Son muchos los estudios que se han realizado en los últimos años sobre el impacto de la agricultura en la actividad económica en el Campo de Cartagena. Uno de los más recientes lo han llevado a cabo Joaquín Melgarejo, director del Instituto Universitario del Agua de la Universidad de Alicante; Mª Inmaculada López, del Departamento de Análisis Económico Aplicado de la Universidad de Alicante; y Alberto del Villar, doctor en Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá. En su estudio de octubre de 2020 Valoración económica de las actividades agrarias en el Campo de Cartagena tratan de cuantificar la incidencia de la actividad productiva sobre el conjunto de la economía de la Región, con indicadores y análisis económicos detallados.

Más allá de las cifras sobre las aportaciones al PIB de la Región y el peso en euros de esa actividad, repetidas una y otra vez, uno de los aspectos destacados de su estudio son las repercusiones en el tejido social y las relaciones con los movimientos demográficos.

Los autores del estudio concluyen que sería una catástrofe económica y social para la Comarca convertir el regadío a secano. «Se reduciría de forma importante la actividad económica y se perderían los mercados internacionales que tanto han costado conquistar. Posiblemente desaparecería entre un 80%-90% de la actividad económica, con deslocalización de las principales empresas relacionadas como suministros, transportes, industria agroalimentaria, etc.», argumentan.

Respecto al empleo, los expertos vaticinan que posiblemente fuera peor, ya que «desaparecerían la mayor parte de los empleos de menor productividad, y los de mayor productividad se deslocalizarían».

Según sus conclusiones, la agricultura de secano exige densidades demográficas bajas dada la reducción de la productividad y el mayor tamaño de las explotaciones. De este modo, la propuesta de vuelta a una agricultura de secano debería incluir un plan para el reasentamiento de decenas de miles de familias que dependen de los puestos de trabajo generados por la agricultura de regadío. La única forma de responder a esa propuesta de vuelta al secano es preguntarse qué se haría con esas familias. Y parece que la respuesta no es fácil.

Amortiguador para las crisis

Hay otro aspecto destacado de su análisis que tiene que ver con el dinamismo de la agricultura y su capacidad para adaptarse a las diferentes crisis que ha vivido la Región. «La capacidad del sector agrícola para confrontar los períodos de crisis mejor de lo que lo han hecho otros sectores como el sector servicios o el de la construcción. El modelo de agricultura diversificada que concatena campañas permite una mayor estabilidad en la oferta laboral y se convierte en amortiguador de los efectos que el desempleo tiene sobre otros sectores económicos en períodos de crisis», exponen.

En relación con las cuestiones sociales revelan que existe un alto grado de integración que permite la continuidad de actividades en el sector primario, al no estar desocupada la mano de obra temporal. «Esto ha dado lugar al establecimiento de los trabajadores con sus familias, siendo menor el impacto de los temporeros. La ocupación y el trabajo continuo permite la integración social del inmigrante y favorece la creación de climas sociales adecuados para el desarrollo del individuo. Es importante destacar la atracción de talento exterior gracias al establecimiento de industrias en la zona».

El impacto en las dinámicas migratorias es otra conclusión a tener en cuenta. Esto ha supuesto un rejuvenecimiento de la población con los efectos positivos que va a tener a medio y largo plazo, tanto por el perfil joven del trabajador agrícola, como por las dinámicas de reagrupamiento familiar de población inmigrante y por el impacto que tiene sobre la natalidad la llegada de población joven.

Asimismo, ha evitado la emigración de la población autóctona a Europa o regiones españolas más industrializadas durante las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo y ha conseguido fijar población en el territorio rural evitando el fenómeno de la’ España vaciada’, tan habitual en otras regiones y uno de los asuntos principales del ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico.