La Opinión siempre ha prestado particular atención a la cultura, desde que su primer número apareciera en quioscos allá por el año 1988. Por eso, tras más de tres décadas de ejemplares diarios, tenemos claro que algo especial pasa en Molina; que de sus tierras, de sus entrañas, emana algo que los vecinos llaman ‘radioescribidad’ y que despierta en quienes allí crecen -en algunos elegidos- un irrefrenable impulso literario. Así que no podíamos haber encontrado mejor espacio que el Teatro Villa, corazón de la cultura molinense, para celebrar la primera edición de los Premios El Meteorito, nacidos al cobijo del suplemento semanal del que toman su nombre.

La ceremonia tuvo lugar este jueves, y contó entre el público con algunas de las figuras más destacadas de nuestra literatura. Pero, sobre todo, con una nómina de diez autores o proyectos que este año han merecido el reconocimiento de esta cabecera y del Ayuntamiento de Molina, coorganizador del evento. Empezando por Francisco Marín, en representación, como su presidente que es, del Gremio de Editores, que reúne a una veintena de sellos que han sido imprescindibles para preservar la buena salud de nuestra prosa y verso. Recogió el galardón de manos de Juan José Lara, director de la Biblioteca Regional, y aprovechó para «llamar la atención a los responsables de velar por el patrimonio cultural de esta Región, que no solo es físico, sino también intelectual, y los libros son parte de ello».

Tras él llegó el turno de uno de los grandes nombres propios de las letras murcianas, especialmente desde que el pasado año se destapara como una de las tres cabezas tras el seudónimo Carmen Mola, merecedor del Premio Planeta 2021 por La bestia. El lorquino Agustín Martínez quiso excusar su ausencia por medio de un clip de vídeo: «Uno de los problemas de haber dejado atrás el anonimato es que ahora tengo un montón de obligaciones, pero la parte positiva es que, de no haberlo hecho, no estaría recibiendo este premio», bromeó el también guionista, que estuvo representado por su hermano Francisco Martínez, compañero de Onda Regional.

La Opinión y el Ayuntamiento de Molina también quisieron reivindicar a una de las autoras más prolíficas de la Región, Marisa López Soria, que reconoció haber envidiado siempre a aquellos molinenses tocados por el polvo del meteorito que en 1958 cayó sobre Molina y que no solo da nombre a este suplemento y a estos premios: también es el origen de la citada ‘radioescribidad’. «Pero hoy, finalmente, estoy aquí -apuntó-, y seguro que algo me llevo».

En su discurso quiso subrayar la importancia de la literatura infantil, de la que es una referencia a nivel nacional: «Cualquier estudio de literatura comparada puede demostrar que tiene las mismas estructuras organizativas, procedimientos lingüísticos y deseos poéticos» que la literatura ‘para adultos’; una categoría en la que podría englobarse la producción de Miguel Sánchez Robles, escritor multipremiado que también recibió una de estas distinciones, en este caso por su última novela, Te llamaré Tristeza. «No conozco otra función para la escritura que no sea la de entregar una verdad a quienes nos van a sobrevivir», aseguró el caravequeño, que también defendió este arte como un escudo «contra la estupidez y el vacío».

Por su parte, Lola López Mondejar quiso recordar sus inicios en La Opinión, «hace ya más de treinta años». «Sin ellos, nunca me hubiera atrevido a autorizarme, a legitimarme como mujer que piensa, como mujer que escribe», reconoció. Gracias a ello, la escritora y psicoanalista ha publicado uno de los ensayos del año, Invulnerables e invertebrados. Mientras, Manuel Moyano, como responsable de La frontera interior (Premio Eurostars Hotels 2021 de narrativa de viajes), quiso celebrar con los presentes el éxito de este último trabajo: «La felicidad que yo sentí haciendo esta travesía por Sierra Morena y plasmándola sobre el papel se transmitió de alguna manera a los lectores, y eso me hace sentirme doblemente contento».

Pero anoche no solo se reconoció la escritura, también el fomento de la lectura. Y en eso, una pieza capital -por lo menos en Lorca- es la librería Futuro Imperfecto. Uno de sus propietarios, José Miguel Palazón, ‘Roger’, fue el encargado de recoger el premio y de convencer a los asistentes de que «al final había algo de cordura» en la decisión que tomó hace ya algo más de tres años de dejar Madrid junto a su socia Verónica -ambos ingenieros «colocados»- para hacerle la guerra a Amazon desde su pequeño rincón en la calle Almirante Aguilar.

El siguiente en pasar por el escenario fue José Molina Gómez, decano de la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia, que aprovechó este reconocimiento -en torno a su obra La memoria de las sirenas- para hacer algo que nunca había hecho: referirse a sí mismo, además de como historiador, como escritor; o, a, al menos, hacer el amago. «Jamás me animé otorgarme semejante nombre, pero hoy quizá lo haga (si consigo despojarme del síndrome del impostor)», señaló entre risas. Es lo que tiene el polvo del meteorito…

Los dos últimos premios de la noche tuvieron a la poesía como protagonista. El primero sirvió de homenaje a Eliodoro Puche, al reconocer la mastodóntica labor de las editoriales Alfaqueque y Gollarín de reunir las obras completas del añorado autor lorquino. «Las últimas generaciones tenían un conocimiento fragmentario de su obra -apuntó el coordinador de El Meteorito, Ángel Montiel-, Pero estos dos tomos han venido a remediarlo».

Todas las imágenes que dejó la gala de premios

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Gala de entrega de los Premios El Meteorito en Molina de Segura Juan Carlos Caval

Recogieron el premio el editor, Fernando Fernández Villa, y los introductores Pedro Guerrero y Juan Antonio Fernández, para quien este proyecto «dignifica y exalta» la memoria del escritor. Además, reclamó: «Que este premio sea la primera piedra para incorporar los poemas y la prosa de Eliodoro en los centros educativos de la Región». Y como broche final, la intervención de la eterna Dionisia García, reconocida por una excelsa trayectoria poética. «A pesar de mi alta edad, sigo escribiendo y sigo leyendo. Porque no somos eternos, no tenemos que acumular bienes, sino saberes».

El acto lo cerró, como no podía ser de otra forma, el alcalde de Molina, Eliseo García Cantó, que recordó como fue la escritora Marta Zafrilla quien, hace ya algunos años, asoció la caída de aquel meteorito a la proliferación de autores en el municipio. «¿Quién nos iba a decir que tanto tiempo después estaríamos aquí, en esta gala?», apuntó. Pero es que, tal y como señaló el regidor, «el auge literario de Molina no ha sido una ráfaga de vientos pasajeros, sino una brisa constante que se renueva, que sigue viva», y que poco a poco parece haber ido alcanzando a otras ciudades de la Región. Esta gala, estos premios, demuestran que, efectivamente, así ha sido: que el polvo del meteorito sigue en el aire y que la ‘radioescribidad’ amenaza con seguir dotando a los lectores de fantásticos textos literarios (y a nosotros, de seguir contándolo y reconociéndolo con estos premios).