Pediatras, investigadores medioambientales y organizaciones civiles se han unido para constituir la Alianza Global para Renaturalizar la Salud de la Infancia y la Adolescencia (GRSIA), que impulsará la prescripción de naturaleza para el autocuidado y la neutralidad de carbono en centros sanitarios y educativos. Así lo han puesto de manifiesto los firmantes del acuerdo formalizado este miércoles en la sede de la Asociación Española de Pediatría (AEP) de Madrid, entre los cuales figura el pediatra ambiental de la Arrixaca Juan Antonio Ortega, que ha participado en el encuentro.

En la constitución de esta coalición pediátrica verde han participado profesionales de la Red Nacional de Unidades Clínicas de Salud Medioambiental Pediátricas IMIB-Arrixaca.

El colectivo de profesionales sanitarios ha alertado de que la mayoría de los jóvenes pasan cada vez más tiempo en espacios cerrados y con un creciente déficit de contacto con la naturaleza.

Para invertir esta tendencia, la alianza GRSIA se constituye como laboratorio de ideas con el fin de fortalecer espacios de diálogo y debate científico para «enraizar la salud de los jóvenes con la salud del planeta» y desarrollar nuevos perfiles profesionales, como empleos verdes y unidades clínicas de salud medioambiental pediátrica en los centros de salud.

El pediatra ambiental y coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la AEP, el murciano Juan Antonio Ortega, ha subrayado la necesidad de «prescribir naturaleza y llevarla a las consultas», un tratamiento que «debe estar al mismo nivel que los otros tipos de prescripción».

Al igual que con las recetas basadas en medicamentos, los pediatras ambientales indicarán «la frecuencia y duración de su tratamiento» y además, «cada centro de salud tendrá identificados los espacios verdes más cercanos» que ayudarán a los pacientes a beneficiarse de los servicios ecosistémicos que brinda la naturaleza a la salud humana.

Los datos recopilados por la AEP indican que «el 75 % de los escolares españoles pasan menos de una hora al día en contacto con medios naturalizados», un dato que palidece al lado del tiempo que pasaron sus padres en entornos verdes cuando eran estudiantes, cuando ese porcentaje era sólo del 25%. Además, aunque la conexión natural «disminuye con la edad de forma constante entre los 7 a los 17», las niñas desarrollan un vínculo más duradero y constante con los espacios naturales, algo que según Ortega «no está reflejado en la COP27» que se está desarrollando en Sharm el Sheij (Egipto).