Al comienzo del mes de julio de 2021, se hacía público que el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Murcia echaba el cerrojazo por obras y que sus internos serían llevados a la vecina Comunidad Valenciana mientras durasen los trabajos, que tendrían una duración de unos cuatro o seis meses. Ha pasado más de un año y el centro emplazado en Sangonera continúa cerrado. No obstante, las obras están terminadas: solo falta que el constructor las entregue y se levante acta de la recepción de las mismas, informan desde la Delegación del Gobierno en Murcia, organismo que, de momento, no puede concretar cuándo reabrirá el CIE, aunque calcula que será pronto. 

Cuando arrancaron las obras que ya han terminado, fuentes policiales y judiciales explicaron que lo que iba a hacerse era llevar a cabo «mejoras de seguridad». Pero también mejoras de humanidad. La fiscal delegada de Extranjería, Silvia Benito, detalla en un informe que, por ejemplo, el fin de los trabajos es lograr «ventilación en las habitaciones, supresión de las placas metálicas que cubren las aberturas y sustitución de un moderno modelo con barrotes integrados, que permita a la vez mantener la salubridad de las dependencias y la necesaria seguridad del centro, dotando además a las celdas de aseos en el interior de éstas».

Más mejoras que beneficien a quienes se vean obligados a vivir allí durante máximo dos meses: «Se va a crear un salón para la noche, de forma que, tras la cena, los internos no tengan que ir a sus habitaciones, sino que puedan estar antes de ello en un salón con los demás», apunta Benito.

Instalarán una zona para videoconferencias y se permitirá que el interno y quien vaya a visitarlo puedan darse la mano

En la misma línea, concreta que «se va a colocar una zona de rezo en una habitación aparte y lavandería». La zona para rezar es importante: muchos de los llegados profesan la religión musulmana, que contempla que han de orar cinco veces al día mirando hacia la Kaaba, en la gran mezquita de La Meca. 

Más contacto personal

Además, «se va a abrir la zona de visitas para permitir el contacto personal de las manos entre el interno y el visitante», manifiesta la fiscal delegada. También para mejorar la comunicación entre los extranjeros y sus allegados, se instalará una zona para hacer videoconferencias.

Por otra parte, se instalará la apertura automática de las puertas de cada una de las celdas.

Organizaciones humanitarias denunciaron, cuando estalló la pandemia de coronavirus, que el centro de Sangonera contaba con unas «instalaciones deplorables y viejas» en las cuales los internos se hallaban hacinados, con el riesgo para su salud que estar ahí conllevaba. En abril de 2020, el centro liberó a todo el mundo y cerró.

Se suprimen las placas metálicas que cubren las ventanas y se cambian por un moderno modelo con barrotes integrados

Cabe recordar que, por ley, el periodo máximo de encierro que permite la ley en estos centros son sesenta días, al término de los cuales, si no ha habido deportación, la Policía Nacional los libera. En estos momentos no hay deportaciones: tanto Argelia como Marruecos tienen las fronteras cerradas y no se le puede ‘devolver’ a nadie que haya llegado de forma irregular a España. Por eso, los inmigrantes quedan libres: no se les acusa de delito alguno, solo de la entrega irregular al territorio nacional.

136 internos en 2021

En 2021, según los datos que maneja la Fiscalía, el número total de internos del CIE fue de 136, de los cuales 33 ingresaron por orden judicial y el resto fueron hombres llegados en patera al litoral de la Región. En cuanto a las expulsiones, se produjeron 42: 16 expulsiones y 26 devoluciones. La duración media de los internamientos es de 35,73 días en Murcia, según el ‘Informe CIE 2021’, elaborado por el Servicio Jesuita a Migrantes y difundido por la oenegé Convivir Sin Racismo, la que más visitas realiza a los extranjeros en Sangonera: nueve en 2021, antes de que cerrase sus puertas. Desde las organizaciones humanitarias han reclamado siempre el cierre definitivo de este tipo de instalaciones, que consideran inhumanas.

Una docena de agresiones

Antes de cerrar por obras en julio de 2021, en el CIE de Murcia se produjeron una docena de episodios violentos: agresiones entre los propios internos y tentativa de agresiones por parte de los extranjeros hacia los policías nacionales que se encargan de custodiar el centro (el Cuerpo Nacional de Policía tiene las competencias exclusivas en Extranjería). 

Policías nacionales toman el CIE de Sangonera durante el motín que se produjo en 2016. MYRIAMRUIZFOTOGRAFA

En concreto, según refleja la Fiscalía, el año pasado en el centro de Sangonera tuvo lugar una tentativa de suicidio: un interno intentó quitarse la vida. Afortunadamente, se lo impidieron y no llegó a sufrir heridas. Desde la intentona, fue atendido por el servicio médico. 

Asimismo, constan siete episodios catalogados como desobediencia leve de internos, esto es, extranjeros que en un momento dado arremetieron contra los funcionarios. La totalidad de los casos se resolvió «mediante el diálogo, sin ser necesario el uso de la fuerza», celebra la fiscal.

En cuanto a huelgas de hambre, se produjeron tres, las cuales tuvieron «una duración de entre tres y cinco días» cada una. En todos los casos, las personas que las realizaron acabaron la protesta de forma voluntaria. «El resto han sido meras negativas a desayunar o a comer un día», precisa el informe del Ministerio Público.

Lejos de los motines de antaño

Respecto a las agresiones entre los propios inquilinos del centro de Sangonera, se contabilizaron en 2021 cinco casos. Únicamente en uno de ellos «los internos necesitaron de una primera cura por los servicios médicos de este centro, debido a las lesiones leves que se produjeron».

Hace un lustro, una treintena de internos consiguieron escaparse del CIE de Murcia, tras protagonizar un motín con palos en el que dejaban policías heridos. Pasó lo mismo en otoño de 2016, entonces con nueve agentes lesionados, algunos de ellos golpeados con barras de hierro. Eran tiempos en los que el CIE se veía desbordado cada vez que llegaban pateras al litoral de la Región.