Más allá del mantenimiento que nuestra propia vivienda pueda requerir, las propias comunidades de vecinos también necesitan de unos cuidados dirigidos a garantizar el buen funcionamiento de las instalaciones y evitar así su deterioro, algo que a largo plazo acabará agradeciendo nuestro bolsillo. Los servicios de limpieza se han convertido en una obligación prácticamente en cualquier comunidad, sin olvidar que para ello sea aconsejable recurrir a profesionales del sector, siempre bajo la supervisión y gestión del administrador de la comunidad de vecinos y la consiguiente aprobación en junta.

Estos trabajos de mantenimiento se catalogan en preventivos y correctivos, siendo los más comunes el mantenimiento de las zonas verdes y jardines, tareas que deben ser llevadas a cabo por un jardinero profesional; la limpieza de las zonas comunes (escaleras, pasillos, puertas, etc.); el mantenimiento del ascensor, como mínimo una vez al mes; la revisión de los grupos de presión, puertas de garaje y placas solares, si las hubiese;la pintura de las fachadas;la prevención para el control de plagas; y las desinfecciones covid, muy demandadas a raíz de la crisis sanitaria.

La periodicidad del mantenimiento de las instalaciones será definida por cada comunidad de vecinos, siendo habitual una limpieza de zonas comunes dos veces por semana, y la revisión de ascensores y motores al menos una vez al mes, aunque esto quedará a juicio de los técnicos especialistas. El cuidado de nuestra comunidad se traduce directamente en una mejora de nuestras condiciones de vida.

Cabe mencionar los trabajos de rehabilitación, ya sea esta estructura o energética, que cada vivienda y comunidad necesita. En este sentido, arquitectos, aparejadores y otros profesionales del sector se encargan de resolver los problemas y cuestiones que van surgiendo. Todo sea por mantener cuidado nuestro hogar.