«El dragado en la gola de Marchamalo será puntual, reversible y monitorizado», insistió ayer Antonio Luengo, consejero de Medio Ambiente, durante un encuentro informativo con los medios. El Gobierno regional ha solicitado al Ministerio de Transición Ecológica que se lleve a cabo esta actuación de «manera urgente» y de forma que se revierta la gola a la situación de 2011 para que se produzca el intercambio de agua entre el Mar Menor y el Mediterráneo.

Esta medida, anunciada por el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, el viernes pasado, tras la celebración de un Consejo de Gobierno Extraordinario se ha encontrado con el rechazo de la comunidad científica y los ecologistas, que censuran por completo la medida. El último en poner el grito en el cielo ha sido el Colegio Oficial de Biólogos de la Región, que ha tachado la idea de «temeridad y actuación contraria a toda evidencia científica».

Desde el órgano colegial han trasladado su «honda preocupación ante las actuaciones que anunció López Miras y recordaron al Ejecutivo autonómico que «mientras exista la agricultura intensiva de regadío los nutrientes acabarán indefectiblemente en el Mar Menor». Para calmar los ánimos, el consejero aseguró ayer que «en cuanto se volviera a la normalidad se podría revertir de manera inmediata». Además, aprovechó para criticar que el Ministerio haya dado luz verde a 50 millones de euros para dragar la ría de Oburgo en Galicia y no la laguna. Y anunció que iría a la justicia si la ministra no lo aprueba.

Desde el Comité de Asesoramiento Científico, en el que se apoyó la Consejería para determinar las actuaciones con las que pretende mejorar la situación actual del ecosistema, el catedrático en Ecología de la UMU Ángel Pérez Ruzafa señaló ayer que «dragar las golas no es una solución para los problemas crónicos del Mar Menor» y apuntó que los dragados podrían «acabar quitándole la capacidad de regeneración». Sin embargo, Ruzafa matizó ayer que sí recomiendan «dar mantenimiento» a las golas. «Un exceso de dragado perjudica al hacer el Mar Menor propenso a la eutrofización, pero un aislamiento excesivo también pondría en riesgo los flujos que necesita para vivir. Tenemos que lograr el equilibrio», detalló.

Además, indicó que ese mantenimiento busca prevenir los riesgos de una DANA. «Si entra agua dulce de forma masiva y no tiene salida se producirá un desastre», advirtió. El objetivo de la Consejería es dragar la gola para que exista una capa de agua de entre 0,5 y 0,75 metros. «En ningún caso es abrir un canal que salga al Mediterráneo», insistió Javier Gilabert, profesor de la UPCT y también miembro del Comité de Asesoramiento Científico. Según él, se trata de una «medida paliativa para ver si da un respiro al empeoramiento».

Ciencia y ecología, en contra

«En la comunidad científica hay consenso en que no es una solución. El dragado es un arma de doble filo, ya que se podría perder la singularidad de la laguna y haría que los políticos se acostumbren a no afrontar el problema de raíz», afirmó Miguel Vives, técnico del Instituto Español de Oceanografía. Desde Ecologistas, Pedro Luengo señala que «el problema es que se quiere poner en marcha una medida para dar la sensación de que se hace algo, pero el Mar Menor no es una piscina, es mucho más complejo», explicó Pedro Luengo, Por su parte, Pedro García, director de ANSE, alerta de que dragar la gola «reduciría la salinidad y propiciaría que haya ciclos más cortos e mortalidad como el que hemos tenido ahora».