El incremento de la factura de la luz en el mercado mayorista por la revalorización del precio del gas natural en los mercados internacionales y el mayor coste de los permisos de emisión de CO2 se ha visto reflejado en el gasto que los consumidores realizan para pagar la energía consumida, y las universidades tampoco se han librado de esta escalada de precios. Tanto la Universidad de Murcia como la Universidad Politécnica de Cartagena adquieren la energía a través de las empresas energéticas con precios indexados pero el sobrecoste ya afecta a los presupuestos de ambas instituciones pese a la apuesta constante en energías renovables en sus instalaciones.

En el caso de la UMU, el coste de la electricidad se ha incrementado un 12,9% si la comparamos con al año anterior, señala Belén López, vicerrectora de Planificación e Infraestructuras. «La energía que mayor incremento ha sufrido, utilizada principalmente como suministro en laboratorios de investigación y calderas de algunos edificios, es el gas, que ha aumentado su coste en un 56,86% frente al año anterior». No obstante, el peso del gas en el conjunto de los suministros de la Universidad de Murcia es el 7,6%, siendo el más relevante el suministro mayoritario la electricidad (91%).

En la Politécnica, el vicerrector de Campus y Sostenibilidad, Juan Pedro Solano, destaca por su parte que ha existido un incremento del coste, pero que la situación de pandemia en 2020, «con presencialidad reducida en nuestras instalaciones», y el retorno a la plena actividad en 2021 en «condiciones de uso de los espacios y la ventilación diferentes a las de cursos académicos anteriores, impide comparar con objetividad la facturación de esta anualidad».

Ambas universidades reconocen que estos hechos provocan que para cubrir los gastos extra habrá que tomar dinero de otras partidas presupuestarias. «El incremento notable de una partida, como es la del suministro de energía eléctrica y gas, obligará al detrimento de otras», señala Belén López. Tanto la UMU como la UPCT admiten que la demanda de climatización en los centros es el foco de mayor consumo y este se da en los meses más fríos y más cálidos exceptuando los periodos vacacionales.

Por otra parte, instalaciones como aquellas donde se concentra la actividad de investigación como los laboratorios son las que más energía demandan: «Por ejemplo, servidores de cálculo, centros de datos, equipos frigoríficos para investigación en ingeniería agronómica», remarca Solano. «El 100% de la energía consumida por la UMU es verde, aunque mayoritariamente contratada a través de una comercializadora con precios indexados al pool en el mercado mayorista», recuerda López.

La UMU precisamente ha reducido en los últimos seis años un 8% por usuario el consumo energético, gracias a las energías renovables y a las medidas de ahorro y mejora de eficiencia de sus instalaciones. «En fuentes de energía fotovoltaica se generan cerca de 4 millones de Kwh anuales». La mejora en la climatización, instalación de paneles solares, sustitución progresiva de luminarias a tipo LED son acciones que llevan a cabo tanto la UMU como la UPCT para lograr un mayor ahorro energético: «No obstante estas medidas se van implementando de forma progresiva ya que debido al elevado número de edificios así como por la antigüedad de los mismos no se dispone de la financiación necesaria en el capítulo de inversiones para la realización de las mismas», recuerda la vicerrectora.