, puede que se celebren misas en su honor y que en determinados lugares se produzcan concentraciones que celebren aquella España negra. Aunque puede, tal vez, que con la nueva Ley de Memoria Democrática en vigor los nostálgicos del franquismo anden con más cuidado. Eso espera Florencio Dimas, delegado en la Region de la Asociación Archivo, Guerra y Exilio (AGE).
¿Va a ser un 20N distinto?
Es una buena pregunta. Para los demócratas es un test de credibilidad de la eficacia y de la firmeza de la Ley de Memoria Democrática y del Gobierno. Esta semana, en Madrid, en una iglesia hubo una misa dedicada a Franco, como reconoció el propio párroco. Se concentraron un centenar de personas con brazos en alto y vivas a Franco.
¿Qué le sugiere esta fecha?
El final de una dictadura que no acabó ese día, ya que duró varios años más. Hubo más de 200 víctimas en la Transición. Además, aunque acabó el régimen, la ideología no se extinguió y pervive todavía. Su impronta sigue presente en las instituciones, como en el ámbito judicial y en las Fuerzas Armadas (FF.AA.). En las unidades militares prevalece el relevo en la tradición. Eso explica por qué hoy hay gente joven que profesa la ideología franquista. Yo he escuchado cosas en cierta unidad militar de la Región que eran para haberlo denunciado, pero eso nos lleva al otro problema, la impunidad.
Usted mismo fue militar del Ejército del Aire. Hay pocos como usted, militares que defiendan la memoria histórica.
Somos una minoría muy minoritaria. El problema que hay en España es que la mirada retrospectiva a la II República y a la Guerra Civl no se ha resuelto. Por eso aquí son las izquierdas las que apadrinan ideológicamente la memoria histórica. En Europa la lideran las democracias. Hay partidos como PP y Vox que ni siquiera han condenado el franquismo y defienden sus símbolos, como vemos en Madrid.
¿Alguna vez sintió que le menospreciaban en el Ejército?
No. De hecho, me consideraban bien por mi trabajo. Yo siempre he respetado mucho la neutralidad de las FF.AA.
Pero no todos los militares lo hacen.
Todos los militares deberían ser demócratas; sin embargo, mil militares firmaron un documento de adhesión a la figura de Franco. Esta deriva no cambia porque no hay medidas correctoras. El presidente de la Fundación Francisco Franco ha sido el jefe de la Infantería de Marina de España. Yo he escuchado allí barbaridades sobre los sindicatos, los obreros o del Gobierno que tenemos ahora. No diré que esta actitud prevalezca, pero abunda.
¿Cómo empezó en esta lucha?
Mi abuelo, que era maestro de Primaria en Yecla, fue detenido y fusilado en Murcia junto al alcalde y otros miembros del Frente Popular. Yo creía que había muerto de tuberculosis. Es lo que me dijo mi familia, pero me terminé enterando y quise saber más. Al final, encontré el sumario. Le acusaron de «envenenar el alma de los niños con ideas disolventes». Ningún delito de sangre. En realidad, era muy moderado. Pertenecía a la congregación católica de la Adoración Nocturna, pero no le valió de nada. Acabó en una fosa común en Espinardo.
Como un panadero de Cartagena que acaban de identificar en Baleares. ¿Cuántos murcianos quedan en fosas?
No lo sabemos y nunca lo sabremos. En España hubo muchos campos de concentración durante el franquismo y no hacían listados. No hay censo central, ni siquiera de los procesados. Está todo por hacer. Hay un mapa de fosas en la Región y sabemos los muertos de la represión franquista, pero una parte muy importante de los sentenciados a penas de presidio hicieron lo que se llamaba ‘turismo penitenciario’; es decir, que iban rotando. Pasaban unas penalidades tremendas y muchos se quedaron en el camino.
¿Por qué no abunda la gente de derechas que asuma la memoria histórica?
Habría que plantearse si las personas de derechas que se resisten a la memoria histórica son demócratas. Los símbolos franquistas solo los defienden los franquistas.
Usted es murciano. ¿Qué piensa de la polémica del nombre de Juan de la Cierva y el aeropuerto?
Hay una carta de septiembre de 1936 en la que Juan de la Cierva da cuenta al general Mola de la compra de munición. Por mucho que el destripador de Londres hubiera inventado el autogiro, seguro que nunca pondrían su nombre a un aeropuerto. Fue agente de compra de los golpistas. Está demostrado.
Se están dando pasos para resignificar monumentos con la exhumación de Queipo de Llano y del propio Franco. ¿Por dónde habría que seguir?
Lo principal es normalizar la Historia escrita por historiadores solventes e incorporar como materia docente lo que significaron los movimientos sociales en la II República, así como la Guerra Civil y el franquismo. ¡La jornada de 8 horas, el salario mínimo y los pantanos no los inventó Franco! Por desgracia, es verdad que la Historia la escriben los vencedores, pero que 47 años después siga siendo así no tiene sentido.