Investigadores de la Universidad de Murcia (UMU) han llegado a la conclusión de que las alteraciones en la microbiota intestinal están relacionadas con los síntomas más severos de la enfermedad de Párkinson, lo que abre la puerta en un futuro a buscar formas de controlar esa dolencia interviniendo sobre la flora intestinal.

El estudio lo ha llevado a cabo el grupo de Neurociencia Clínica y Experimental (NiCE) de la UMU, liderado por la catedrática de Medicina María Trinidad Herrero, conjuntamente con investigadores del CEBAS- CSIC, que trabajaron con 52 pacientes con enfermedad de párkinson y otras 117 personas sin la enfermedad.

Durante tres días se tomaron muestras de microbiota intestinal y orina a todas estas personas antes y después de consumir 30 gramos de nueces, alimento del que se conocen sus propiedades protectoras de la microbiota, que está conformada por el conjunto de microorganismos que conviven en simbiosis en nuestro intestino.

En investigaciones previas, ya se había demostrado que la buena salud de la flora intestinal de una persona puede establecerse de manera rápida y fiable mediante la medición de la presencia en la orina de urolitinas, que son unas moléculas naturales que pueden encontrarse en alimentos como la granada, las fresas y otros frutos rojos o las nueces.

La literatura científica ha demostrado el carácter protector y antioxidante de estos micronutrientes.

En este estudio se ha analizado la presencia de urolitinas en la orina y se ha observado que, estadísticamente, la no producción de urolitinas en los pacientes participantes en el estudio está vinculada a un empeoramiento de sus síntomas parkinsonianos.

Estas conclusiones abren la puerta a establecer estrategias que permitan agilizar el diagnóstico, la prevención y el control de la progresión de la enfermedad utilizando intervenciones dirigidas a la microbiota, ya sea mediante medicación, ingesta de probióticos o incluso mediante trasplantes de microbiota.