Ni los pasajeros ni la tripulación del crucero podía imaginarse el macabro hallazgo que llevarían a cabo, muy cerca del puerto de Cartagena: el cadáver de una mujer flotando en el agua. Ocurría esta misma semana. El cuerpo estaba a unas veinte millas de distancia de la tierra, por lo que fueron integrantes de la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima (Sasemar) los encargados de recogerlo, en la Salvamar Mimosa, para llevarlo a puerto. Los restos mortales fueron llevados a la morgue. Y desde el primer momento se puso sobre la mesa la hipótesis de que se trataba de una mujer que viajaba en una patera que trataba de alcanzar Europa.

Tres muertos encontrados en aguas de la Región de Murcia, presumiblemente tras caer de una patera, permanecen sin identificar en las instalaciones del Instituto de Medicina Legal, donde se les lleva tras el hallazgo. 

Para que los cuerpos abandonen el centro, ha de reclamarlos alguna persona y dar su permiso el juez. Lo que ocurre con estos difuntos es que ni siquiera sus familiares saben que han muerto.  

"El cuerpo nos posibilita el descubrimiento de las diferentes incógnitas", manifiesta el forense Hernández del Rincón

Los cadáveres rescatados del mar se conservan en frío en la docena de cámaras que hay en la zona del sótano del antes llamado Instituto Anatómico Forense, ubicado junto al Reina Sofía. La prioridad de los forenses: saber de quién se trata.

Hay varias formas de identificar a una persona que llega muerta a la morgue: el ADN (hay bases de datos en las que cotejar los resultados), las huellas dactilares y la dentadura. Explican fuentes del Instituto de Medicina Legal de Murcia que muchas veces reciben una reclamación de embajadas o consulados de un país africano y, tras las comprobaciones pertinentes, el cuerpo es entregado a sus familiares, para que puedan darle sepultura. 

Operativo de rescate de los cuerpos de las personas que iban en la patera que naufragó en Mazarrón. Iván Urquízar

La peor tragedia reciente en la Región se vivía en marzo de este año, en Mazarrón, con el naufragio de una patera con 14 personas a bordo. Hubo tres supervivientes y uno de ellos acabó en la cárcel, por orden judicial, al ser considerado el patrón de la barcaza. Los días posteriores al naufragio comenzaron a aparecer cuerpos, en la costa murciana y almeriense.

Lo que los cadáveres cuentan

El director del Instituto de Medicina Legal de Murcia, Juan Pedro Hernández del Rincón, explica a LA OPINIÓN que «en la medicina forense, y más en concreto en patología forense, hemos de realizar un adecuado diagnóstico de la causa y mecanismos de muerte, de las circunstancias en que se ha producido y de la data de la misma». 

«Para ello contamos en la actualidad con diferentes exploraciones y análisis complementarios. El diagnóstico comienza ya en el lugar donde se ha producido la muerte, que ha de ser examinado minuciosamente y del que sean de recoger diferentes indicios biológicos y no biológicos», precisa el forense. 

«Posteriormente, al realizar la autopsia, hemos de saber interpretar las características de las lesiones evidenciadas, cuál o cuáles son los indicios biológicos que nos pueden ayudar a identificar la posible participación de terceras personas, recogiéndolos de manera adecuada para su estudio criminalístico, biológico, toxicológico, antropológico, etcétera», especifica al respecto.

Hernández del Rincón indica que «el cadáver nos va a ir posibilitando el descubrimiento de las diferentes incógnitas que nos planteamos si sabemos abordar su estudio de una forma adecuada». «Esto es aplicable también a paciente vivos, por ejemplo que han sido víctimas de una agresión sexual», puntualiza.

"Busco a mis hermanos, salieron de Argelia"

 «Busco a mis dos hermanos, que salieron de Argelia el 7 de octubre de 2020: llevamos un año sin noticias». Así arrancaba un mensaje que, a través de redes sociales, mandaba una joven, de nombre Nadya, a este periódico hace apenas unos días. De sus familiares, «sabemos que llegaron a España», afirma, a lo que añade que «investigamos un poco, con oenegés, cónsul, periódicos, enviamos los documentos a la Cruz Roja... sin respuesta». 

Muchos se suben a una patera y no se vuelve a saber de ellos. «Por favor, ayúdanos», pide Nadya, que solo necesita «confirmar si llegaron bien». «No podemos dejar a las familias sin noticias de sus hijos, es inhumano», dice la joven.  

Algunos de los cuerpos que permanecen en una cámara frigorífica de la morgue están perfectamente identificados, pero no son reclamados por ningún allegado. Cuando esto pasa (en la mayoría de las ocasiones, porque se trata de personas que cortaron sus vínculos familiares), los restos mortales se conservan en frío, en el Instituto de Medicina Legal, hasta que el juzgado autoriza que pueden ser enterrados: entonces van a un nicho de beneficencia. Nunca son incinerados, por si acaso.

A veces, cuando estas personas sin arraigo familiar acaban en la sala de autopsias, suele ser porque han muerto en la calle, aunque sea de causas naturales: muchos son personas sin techo