Como cada año, el primer día de noviembre, los cementerios de toda España se llenan de visitas para acompañar y homenajear a aquellos que ya no están con nosotros. Es un día en el que los camposantos se engalanan con flores, fotografías y recuerdos que traen de alguna manera a nuestros seres queridos de vuelta.

Durante esta jornada, en las calles de estos lugares de descanso eterno se puede ver a familiares y amigos que ríen rememorando vivencias con la persona que los dejó o que se emocionan al pensar en todas aquellas cosas que echan de menos.

En este día, también hay lugar para la oración. En las iglesias, los párrocos ofrecen una misa muy especial dedicada a las almas de los fallecidos y a sus familias. Tras la ceremonia, los fieles acuden a los cementerios para pasar unas horas en compañía de sus seres queridos.

Esta fecha trae, además, a las calles de toda España una gastronomía, en su mayoría dulce, muy característica. Dependiendo de la comunidad autónoma, podemos disfrutar de los dulces típicos de la zona.

En Murcia, ubicado en la plaza de San Pedro, encontramos el popular mercadillo de Todos los Santos, que permanece abierto hasta el 7 de noviembre. En él, los visitantes pueden adquirir arrope y calabazate y dulces como pan de higos y carne de membrillo.

En Cádiz, se instalan también mercadillos en los que mezclan humor y tradición. Aquí, además de los productos típicos de mercadillo, se pueden encontrar huesos de santo y buñuelos de cidra.

En otros puntos del país, aprovechan para degustar los frutos típicos de la temporada, como las castañas, las nueces y los piñones. Es muy habitual en Galicia, Extremadura, Cataluña y Canarias reunirse durante ese día y la noche anterior para hacer una hoguera en la que asan algunos de estos productos y cuentan historias acerca de los que ya no están.

En el País Vasco, en el día que ellos denominan ‘Gaztañerre Eguna’, es típico comer caracoles en salsa o ‘motokil’, una masa hecha con harina de maíz.