El proceso para atravesar e intentar superar un cáncer de mama no sólo está lleno de guerreras y heroínas que luchan cada día contra el tumor. En esos días hay momentos para todo, momentos muy duros para las lágrimas, para derrumbarse y volver a resurgir, pero esa parte menos bonita es la que no se suele contar. Con motivo de la celebración el próximo 19 de octubre del Día del Cáncer de Mama hablamos con una paciente murciana usuaria de la Asociación Amiga que tiene un doble reto, luchar contra el cáncer y contra la metástasis. A María del Carmen le diagnosticaron cáncer de mama con sólo 39 años, un momento en el que tenía un proyecto de vida por delante y dos niños de 4 y 9 años.

¿Cuándo le diagnosticaron el cáncer de mama?

Me diagnosticaron con 39 años recién cumplidos, ahora tengo 45, así que ya he superado la barrera de los cinco años. Hacía un mes que había pasado mi revisión ginecológica, pero por mi edad no estaba incluida en los cribados de cáncer de mama que se hacen en la Región de Murcia, por lo que no me revisaron los senos.

¿Y cómo lo detectaron? ¿Se notó algo?

Fui yo misma. Me di un golpe fortuito y al hacerme daño y tocarme me encontré el bulto, que no debía estar mucho tiempo ahí porque aunque no me hiciera autoexploraciones como tal cuando te duchas y te aseas te tocas. Lo primero que hice fue observar si había más y encontré un segundo tumor y tuve claro que en ese momento el miedo no me podía paralizar, me tenía que poner manos a la obra. Al día siguiente fui a mi centro de salud de forma urgente, mi médico de cabecera me mandó ecografía de urgencia y allí ya me dijeron que por la morfología que tenía lo tendrían que quitar seguro, pero que no me asustara y siguiera con mi actitud.

¿Cuándo llegó a la Unidad de Mama?

El médico de cabecera me derivó a la Unidad de Mama y ya allí seguimos todo el proceso de la mamografía, una biopsia, otra segunda para confirmar el resultado. Y esperamos a la intervención para una mastectomía radical.

¿Cómo fue recibir la noticia de que le tenían que quitar un pecho?

Lo único que yo quería era poder decir que no tenía cáncer y si, para ello era necesario hacerlo, pues se hacía. Sólo quería estar libre de la enfermedad y para ello acepté todo el paquete. Recuerdo que mis cirujanos dudaban entre ellos sobre cómo hacer la intervención, si hacer una mastectomía parcial o radical. Con el espíritu que yo tenía en ese momento de querer solucionar las cosas lo antes posible les pregunté qué pasaba y su respuesta fue «es que eres tan joven que estamos dudando, pero la opción radical va a ser mejor para ti». Yo les dije que por qué dudaban, que yo podía vivir sin el pecho y que ya abordaríamos más adelante cómo se reconstruye. Sólo quería sacar el cáncer fuera de mi cuerpo.

Transmite mucha fortaleza, ¿esos primeros momentos le pasó factura emocional el diagnóstico?

Lo primero que quería era acabar cuanto antes con la enfermedad y que me hicieran lo que fuera necesario y la parte emocional quedó en un segundo plano. Todas necesitamos momentos para desahogar y yo lo hice en mi coche, el volante de mi coche y esa soledad me sirvieron para desahogarme y así evitar cargar con esto a mi familia y a mis hijos. No se nos educa ni se nos dice lo duro que es el cáncer en el ámbito emocional, sólo se escucha que somos luchadoras, guerreras, que podemos con todo, pero no se dice que no pasa nada por tener miedo y que es algo normal. El lenguaje que se usa para hablar del cáncer omite esta parte del proceso. Y como madre también intentas que no te vean mal, por lo que al final terminas desahogándote sola.

Y con un cáncer que viene para tiempo...

Eso es. Yo sé que el cáncer viene para tiempo, no es un año malo y se acabó. Y si mi enfermedad y las líneas de tratamiento me lo permiten sé que va a ser largo, por lo que le he tenido que enseñar a mis hijos a que sean autosuficientes y responsables para que a nivel emocional y académico estén preparados y sean fuertes.

¿Cuándo supo que el cáncer iba a ser algo crónico?

En mayo de 2015 me diagnostican, en junio me intervienen y empiezo la quimioterapia en agosto. A final de ese mismo mes ya tenía la metástasis diagnosticada al aparecer una lesión hepática. En ese momento cambia todo el concepto que yo tenía, marca un punto y aparte en la enfermedad porque yo sabía lo que suponía y era un cambio de 180 grados. Sabía que tendría que dejar mi ámbito laboral, trabajaba en administración en una empresa y me tuve que prejubilar con 40 años porque tenía tratamiento activo y era inviable continuar, y tenía que empezar a delegar. Todo mi plan de vida se cayó en la sala de consulta con sólo una palabra, metástasis. Sabía que ya estaría ligada al hospital y con la quimio y la metástasis he tenido varios ingresos hospitalarios.

¿Cómo se encuentra ahora?

Ahora estoy bien porque la enfermedad está controlada y el tratamiento funciona. Tenemos unos profesionales en Oncología muy grandes, se dejan la piel pese a que cada vez somos más pacientes y los espacios se quedan pequeños. El doctor Alonso (jefe del Servicio de Oncología del Hospital Virgen de la Arrixaca) es mi ángel de la guarda aunque no me da vacaciones y tengo quimioterapia cada 21 días. Son muchos años sin descanso.

¿Cree que faltan medios para atender a las pacientes?

Lo cierto es que tenemos mucha suerte de vivir en una sociedad avanzada y tener acceso a los tratamientos. Para quienes tenemos cáncer es fundamental que la investigación siga adelante, que si una línea de tratamiento no funciona haya otro y que tengamos un plan B, ya que gracias a eso la tasa de supervivencia supera el 80 por ciento. La investigación para nosotras es vital, ya que el 20 por ciento de los pacientes con cáncer de mama va a desarrollar metástasis. Tenemos que tener la tranquilidad de que tenemos tratamientos, que hay acompañamiento y que, si lo necesito, no voy a llegar tarde a los cuidados paliativos.

Las pacientes reclaman que se recupere la atención sanitaria

La Federación Española de Cáncer de Mama (FCEMA) recuerda este año en su manifiesto que «cuando percibimos que estamos superando las fases más críticas de la pandemia de la covid–19, nos parece que es urgente recuperar la normalidad en la Atención Primaria y en la Hospitalaria. Los responsables de las administraciones sanitarias, deben priorizar cómo recuperar los retrasos en las pruebas diagnósticas, en las consultas presenciales, en la cirugía no urgente y en determinados tratamientos». La Federación considera esencial contar con más personal y más dotación presupuestaria, al tiempo que animan a reflexionar sobre la humanización de la relación del personal sanitario.

Tras un año y medio en el que el resto de enfermedades han estado apartadas, FCEMA dice que «es bueno recordar que el cáncer estaba antes de la covid-19 y sigue estando ahora».