Los últimos muestreos en la laguna salada han señalado hacia una nueva amenaza. La dinámica del ecosistema cambia cada día y lo que ayer parecía un problema hoy se ha podido resolver, pero también pasa al contrario. El grupo de investigación del catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia y portavoz del Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor, Ángel Pérez Ruzafa, lleva dos días siguiendo la pista a una ‘bolsa de clorofila’ que en un principio se formó al norte de las islas del Barón y la Perdiguera pero que ahora se ha desplazado hasta situarse entre las dos islas.

Esta ‘bolsa’, que se mueve en función de las corrientes, presenta una alta concentración de clorofila y el riesgo de que empiece a degradarse y que acumule más materia orgánica en la columna de agua, con el consumo de oxígeno que ello conlleva, preocupa a los investigadores. Esto llevaría a prolongar el episodio de anoxia (falta de oxígeno) en la laguna.

«Estos procesos son muy rápidos, el fitoplacton, o microalgas, empieza a morirse y se hunde si no hay movimiento por las corrientes, por lo que se acumula en el fondo y se descompone», desencadenando un proceso biológico por el que se consume oxígeno y genera sedimentos anóxicos en el lecho marino.

Ruzafa señala que hasta el jueves otro de los problemas era la estratificación puntual de la columna de agua que se había detectado en las cercanías de la rambla del Albujón. «Con la entrada de agua más fría y dulce, se formó una capa superficial», ocasionando que en zonas más profundas se forme una anoxia y acabe aflorando a la superficie como ocurrió en 2019. Por suerte, el viento de los últimos días deshizo esta estratificación. Tanto los equipos de la UMU, la UPCT y el Imida que pertenecen al Comité continuarán realizando mediciones todos los días.