Es de sobra conocido el peso del sector agroalimentario en la balanza comercial de la Región de Murcia. Sobre él recae el grueso de nuestra exportación, con un incuestionable poder de penetración en todos los mercados de Europa gracias a la calidad de sus productos. Esto ha hecho que, a lo largo de la historia, se identifique a Murcia como una región con el sello de la excelencia. 

La actividad de las empresas del sector y los miles de puestos de trabajo creados por ellas no se pueden poner en riesgo por la incertidumbre que rodea siempre la disponibilidad de recursos hídricos. La cuenca del Segura es deficitaria y requiere y requerirá en el futuro aportaciones externas para garantizar el abastecimiento del regadío, y también el consumo humano. Sin desdeñar la aportación de las plantas desalinizadoras, recortar paulatinamente las aportaciones del trasvase Tajo-Segura es poner en jaque esas garantías. 

Durante más de cuatro décadas ha sido una infraestructura fundamental para el desarrollo socioeconómico del sureste español, ya que el agua del trasvase desde el Tajo suministra el recurso complementario necesario para el riego de 147.000 hectáreas en las provincias de Murcia, Alicante y Almería. De esa agua se benefician 80.000 regantes, sus familias y todos aquellos que trabajan en esa amplia área geográfica. Un agua, la que llega del trasvase, y esto siempre hay que recordarlo, que está muy bien pagada y es la excedentaria de la cuenca de origen, es decir, la que no es necesaria para cubrir las demandas del Tajo, incluidas las medioambientales.

El agua es un bien común, no tiene etiquetas. Los ríos no son propiedad de los territorios por los que circulan. El principio de equilibrio y solidaridad que debería primar en el Estado de las Autonomías tendría que aplicarse a la hora de suministrar recursos a la España seca. Lamentablemente seca en este tiempo de lluvias cada vez más escasas. Pero el agua es desde hace muchos años un argumento más para la disputa política. Se ha politizado ese bien común y hasta que se aplique de manera real y efectiva un gran Plan Hidrológico Nacional que acabe con estos desequilibrios seguiremos reviviendo los mismos problemas y exigiendo soluciones. 

Por eso, desde las organizaciones empresariales, decimos alto y claro a la clase política «basta ya» y les pedimos que se pongan a trabajar en beneficio de todos.