Las bajas temperaturas y el aumento de los niveles del oxígeno en el Mar Menor están dando un respiro al ecosistema, lo que ayuda a ‘diluir’ la amenaza de una nueva anoxia. Los datos de los últimos muestreos en la laguna siguen mostrando una alta concentración de clorofila en el agua y sobre todo en aquellas zonas que se vieron más afectadas a finales de agosto, cuando la falta de oxígeno provocó la muerte de decenas de miles de peces y crustáceos.

Hasta hace dos semanas, los científicos que monitoren el Mar Menor vigilaban la formación de una bolsa anóxica en la laguna que preocupaba ante los efectos que pudiera ocasionar en el ecosistema, pero en los últimos días certifican que de esta bajada del oxígeno en zonas concretas de la laguna ya quedan retazos. «En la medida que bajan las temperaturas se alejan los riesgos», señala el catedrátido Ángel Pérez Ruzafa, portavoz del Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor, «el problema reside en la oferta y la demanda de oxígeno, si hay mucha demanda por las altas temperaturas y la acumulación de materia orgánica el riesgo no desaparece. El metabolismo de los organismos (como las microalgas) se acelera y consume ese oxígeno». Por contra, con la llegada de un clima más calmado en cuanto a las temperaturas, estos organismos consumen menos oxígeno.

La entrada de nutriente, principalmente por la rambla del Albujón, no cesa, lo que lleva a Ruzafa a demandar de nuevo la rebaja del nivel freático del acuífero cuaternario de la cuenca en torno a uno o dos metros, un plan que según sus previsiones resolvería en un 90% la problemática de la entrada de agua dulce cargada de nutrientes al Mar Menor. «Tenemos que cortar la entrada de nutrientes».

Marchamalo

Ruzafa remarca, ante la mejora del ecosistema y ante el fin cercano de la temporada habitual de fenómenos como la DANA, que medidas como la intervención en la gola de Marchamalo se deben plantear como un protocolo de actuación para el próximo año cuando aumenten las temperaturas en primavera y sea necesario aliviar el ecosistema si se forma una capa superficial donde los niveles de oxígeno sean bajos. «Habría que establecer mecanismos de succión de los fangos en vez de draga, que permita recuperar 40 o 50 centímetros de fondo, y estudiar la hidrodinámica para que se genere una corriente de salidad y no de entrada con el fin de reducir el impacto en la laguna».