Son muchas las voces provenientes del PP, del Gobierno regional y del sector agrario que están culpando al acuífero cuaternario como principal (o, incluso, única) fuente de contaminación del Mar Menor. Sin embargo, expertos en la materia rechazan que actuando únicamente sobre las aguas subterráneas se pueda solventar el grave problema medioambiental de la laguna salada.

La bióloga y técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua Julia Martínez no cree que vaciar el acuífero sea la solución idónea porque «tendría poco efecto». En su opinión, «el problema no es el agua, sino los nutrientes», por lo que «hay que actuar en el origen». Recuerda que, según el estudio encargado por la CHS a Tragsa para evaluar la entrada de agua dulce a la laguna salada cifra estas aportaciones entre los 11,6 y los 8,5 hectómetros cúbicos anuales frente a los 40 hectómetros del agua superficial, entre las que se incluyen los excedentes de riego, las precipitaciones o la salmuera. 

Según estos datos empíricos, el agua subterránea es solo un 20% de la aportación total. 

Para Martínez, «la única explicación por la que el acuífero está lleno es porque hay una recarga procedente de los regadíos intensivos». Insiste en que no se llenaría si no hubiera estos «excedentes de riego, ya que no ha llovido más». Por lo tanto, «lo que hay que hacer es «reducir esa recarga»; o en otras palabras, disminuir la superficie de explotaciones agrarias, a través de las cuales hay una aportación de nutrientes al subsuelo. 

El catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia (UMU), Miguel Ángel Esteve, también insiste en que si el cuaternario está muy elevado «es porque hay actividad intensiva en 70.000 hectáreas del Campo de Cartagena» y, en la misma línea que Martínez, reclama que se actúe en la «raíz del problema», eliminando los regadíos ilegales, que se calculan en torno a las 10.000 hectáreas. Asimismo, habría que recuperar otras 3.000 para drenajes, «por lo que ya serían casi 15.000 hectáreas que dejarían de alimentar el acuífero», explica. 

La investigadora de la Fundación Nueva Cultura del Agua reconoce la existencia de contaminación histórica en el subsuelo, tal y como explicaban este fin de semana a LA OPINIÓN desde la Fundación Ingenio. «Los acuíferos contaminan por inercia durante mucho tiempo, acumulan meses y años de aguas tóxicas». 

Esteve, por su parte, critica que se busque bombear el agua subterránea para seguir usándola para regar, entrando así en un «bucle extraño», ya que los proceso de desnitrificación y desalobración no son cien por cien efectivos y se producirían rechazos que pasarían a ser vertidos al Mediterráneo. «Se calcula que allí acabarían más de 1.500 toneladas anuales de nitratos», añade. 

El catedrático propone «renaturalizar» la ribera de la laguna (las tres mil hectáreas de las que habla anteriormente) para crear «un sistema de drenaje natural» que traspire el agua, evitando así que se sobrecargue el acuífero. Además, este anillo serviría también para evitar que toda el agua de las avenidas que se forman tras las lluvias torrenciales acaben en el frágil ecosistema del Mar Menor.

Asimismo, Esteve asegura que los humedales de la ribera se encargan de limpiar gran parte de los nutrientes de las aguas procedentes del subsuelo, por lo que rechaza la «desconexión» entre el acuífero y el Mar Menor. «No entiendo que se quiera gastar dinero público para hacer una función que ya hacen los humedales.