La Opinión de Murcia

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Cuarenta inspecciones al año en burdeles y pisos de la Región en busca de víctimas de trata

Diez agentes de la Guardia Civil de la Región están especializados en la lucha contra la trata de personas con fines de explotación sexual y, junto a la Inspección de Trabajo, peinan establecimientos en los que hallan "a las mujeres, tranquilas; pero, a los dueños del local, nerviosos"

Una mujer en una zona de prostitución, en una foto de archivo.

Una decena de miembros de la Guardia Civil de la Región están especializados en la lucha contra la trata de personas con fines de explotación sexual. En concreto, estos profesionales trabajan en el Área de Delitos contra las Personas, de la Unidad Orgánica de Policía Judicial del Cuerpo. Los agentes cuentan con formación específica para identificar a víctimas de trata, un delito que, en ocasiones, no es fácil de detectar. 

La trata, según la definición de Amnistía Internacional, suele basarse en un engaño del tratante, que se vale de mentiras, abusos o coacciones para controlar y dominar a su víctima.

Que tengan en su poder sus documentos y un teléfono son signos de que no se encuentran prisioneras en el club

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En 2021, el Instituto Armado llevó a cabo en la comunidad aproximadamente cuarenta inspecciones en pisos y burdeles en busca de víctimas de trata. En estas intervenciones, el pasado año se encontró a dos personas que vivían «prácticamente esclavizadas», y que fueron liberadas. 

María es una de las integrantes del Área de Delitos contra las Personas. Prefiere no facilitar su apellido por lo delicado de su labor. Explica que, a la hora de localizar a las víctimas, «hay lugares más propensos que otros» para que puedan estar, como los clubes ubicados en «zonas de carretera, con especial trasiego de vehículos». En el caso de los domicilios particulares, los investigadores actúan, por ejemplo, «cuando, a través de un anuncio, se tiene conocimiento de que se puede estar ejerciendo la prostitución» o después de que alguna víctima acuda al cuartel a pedir ayuda. 

María comenta que, en las decenas de inspecciones que realizan cada año, los agentes van acompañados por responsables de la Inspección de Trabajo, que comprueban que las trabajadoras del club tienen sus contratos y sus papeles en regla

Inspirar confianza es clave

«Cuando vas a una inspección, intentas llegar a ellas», detalla la guardia civil, en referencia a las empleadas de los locales de alterne. Admite que, en un principio, «ellas nos ven como la fuerza policial», por lo que es importante inspirarles confianza y que las mujeres se abran. Por eso se mantiene una entrevista en privado con cada una de las chicas. 

A la pregunta de cómo reciben estas mujeres a los investigadores cuando los ven entrar en el club, María explica que «tranquilas», mientras que son los dueños de los locales los que se muestran «nerviosos».

Lo más habitual, apunta María, es que las chicas cuenten que no están siendo explotadas ni laboral ni sexualmente: que trabajan ahí porque es su voluntad, que no están encerradas y que tienen contacto con el mundo exterior. Cuando de veras no están siendo explotadas, apunta María, no tienen problemas en que los agentes accedan a las habitaciones que ellas ocupan (a veces, en el propio club) y muestran que tienen en su poder sus documentos de identidad. También el tener su propio teléfono móvil es una muestra de que mantienen contacto con el exterior: podrían pedir ayuda si se encontrasen en apuros.  

Prostitución no es siempre sinónimo de explotación sexual. En el primer caso, la persona tiene que decidir voluntariamente ejercerla. En el caso de la trata, a las mujeres las captan, con engaño o con violencia, mismos modos con los cuales las mantienen cuasi prisioneras en habitáculos en ocasiones insalubres.

En las inspecciones que el Instituto Armado efectúa en los burdeles en ocasiones también se han hallado sustancias estupefacientes, de lo cual se da parte a la unidad especializada en la lucha contra el narcotráfico. 

Cabe recordar que en España, en estos momentos, el trabajo sexual es alegal. No es directamente legal, pero tampoco es ilegal, y su ejercicio libre (es decir, cuando una persona decide ejercerlo y quedarse con el beneficio) no está penado. Otra cosa diferente es la trata, y las trabajadoras sexuales, como reiteran desde los colectivos en los cuales se asocian, que piden que se dejen de confundir intencionadamente ambas.

Desde el Ministerio de Igualdad apuntan que «la trata de seres humanos es una forma de esclavitud que convierte al ser humano en una simple mercancía», así como que «es uno de los tres negocios ilícitos más lucrativos junto al tráfico de drogas y el de armas».

Cuando se detecta a una víctima de trata en Murcia, se queda en buenas manos: la Benemérita en la Región está en contacto con organizaciones humanitarias, como Oblatas y la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp). La atención a las víctimas es fundamental para garantizar su asistencia y protección, así como su acceso a la Justicia. «En las oenegé hay víctimas que han salido de esa situación», remarca la agente María. 

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