David del Pino, managing partner de la consultora agroalimentaria Freshtrategy, hoy ofrece una charla en Murcia sobre «la especifidad de la hortofruticultura como negocio y en cuanto al desarrollo de capacidades y conocimiento».

Los hábitos del consumidor han cambiado después de la pandemia, ¿cree que esos cambios han venido para quedarse? ¿Hay un nuevo paradigma?

Las personas, en general, somos animales de costumbres. Es evidente que, ante grandes disrupciones, nuestro comportamiento se altera para adaptarnos al ambiente. Por ello, más allá de la consolidación del factor salud en la alimentación, me cuesta ver otros grandes cambios influidos por la pandemia que sean relevantes y que no estuvieran ya en marcha anteriormente.

En esta época de incertidumbres y cambios rápidos, ¿qué retos afronta el sector agroalimentario?

El sector está en reestructuración permanente. Que es como decir que vivimos siempre en una crisis sin fin. Los profesionales experimentados del negocio lo viven con normalidad, aunque no hay nada normal en nuestro sector. Los retos siempre están relacionados con la competitividad y la adaptación a nuevas exigencias de consumidores y clientes.

Tras toda una vida dedicada a la agricultura, ¿cómo ha visto evolucionar al sector?

Me atrevería a decir que trayectoria de la hortofruticultura en España es uno de los éxitos más enormes de toda la historia en el desarrollo y la transformación de todo un sector en la agricultura mundial. No hay muchos ejemplos comparables de creación de una industria exportadora y del clúster de conocimiento asociado viniendo de una enorme modestia de recursos y personas.

"En el futuro habrá supermercados mínimamente atendidos, distribución tradicional y comercio online"

¿Están cambiando las cadenas de distribución en su forma de vender? ¿Qué destacaría?

Los grandes palancas de cambio (drivers) del negocio están articuladas en torno a la salud, la conveniencia, la naturalidad del producto y las producciones cercanas o locales.

¿Cómo se están adaptando las empresas agroalimentarias a las nuevas prácticas sostenibles?

La sostenibilidad es la palabra de moda. Todo ha de ser sostenible, pero hay que recordarle al gran público que la sostenibilidad aparte de medioambiental también ha de ser económica y social. Este tema necesitará de un esfuerzo que requerirá de la complicidad y el respaldo de todo la sociedad y no sólo de las empresas agroalimentarias.

En su blog afirma que es una mala noticia que se vendan frutas y hortalizas ‘feas’, ¿por qué esa afirmación?

Ese artículo en mi blog levantó cierta polémica al considerarse que yo abogaba por una restricción de la libertad de los integrantes del negocio a vender productos «defectuosos». Tan sólo constataba algo que está bien estudiado. En mercados donde se venden categorías de productos de calidad inferior junto con otras normales se produce un efecto de arrastre de las medias de precios a la baja destruyendo el valor agregado total de mercado. Esto puede beneficiar a los consumidores en un primer momento, pero en commodities agrícolas terminará afectando al sector en su conjunto.

¿Están adaptándose el agricultor y las empresas agroalimentarias al entorno digital?

La promesa de la era digital en la agricultura tiene expectativas muy altas. Hay un tremendo interés en ámbitos financieros internacionales en el desarrollo de soluciones tecnológicas para la agricultura del futuro. La realidad actual es que muchas de esas soluciones están en etapas de desarrollo muy primigenias y cuesta evaluar su impacto. Dicho esto, el sector está siendo pionero en la adopción de automatización y sensorización de cultivos y procesos.

En cuánto a las perspectivas de futuro, ¿cómo cree que serán los supermercados del futuro?

Lo honesto sería decir que no tengo ni idea. Vemos una cierta efervescencia de los proyectos de supermercados mínimamente atendidos y sin cajas, pero me cuesta ver que el factor humano se pierda en las tiendas del futuro. En todo caso, creo que el futuro será diverso. Habrá supermercados mínimamente atendidos, distribución tradicional y, por supuesto, comercio online.

Hoy ofrece usted una ponencia en Murcia, dentro de un evento organizado por la consultora BIA3, titulada ‘Hacia la sabiduría hortofrutícola’, ¿Cuál es esa sabiduría?

Trata de la constatación de la especificidad de la hortofruticultura como negocio y, en especial, en cuanto al desarrollo de capacidades y conocimiento. Voy a intentar convencer a la audiencia de que hay un acervo colectivo de este sector que crea una cierta homogeneidad de comportamientos. Es como una música que todos los profesionales del sector terminamos por escuchar en nuestras cabezas y que nos hace bailar a todos al mismo ritmo.

¿Qué opina sobre la situación del Mar Menor? ¿Hay preocupación en el sector de la distribución?

La noticias que llegan a Europa no están matizadas. No llega la complejidad del problema ni sus múltiples orígenes. En los medios europeos solo llega la denuncia que indefectiblemente nos crea un problema de imagen que hay que atajar. Esa labor la llevan haciendo las organizaciones desde hace mucho tiempo, tratando de mostrar a la distribución, consumidores y resto de interesados la implicación del sector en la puesta en marcha de soluciones.