Los hipnosedantes constituyen el tercer grupo de sustancias más consumidas a nivel nacional, por detrás del tabaco y el alcohol y el único en el que predomina más en mujeres que en hombres.

Según el psiquiatra del Centro de Salud Mental de Molina de Segura y del hospital Morales Meseguer, José Luis Escobar, «estamos detectando esta tendencia desde la última década, aunque es cierto que en los últimos años el aumento ha sido más dramático, sobre todo entre 2020 y lo que llevamos de 2021 por la situación de pandemia». Este profesional indica que el número de consultas por síntomas de ansiedad o depresión ha aumentado desde que estallara la pandemia.

Recuerda que otros países han tomado medidas para restringir el uso. «Más que decirles a los médicos lo que pueden recetar, se trata de restringirlo de manera indirecta, en otros ámbitos, por ejemplo, en Reino Unido, si tienes un accidente y has tomado benzodiazepina, es como si lo hubieras tenido estando ebrio, y el seguro deja de cubrirte», indica.

Otro factor que influye es la percepción cultural de este tipo de medicamentos. Sostiene el psiquiatra que mucha gente no le da importancia y que existe cierto prejuicio positivo hacia estas sustancias. «La adicción no solo ocurre con drogas como la cocaína».

El problema, según el doctor, es que los tratamientos con psicofármacos se prolongan en el tiempo cuando solo están autorizados para utilizarlos unas semanas. Destaca este psiquiatra, en el caso de problemas para conciliar el sueño, que «existe una tendencia a prescribir la benzodiazepina, y no quiero decir que se obvie, pero se le da más peso a eso, que a las recomendaciones que hay de la higiene del sueño». José Luis Escobar no cree que haya ligereza por parte del profesional para prescribir este tipo de fármacos. «Muchas veces la situación se ve propiciada porque también es lo que el paciente te pide; cuando tengo un paciente que no concilia bien el sueño, o tiene uno fragmentado, intento explorar qué hace durante el día en relación con el hábito del sueño», sostiene este psiquiatra, que pone de ejemplo el consumo de bebidas excitantes, si se toma o no una siesta, o el horario del ejercicio físico.

Por otra parte, reconoce que los problemas derivados del interés del mercado negro por este tipo de fármacos se están sufriendo desde el año 2013, y pone de ejemplo lo ocurrido con el Rivotril o incluso el Rubifen y los casos que han estallado en los últimos años por la falsificación de recetas.

Uno de los factores que podría influir en la falta de control a la hora de prescribirlas, «es la falta de indicaciones sobre la extensión temporal de tratamiento o el rango de dosis; que son cuestiones que siempre he valorado en estos procesos».

Recuerda este profesional que aquellas personas que han consumido de manera prolongada estas sustancias y tienen un problema de dependencia, tienen la opción de entrar «en protocolos para encauzar a esa persona hacia un programa de adicciones».