Jesús Javier García, doctor en Psicología por la Universidad de Murcia y colegiado en el Colegio Oficial de Psicología de la Región de Murcia, lleva desde 2008 trabajando como psicólogo en prisiones. Tras los muros del penal, subraya este profesional a LA OPINIÓN, «todos los enfermos mentales que ingresan con diagnóstico, o se le diagnostica allí dentro, son integrados en un programa especializado de atención integral al enfermo mental: este programa lo lleva un equipo multidisciplinar compuesto por psicólogos, educadores, trabajador social, enfermeros, médicos, psiquiatra y una ONG especializada que pertenece a la Federación de Salud Mental de la Región de Murcia». «Este programa atiende semanalmente, con entrevistas individuales, talleres y, sobre todo, con una atención en los juicios y en la inserción sociolaboral», destaca García.

Este profesional reitera que «todo interno que ingresa con un diagnóstico psiquiátrico, con seguimiento en la calle, es detectado al ingreso y entra a formar parte de nuestro programa de atención integral».

García explica que «los enfermos que están en fase aguda están ingresados en la Enfermería, con el tratamiento adecuado. Y, si no se puede controlar, son ingresados en la unidad especializada para presos en la Arrixaca». «Incluso son derivados al hospital psiquiátrico penitenciario de Alicante», apostillla al respecto.

«Un enfermo mental con su medicación y estable no tiene mayor riesgo violento que otro preso. Y aquel enfermo mental que está inestable, en fase aguda, rápidamente es detectado», dice.

A su juicio, «los conflictos en las prisiones son problema de drogas, de presos con desadaptación a nivel de toxicomanía. La enfermedad mental no es el problema, el problema es el consumo de tóxicos, como pasa en la calle».

«Los psicólogos pertenecemos a la plantilla de la prisión, así que la atención es continuada: en Sangonera somos dos psicólogos. Los psiquiatras pertenecen al SMS y acuden un día a la semana a consultoría», comenta.