La memoria colectiva de una sociedad se basa en el legado que se transmite de generación en generación. Esta herencia intergeneracional actúa como un pegamento, un eje vertebrador que dota de sentido de pertenencia a las costumbres colectivas de los pueblos. Sus integrantes tienen el deber de rememorarlas y cuidarlas si desean guardar una hoja de ruta que permita desandar el camino que los lleva hasta sus raíces y poder explicar así su presente.

El patrimonio histórico de la Región de Murcia, la herencia cultural propia de nuestro pasado, es un bien identitario que se ha mantenido hasta la actualidad y que debemos tratar de conservar para las futuras generaciones. Los diferentes elementos patrimoniales, ya sean naturales, inmuebles o muebles, conforman el paisaje cultural de nuestra Región, rica en legados de diversas épocas históricas.

«El estado de conservación de los molinos de viento es lamentable», afirma Enrique de Andrés

La inversión en el cuidado y conservación de este patrimonio cultural es un hecho fundamental que distingue a las sociedades avanzadas, capaces de destinar un amplio porcentaje de sus presupuestos públicos en tareas de prevención, mantenimiento y restauración. La Región de Murcia se encuentra a la cola de España en financiación y saneamiento de cuentas públicas, pero la inversión en este patrimonio es una necesidad que, de ser postergada, sólo puede deparar en un mayor coste posterior para tratar de recuperar un legado que, de caer en el olvido, sin un adecuado plan de conservación, jamás podrá ser recuperado.

La Dirección General de Patrimonio Cultural es la encargada de velar por la prevención, conservación y restauración de este patrimonio pero su valor se mira bajo la lupa de un rédito económico, un atractivo turístico o una adaptación a un nuevo uso que, en ocasiones, no existe.

Noria de los Acebuches tras el incendio del pasado sábado en la Algaida. L.O.

El patrimonio industrial de la zona de la Sierra Minera de La Unión es un gran ejemplo de legado histórico conservado de forma deficiente. Los más de 300 conjuntos mineros repartidos por La Unión, Cartagena y Mazarrón se encuentran en un estado de completo abandono, con un cuidado de infraestructuras nulo. No existe un inventario de los muchos monumentos mineros que han desaparecido en los últimos años; estos caen por la acción de los agentes atmosféricos, abandonados a su suerte desde que las minas dejaron de ser explotadas en los 80.

La única intervención sobre sus infraestructuras en los últimos 20 años fue la realizada sobre la Mina las Matildes, con la restauración de su caja de máquinas, que ahora sirve como un espacio único en la Región para acercarse de forma didáctica y amena a las huellas que la minería dejó sobre el paisaje de la Sierra Minera.

«Necesitamos poner en valor los elementos diferenciadores de nuestro patrimonio», dice José Chacón

En la actualidad se prevén tres nuevas intervenciones sobre este patrimonio minero que data, en su gran mayoría, del último tercio del siglo XIX. En este momento van a coincidir tres intervenciones pero, José Manuel Chacón, arquitecto responsable de estas restauraciones, asegura que «son puntuales, porque las infraestructuras requieren de una actuación urgente para su supervivencia, pero la realidad es que su conservación y puesta en valor está siendo muy lenta; si no empezamos a actuar ya, la perderemos», asegura, y añade que «hace falta más financiación e intervención. Tenemos un patrimonio magnífico, con atributos suficientes para ser declarado como patrimonio de la humanidad por la UNESCO, pero este patrimonio necesita que se tome en serio, poniendo en valor los elementos diferenciadores que lo hacen único sobre los conjuntos mineros de otras comunidades y regiones del país».

Chimenea con corvatura de la Mina El Camarón en el Gorguel, La Unión. Loyola Pérez

Molinos de viento

El patrimonio agrícola de la Región de Murcia es otro legado cultural que se encuentra en una situación parecida a la de la Sierra Minera de La Unión. Más del 90 % de los molinos de viento que durante siglos han dotado de sentido a una forma de vida y trabajo en el campo de Cartagena y alrededores agonizan ahora en manos privadas, sin incentivos ni ayudas públicas para su recuperación y conservación. En la actualidad se mantienen 220 molinos de viento, alrededor del 80 % de ellos ubicados en el campo de Cartagena, donde el panorama es desolador. Casi la totalidad se encuentran abandonados, algunos solo mantienen en pie unas cuantas piedras de la base.

La mayoría de estos molinos datan de mitad del siglo XIX. Aunque algunos de ellos ya existían en el siglo XVI como molinos de aspas –los de Don Quijote, vaya–, todos fueron transformados en molinos de vela latina con la llegada de la revolución industrial, un sistema que otorgaba al molino mayor capacidad de producción que las aspas. La vela latina es la gran peculiaridad que los molinos de viento de la Región atesoran frente a los presentes en el resto del mundo, un sistema de palos en que se arbolan las velas. Su diseño permite jugar con el número de aspas presentes, regular la cantidad de vela que se suelta y rotar la base del molino en busca de la dirección del viento.

Estos molinos eólicos, declarados Bien de Interés Cultural desde 1986, comenzaron su ocaso a mitad del siglo XX, con la llegada de la electricidad al campo. En 2019, la Consejería de Cultura encargó un Plan Director sobre el estado de los molinos de viento presentes en la Región de Murcia, así como un plan de actuación.

Enrique de Andrés, uno de los arquitectos que firmaron el informe, lamenta la deteriorada situación actual del patrimonio agrícola. «El estado de conservación de los molinos es lamentable. Algunos de ellos han sido intervenidos por la administración pero, después de restaurarlos ni los mantienen ni los conservan, por lo que a los 4 o 5 años vuelven a estar en la misma situación de deterioro», explica. «Los molinos, más que de financiación, necesitan de voluntad. Voluntad de buscar el dinero necesario. En el Plan Director tratamos de vincular el espacio de los molinos a todas las actuaciones necesarias sobre la cuenca del Mar Menor; los molinos podrían ser un reclamo paisajístico, un símbolo de la recuperación de la agricultura tradicional y la conservación de nuestro patrimonio».

Norias en la huerta

El patrimonio hidráulico presente en la Región de Murcia es seguramente su seña de identidad más característica. La prodigiosa red de regadío e infraestructuras hídricas que los árabes comenzaron a tejer en la llanura fluvial del Segura en el siglo X, es hoy una red integral que conecta toda la comarca natural de la Huerta de Murcia en un sistema jerarquizado de acequias y azarbes.

Las norias son, seguramente, las infraestructuras más representativas dentro del múltiple patrimonio que compone la red hídrica de la Región. Su estado no es tan preocupante como el de molinos y minas pero, en general, tanto las norias como sus entornos, se encuentran en un estado de conservación bastante deficiente. Las diversas comunidades de regantes han sido siempre las encargadas del mantenimiento de las norias, pero el entubamiento de muchos cauces de riego, junto al abandono de la agricultura tradicional, han derivado en el desuso de estas infraestructuras y la dejadez en su cuidado.

El pasado 13 de agosto, la Noria de los Acebuches, localizada en la pedanía archenera de la Algaida, declarada Patrimonio de la Huerta, quedó destruida por cinco incendios simultáneos en varios cañaverales de las riberas del río Segura. José Antonio Micol, presidente de Huerta Viva, declara que «esta noria estaba restaurada pero el problema fue la limpieza de su cauce. El entorno de la acequia no estaba acondicionado, por lo que existe el riesgo de que sucedan estas cosas», explica. «La solución para que no se repitan estos fuegos pasa por la plantación de arbolado autóctono en las riberas de las acequias. Al no existir arboleda natural, la caña prolifera sin control. Hace un tiempo pedimos a CHS que plantara arbolado para que haga sombra a las cañas, para que actúe como cortafuegos, pero no nos han hecho mucho caso».

El Museo Minero de La Unión abrirá sus puertas en diciembre

El nuevo Museo Minero de la Unión abrirá sus puertas en diciembre.El recinto del museo, un Liceo obrero de principios del siglo XX reformado, espera finalizar sus obras a finales de septiembre, con lo que se dará paso a la fase de museografía, la última fase previa a la apertura definitiva de sus puertas. Este museo es una clara apuesta por poner en valor el patrimonio industrial relacionado con la Sierra Minera de La Unión. El arquitecto a cargo de la restauración, José Manuel Chacón, explica que «en el Museo se contará toda la historia de la minería de La Unión. El visitante tendrá la sensación de estar bajando a una mina cuando entre; además, aquí se podrá ver el único malacate conservado en el mundo». a.z.m.