Agricultores y transportistas unían este lunes por la mañana sus fuerzas, en esta ocasión en Cartagena, para clamar contra la subida de los combustibles. Actúan así como medida de presión, dentro de las protestas de la huelga de transportistas, que encara su segunda semana.

La presencia de los camiones y los tractores, muchos de ellos con grandes banderas de España, volvía a colapsar los accesos a la ciudad portuaria, en una movilización a la que se sumaron taxistas y vehículos de autoescuela, que iban entrando desde la plaza Alicante en dirección a la plaza de España y generaban el colapso del tráfico en hora punta, con mucha gente acudiendo a sus puestos de trabajo.

"Si has de usar la violencia, no te unas, respétalo", se lee en carteles de los vehículos pesados. R.D.C.

"Si has de usar la violencia, no te unas, respétalo", se lee en carteles que cuelgan de los vehículos pesados, junto a un lazo negro.

"En plena pandemia nos pidieron ayuda. Y la dimos, trabajando día y noche. Ahora necesitamos vuestro apoyo. Gracias", rezaba el cartel que colgaba de otro camión.

La protesta, en el octavo día de paros en el sector del transporte, colapsaba la entrada a la ciudad por la A-30 a las ocho de la mañana. Su clamor: con el combustible a estos precios, les es inviable trabajar. De ahí que sigan insistiendo para que se escuchen sus voces y los poderes públicos pongan una solución. Como banda sonora, la incesante pitada que ya caracteriza a estas movilizaciones.

Este lunes la huelga de transportistas entra en su segunda semana, y afronta unos días claves a la espera del resultado de las negociaciones en Madrid, con reuniones entre el sector, la vicepresidenta económica Nadia Calviño y las ministras de Hacienda y Transportes, María Jesús Montero y Raquel Sánchez.

Y luego fueron para Murcia, donde los bocinazos interfirieron en el día a día. "El ambiente está contaminado acústicamente", apuntaba Álvaro Castaño, magistrado presidente de la sala en la que comenzó el juicio del acusado de matar a martillazos a su esposa en Cartagena. Los pitidos incensantes de los camiones, que pasaban por Ronda de Garay, daban lugar a que fuese difícil escuchar las declaraciones de procesado y testigos. El forense Juan pedro Hernández tuvo que quitarse la mascarilla para que le entendiesen mejor en la sala, con los pitidos de fondo.

Los bocinazos perturbaron el descanso de los más vulnerables: los enfermos. "Respetando el derecho de los transportistas a manifestarse, es necesario pensar también en el necesario descanso de los pacientes ingresados en los hospitales", escribía en sus redes sociales el director médico del Reina Sofía, Fernando de la Cierva.