En el Laboratorio de Investigación Fotogáfica de la Universidad de Murcia no sale humo, pero se está cociendo un proyecto que, según su director, Fernando Vázquez Casillas , será el más extenso hasta la fecha dentro de su formato.

A lo largo de estos últimos años, ensayando y mejorando, han logrado reunir más de 300 postales circunscritas, sobre todo, a la ciudad de Murcia y su cultura, pero también de sus pedanías, realizadas entre 1960 y 1980 principalmente.

Se trata de un fondo que han adquirido (así como digitalizado y catalogado) de empresas comerciales que documentaban monumentos, edificaciones, barrios... e incluso tradiciones, con fines turísticos.

A través de ellas, se recomponen y recorren diferentes rincones de Murcia, por lo que estas postales se han convertido en testigos tanto de la transformación urbana como social, ya que llevan a entender muy bien cómo se veía a los murcianos desde fuera. Para Vázquez, son las sumas de las múltiples miradas «que nos pueden llevar a una visión más cercana de dónde venimos y, por tanto, de lo que somos».

Club de Remo. 1962.

«Se trata de un conjunto de imágenes que, en su composición, son memoria viva de un momento y lugar».

La plaza de las Flores, la plaza de Santa Catalina, la Circular, el paseo de Alfonso X, la Gran Vía, el Malecón de Murcia, entre otros rincones, son retratados en pleno devenir de la cotidianidad. Y junto a ellas, como es lógico, se recorren igualmente jardines, infraestructuras y construcciones emblemáticas como la Catedral de Murcia o los distintos puentes que decoran el río: el nuevo, el viejo, el de la Virgen de los Peligros... En palabras de Vázquez Casillas, «se trata de un conjunto amplio de imágenes que, en su composición, son memoria viva de un momento y lugar».

La suma de todas las postales --objetos comunes- debidamente mejoradas y documentadas, logran -sólo desde su unión y exposición como conjunto- una conexión con la sociedad que fue y la que es, aumentando su valor y legitimando este objeto doméstico. Vázquez explica que «ahora esas postales han perdido ese valor íntimo que tenían. Es un objeto que cualquiera podía comprar por muy poco dinero cuando iba de viaje, pero que tiene mucho que contar. Entonces de repente vemos que una de esas fotografías, por detrás, tiene algo escrito, y ese algo es toda una historia, gente que ha migrado por trabajo, declaraciones de amor… Son cosas que dices y, si no intervenimos, esto se perderá».

Puente nuevo. 1969.

En ese sentido el trabajo que el Laboratorio de Investigación Fotogáfica de la Universidad de Murcia está llevando a cabo es reivindicativo, «queremos que las personas que vengan a estas exposiciones se den cuenta de que eso que tienen, esas postales antiguas olvidadas en una caja, poseen un valor y merecen ser expuestas. Y que de esta forma cuiden su particular patrimonio familiar, lejos de la tendencia de despreciar la fotografía por ser algo de lo que, a día de hoy, nos vemos desbordados».

Otra cosa importante del proyecto, y en general del Laboratorio en el que se desarrolla, es que cuenta con una elevada participación de alumnos, ya sea porque desde diversas disciplinas quieren realizar allí las prácticas complementarias a su formación, o porque están siendo tutorizados para trabajos de doctorado.

Vistabella plaza central. 1965.

Desde la UMU cuentan que su intención siempre ha sido formar a los alumnos interesados en la conservación de la fotografía con materiales reales y proyectos en los que pudieran interesarse; ya que por entonces había muy pocas instituciones encargadas de esto y la amplia mayoría de los cursos eran solamente teóricos.

Así, este Laboratorio se ha convertido en un espacio de difusión de conocimientos que ha alumbrado una amplia colección de imágenes en la modalidad de postales coleccionables dedicadas a indagar en la intrahistoria de nuestra región durante el siglo pasado.

Cabe desear que alguien, a sabiendas de esto, desempolve esta noche el cajón de su salón para rendir homenaje a aquello que ya no está, a los que ya no están.