El Mediterráneo registra a mediados de julio una temperatura superficial similar a la del Caribe, que hace temer lluvias torrenciales en otoño e incluso la prolongación de las precipitaciones durante un perido más largo. En la Región el agua llega a alcanzar los 28 grados centígrados en La Manga, tres por encima de lo que sería habitual en estas fechas del verano, y por ahora no se espera que en las próximas semanas vayan a producirse cambios significativos, según las previsiones de meteorólogo del observatorio de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) Luis Bañón.

De momento, julio se ha caracterizado este año por la sucesión de «noches tórridas», en las que los termómetros están por encima de los 20 grados centígrados, cuando en el mismo mes de 2015, que el experto de Aemet considera el más significativo hasta ahora, se registraron cinco.

Reconoce que la elevada temperatura del agua es uno de los factores que contribuyen al desarrollo de la DANA al llegar el otoño, porque el vapor que se produce «es el combustible» que desencadena las precipitaciones cuando llega una borrasca al Mediterráneo, pero asegura que esta situación no tiene por qué mantenerse a lo largo del verano y puede cambiar en función de los vientos que vayan llegando.

Las mínimas nocturnas han estado por encima de los 20 grados todos los días de este mes, según la Aemet

Luis Bañón asegura que los termómetros han superado los 20 grados centígrados todas las noches en lo que llevamos del mes de julio, por lo que puede hablarse de «noches tórridas», que se mantendrán durante la próxima semana.

Cinco noches en 2015

Destacó que esta anomalía no se había registrado de una forma tan continuada ni siquiera en el mes de julio de 2015, que el experto de Aemet considera el más significativo hasta ahora, «con cinco noches tórridas».

Hasta ahora se hablaba de ‘noches tropicales cuando los termómetros no bajaban de los 20 grados centígrados, mientras que habla de ‘noches tórridas’ cuando rondan los 25.

Precisó que la boya de la red de medición de los Puertos del Estado situada en Cabo de Palos registra 27,6 grados en mar abierto, cuando debería estar en torno a los 24 o los 25.

En La Manga las aguas del Mediterráneo alcanzan los 28 grados.

El meteorólogo Luis Bañón no descarta que un cambio del régimen de vientos pueda enfriar el Mediterráneo

Desde el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante se percibe que la tropicalización del mar se intensifica, lo que aboca a una prolongación del calendario de lluvias torrenciales más allá del otoño. Los eventos pluviométricos extremos se están ampliando hasta invierno o primavera.

Las tormentas o precipitaciones explosivas, en las que caen hasta entre veinte y cincuenta litros por metro cuadrado en el intervalo de una hora son más frecuentes. Un fenómeno que estudia Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico en la Universidad de Alicante.

«Es una realidad a la que hay que adaptarse», advierte Samuel Biener, experto en ordenación del territorio y riesgos naturales en el mismo departamento que dirige Olcina.

Las anomalías positivas máximas suelen alcanzarse en agosto o incluso principios de septiembre, pero la concatenación de períodos de elevado calor, los vientos débiles y la notable insolación desde que empezara el verano han adelantado en semanas esos valores. La situación, lejos de remitir como advierte Biener, incluso podría agudizarse. «Salvo un episodio de inestabilidad, poniente o de vientos más intensos que provoquen que el agua se remueva o que sea reemplazada por masas más frías procedentes del fondo, todavía hay margen para subir un poco más», alertan.

La boya que Puertos del Estado tiene en aguas de Cabo de Palos marca 27,6 grados centígrados y La Manga llega a 28º

En cualquier caso, Biener aclara que las tormentas dependerán de la inestabilidad atmosférica y otros factores. La consecuencia del incremento de la temperatura marina son las noches tórridas porque las brisas son débiles y cálidas.

Por su parte, Luis Bañón apunta que «al mar le cuesta calentarse y enfriarse», pero da por hecho que puede ocurrir que «en la segunda quincena de agosto cambie el régimen de vientos y llegue al otoño con una anomalía menos acusada». En su opinión, resulta precipitado anticipar que el Mediterráneo va a mantener todo el verano la elevada temperatura que sus aguas alcanzan ahora.