«No necesito ver el final de esta batalla. Detrás de mí vienen otros. Cada vez somos más, cada vez tenemos más determinación y estamos mejor preparados. Esto no se ha terminado todavía», decía el miércoles pasado Juan José Liarte, portavoz del Grupo Parlamentario Vox en la Asamblea Regional, sabiendo que su moción para abrir un canal para denunciar a aquellas instituciones que «rompan el principio de neutralidad ideológica» iba a fracasar.
Solo tres diputados votaron a favor de una iniciativa que buscaba sancionar, por ejemplo, a cualquier ayuntamiento que saque al balcón la bandera LGTBIQ+ el Día del Orgullo. Liarte llegó a decir que así cumplía con su «deber ante los españoles y ante Dios», aunque no se le ocurrió a él solo, ya que la moción venía apadrinada por la organización polaca ultraconservadora Ordo Iuris, que está a punto de asentarse en nuestro país.
Se dirigió al PP para decirle que «estamos en medio de una confrontación ideológica que está cambiando el mundo» y que «puede acabar con la democracia», criticando a la «no izquierda que calla y consiente» y alabando entonces la figura de Isabel Díaz Ayuso. La popular Miriam Guardiola le respondió que estaba dedicando tiempo a «debates ideológicos superados».
La semana pasada, el portavoz del Grupo Vox en la Asamblea viajó a Budapest (Hungría) para participar en el congreso del CPAC (Conservative Political Action Conference), un grupo de ultraderecha norteamericano que debatió sobre la teoría del gran reemplazo y que ataca las políticas de inmigración aperturistas. Allí habló con Judit Varga, ministra de Justicia del Gobierno de Victor Orbán, sobre «estrategias para la defensa y el resurgimiento de los principios europeos tradicionales», informaron desde su grupo parlamentario. En el evento, además del propio presidente Orbán, también participaron de manera online el exeurodiputado británico Nigel Farage, el líder de Vox, Santiago Abascal y el diputado brasileño Eduardo Bolsonaro (hijo del presidente del país).
Sus idas y venidas de Hungría —no es la primera vez que viaja a uno de los países más conservadores de la UE— dejan huella en la Región de Murcia en tanto en cuanto algunas de las ideas más extremistas se han colado en el Parlamento murciano a través de las mociones que registra.
"Detrás de mí vienen otros. Cada vez somos más, cada vez tenemos más determinación y estamos mejor preparados"
Algunas ya se han debatido, no sin polémica, y la de «neutralidad ideológica» es solo una de ellas. En marzo, su moción para adoptar medidas que promuevan la natalidad y que incluía la «creación de centros de orientación que asesoren a las familias que atraviesan crisis, con la perspectiva de evitar su ruptura». La Asamblea aprobó la propuesta con una enmienda del PP que eliminaba esta la última parte. Durante la defensa de la iniciativa, Liarte alertó ante la «sustitución étnica de los españoles» si estos no tenían más hijos y pidió imitar «sin pudor» las políticas del líder ultraderechista.
También fue sonada su moción para sancionar a quien no use bien el español en la administración. El texto incluía la «expresa prohibición del mal llamado lenguaje inclusivo», aunque el PP eliminó estas referencias para darle también luz verde.
Esperando su debate
A Juan José Liarte le gustaría que fuera obligatorio que una mujer escuchase los latidos del corazón del feto y que viera una ecografía en 4D para poder firmar el consentimiento necesario para realizar un aborto. Al menos, es una de las mociones registradas del Grupo Parlamentario Vox.
La Mesa de la Asamblea no admitió a principios de año una moción para volver a instaurar el servicio militar
También presentó una contra los listados de objetores del aborto y eutanasia y para que desde Salud «se forme a los profesionales sanitarios en ética».
Le parece necesario que se cree un teléfono de atención a «afectados por violencia en el ámbito doméstico», ya que entiende que el 016 «discrimina», así como incluir en el temario de Educación el estudio «imparcial» del Descubrimiento de América «y la existencia de la Leyenda Negra española como herramienta propagandística». Son solo algunas de las propuestas con las que el Grupo Parlamentario Vox pretende participar en la guerra cultural.
No admitidas
Una de las primeras mociones que registraron los de Liarte fue una moción para reprobar a la vicepresidenta primera de la Asamblea Regional, Gloria Alarcón, por abandonar el Pleno para mostrar su apoyo a una manifestación LGTBI. La Mesa de la cámara no la admitió a trámite.
Tampoco pasó el filtro una iniciativa que pedía al Gobierno de España que implantara de nuevo el servicio militar, la ‘mili’ de toda la vida; aunque en este caso no sería obligatoria y estaría incentivada (beneficios en procesos de oposición o para acceder a vivienda protegida, por ejemplo).
