Tres nuevos sintecho al día. Según las estadísticas que maneja Cáritas en la Región de Murcia, esta es la dramática cifra que están viendo en las iglesias, albergues y dependencias en general de la organización humanitaria de la Iglesia.

 Se trata de «personas que nunca han venido a pedir ayuda», explican desde la oenegé, al tiempo que precisan que lo que más demandan es «una solución de urgencia», como puede ser un techo para esa misma noche

Un hombre habla por teléfono mientras pasa junto a una pareja, ayer junto al río a su paso por Murcia. Juan Carlos Caval

 En la Región de Murcia, Cáritas precisa que «en 2019 atendimos a 1.948 personas sin hogar, en 2020 a 1.554 (por la situación de confinamiento y menor movilidad entre comunidades autónomas), volviendo en 2021 a unos 2.000 atendidos».

El confinamiento por culpa de la covid fue la puntilla de la exclusión para muchas de estas personas. Por ejemplo, detallan desde la organización, se quedaron en la calle, sin alternativa, «muchas mujeres que trabajaban de interna: fueron despedidas por miedo a los contagios», comenta María Hernández, responsable de Implantación Social de Cáritas en la Región. «Se han visto situaciones tremendas», manifiesta.

Con la pandemia, recuerda Hernández, la oenegé habilitó «dispositivos especiales de emergencia en Mazarrón, Cartagena y Murcia». Cabe recordar que, cuando toda la población fue confinada, en el primer estado de alarma, la gente sin casa se encontró con que no tenía dónde ir. Por iniciativa de la Consejería de Política Social, el albergue de El Valle, en la sierra de Murcia, se convirtió en el techo de 25 personas que no tenían ninguno.

Por su parte, Amparo Martínez, responsable del Área Social de la Fundación Jesús Abandonado, remarca a LA OPINIÓN que «damos un servicio los 365 días del año, no paralizamos los servicios durante toda la pandemia».

Gracias al comedor social, ubicado junto a la Jefatura de la Policía Nacional en Murcia, se alimentan cada día 120 personas. De media, cinco o diez caras nuevas van a diario a pedir ayuda. 

Martínez también indica que se da un servicio a «una población que viene» a la Región puntualmente, pero es nómada: en el albergue de Santa Catalina «pueden dormir, ser acogidas en corta y media estancia», apunta.

Son 90 personas las que pueden pernoctar ahí cada noche. Hay 132 plazas, pero no es posible ocuparlas todas, por las restricciones de la pandemia. En cuanto al centro de larga estancia, hay acogidas 54 personas, afirma Amparo Martínez.

En cuanto al perfil de la persona sin hogar en la Región de Murcia, incide en que «es bastante amplio». «Aunque la mayoría son hombres, en los últimos años el número de mujeres sin hogar ha aumentado y es considerable», resalta Martínez, que pone el acento en que muchas de las personas que viven en la calle acarrean «problemas de salud mental, diagnosticados o no, y problemas de adicciones». A ellos se suman, tras la covid, «personas que han perdido el trabajo y no puede pagar el alquiler», especifica.

Te puede pasar a ti

«Yo conocí a Cáritas en la iglesia: un día pasé por ahí, vi que facilitaban alimentos, los pedí, desde ahí facilitaron mi contacto a los responsables de empleo y poquito a poco me han ayudado para ir saliendo del bache», explica a este diario Ángel Cueto, que desgraciadamente sabe lo que es dormir y vivir en la calle, tras perder el empleo y el contacto con familia y amigos. El hombre quiere «concienciar a la sociedad que nos rodea», con el fin de que «no nos vea como unos tarados», ya que «cualquier día, sin que te des cuenta, te puedes ver en la misma situación», alerta.

«Le puede pasar a cualquiera», apostilla al respecto José, de 50 años. Su deseo: «más posibilidades a la hora de encontrar un trabajo, que no tengan en cuenta la edad, sino el desempeño».