Isabel Sánchez, la conquista del poder en un mundo de hombres

Premio eWoman a la Trayectoria profesional

Disfrimur es una empresa familiar que nació en 1989 de la mano de una familia que tenía una tienda de barrio. El padre de Isabel tenía un camión para hacer la lonja de los productos que vendían en la tienda. «De pequeños, mis hermanos y yo teníamos el sueño de tener un trailer. En la actualidad tenemos más de mil y no nos da tiempo a contarlos», recuerda Isabel Sánchez.

Ahora, ella y sus hermanos son los encargados de dirigir una empresa en la que, explica, cada uno ha sabido encontrar su lugar. El de Isabel estaba claro desde pequeña: los números. Empezó muy joven poniéndose a cargo de la caja de la tienda para hacer las cuentas: «Casi sin darme cuenta mi padre fue encauzando mi vocación por la contabilidad».

Actualmente, su función principal dentro de la empresa es encargarse de la Tesorería del grupo, aunque también lleva el Departamento de Informática, el Departamento de Calidad y se interesa por la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) para reducir el impacto de la huella de carbono de los camiones. Unos puestos de poder a los que hay que sumarle la dificultad de ser mujer en un mundo tan masculino como el del transporte. «Cuando salía a realizar las primeras operaciones financieras me preguntaban dónde estaba mi padre», cuenta. 

En este sentido explica que ha sido complicado compaginar su puesto de trabajo con dos niños que se llevan apenas quince meses. Sin embargo, Isabel asume que ha contado con un equipo personal y laboral que le ha ayudado mucho a compaginar el trabajo y la familia. «Te tienes que rodear de gente que te ayude porque solo llegarás más rápido pero no más lejos», recomienda.

Respecto al premio, asume que es una gran responsabilidad, ya que es el centro de muchas miradas. «Es un orgullo haber sido propuesta para el premio porque seguro que hay muchas mujeres que se lo merecían también», dice y añade que, en su caso, aunque la empresa fuera un negocio familiar ha tenido que ir ganándose los peldaños que ha ido subiendo.

Encarnación Godoy, toda una vida dedicada a la empresa 

Premio eWoman a la Innovación

De Jaén a León y de León a Murcia. Esta es la andadura de Encarnación Godoy quien, a sus setenta y seis años, sigue formando parte de la empresa que ha liderado durante más de cincuenta con su marido.

Encarnación es de aquellas mujeres a las que miraban raro cuando decía que querían estudiar, pero aún más extrañó sonó en su casa cuando manifestó sus ganas de trabajar. Estudió Empresariales en León y a los quince días de graduarse le dijo a su padre que quería comenzar a probar suerte en el mundo laboral. Con perseverancia y tesón encontró una oferta de trabajo en el periódico. Resultó ser una empresa muy pequeña, con tres o cuatro empleados, en la que empezó como contable. Allí conoció a su marido, director de Impresos ELE, hoy día conocida como Industrias Gráficas Jiménez Godoy.

Con los años y el gran esfuerzo del matrimonio, fueron ampliando el negocio, pasando de tener esos escasos empleados del principio a los actuales 250. Todo esto, además, compaginado con una familia numerosa de nada menos que seis hijos. «Mi vida ha sido del trabajo a casa y viceversa», cuenta y añade: «Como yo llevaba la responsabilidad de toda la Administración, incluso cuando estaba en la cínica después de dar a luz me llevaban las cosas para firmar o para que las aprobara».

Esta jiennense cuenta satisfecha que lleva trabajando desde los veinte años en Murcia y que, por ello, se siente una más en esta tierra. «Estoy muy orgullosa de lo que hemos hecho mi marido y yo porque han sido veinticuatro horas de trabajo y esfuerzo durante sesenta años», explica Isabel emocionada. Y es que, relata, la suya ha sido una lucha diaria siempre en pro del cliente, llegando a trabajar durante todo el fin de semana para ofrecer un buen producto, el cual afirma que hoy en día cuenta con la mejor tecnología del mercado.

Además, en las visitas a sus dependencias, este periódico contó con la presencia de uno de sus hijos, Francisco Jiménez, quien recalcó en más de una ocasión que su madre es el alma de Jiménez Godoy y que sin su beneplácito no se da ningún paso.

Pilar Fernández, trabajando por un mundo más justo y sin violencia

Premio eWoman a la Igualdad

En un mundo donde la desigualdad y la violencia de género sigue latente en la sociedad, las mujeres necesitan espacios donde sentirse seguras y salir de entornos tóxicos. Para liderar estos espacios se necesitan figuras femeninas con determinación, iniciativa y, sobre todo, mucha pasión por su trabajo. Este, aunque breve, es sin duda el perfil de la galardonada con el premio eWoman 2021 a la Igualdad: Pilar Fernández.

Esta murciana está al frente de la Federación de Organizaciones de Mujeres de Lorca, una entidad que busca promover la igualdad entre hombres y mujeres para conseguir un mundo más justo e igualitario. Además, entre sus objetivos también está el fomentar el asociacionismo para que la mujer esté en los lugares de participación y toma de decisiones.

Entre las actuaciones que están llevando a cabo actualmente, destacan los proyectos de empleabilidad y prevención de violencia de género en los institutos , así como las constantes campañas de visibilización en el municipio. Pero no todo queda ahí. Además, Pilar y su equipo, del que habla con un gran orgullo, ayudan a mujeres inmigrantes con el idioma, ya que el desconocimiento de este las pone en una posición de incomunicación muy frustrante.

Uno de los focos de acción de este equipo es la detección de situaciones de violencia de género. «Hay una cifra muy grande de mujeres víctimas de la violencia machista que, por miedo, guardan silencio dentro de sus casas», lamenta. Ante esto, recuerda, es muy importante concienciar a la sociedad, tanto joven como adulta, que muchas veces no es consciente de la gravedad que muchas mujeres viven en sus hogares.

«Cuando ayudamos a que las mujeres salgan de una situación así y vemos que es autónoma económicamente y emprende una vida nueva con sus hijos fuera de una relación tóxica en la que su vida corre peligro nos sentimos muy orgullosas», explica feliz, recordando que esto no podría ser posible sin las dos mil mujeres que la ayudan día a día.