La ganadería porcina en la Región de Murcia ha superado su producción máxima anual en un momento donde la polémica por este sector económico no deja de crecer debido al impacto ambiental que produce. El pasado año, el sector del porcino creció hasta llegar a los 2.120.158 cerdos, el censo más elevado desde los primeros registros oficiales creados a partir de 1975. El número de explotaciones ganaderas destinadas a esta especie llegaron a las 1.438 instalaciones con importantes diferencias en su distribución comarcal: 923 en el Valle del Guadalentín (ocho más que en 2019), 338 en el Campo de Cartagena, 93 en toda la Vega del Segura, 42 en el Noroeste, 34 en el Río Mula y 8 en el Altiplano.

La cabaña ganadera del porcino es la más numerosa en la Región de Murcia, creciendo un 17,7% desde 2015, seguida del ovino con más de 615.000 cabezas, del caprino con 213.000 cabezas y del bovino con 83.864 individuos. En cuanto al sector avícola, el último informe de estadísticas agrarias y ganaderas de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente cifra en 1.358.443 las gallinas censadas para comercialización de huevos.

El récord también se refleja en la producción de carne, ya que la porcina alcanzó las 361.704 toneladas el pasado año, mientras que la carne de ovino, bovino o conejo disminuyó. La producción cárnica de cerdo no tiene nada que ver con el resto de especies, ya que la segunda más numerosa es la aviar, con 40.000 toneladas. El sector ganadero de la Región produjo en 2020 un total de 439.955 toneladas.

Los ganaderos murcianos están obligados a reducir las emisiones de amoniaco y mejorar el control de purines

La ‘cara A’ de esta actividad denota que el sector se encuentra en buen estado de salud y que ha hecho frente a la bajada de ventas que se anunció por los sucesivos cierres del canal comercial de distribución para hosteleros debido al confinamiento y las restricciones a los bares y restaurantes. La ‘cara B’ apunta a un problema medioambiental creciente para el que se demanda una regulación completa de este sector predominantemente intensivo.

Daños medioambientales

La Confederación Hidrográfica del Segura estima en 11,2 hectómetros cúbicos la demanda de agua de la cuenca por parte de la ganadería regional, una mínima parte frente al 85% que demanda el regadío. Precisamente, en sus informes incluidos en la nueva planificación hidrológica hasta 2027, el organismo de cuenca señala que la contaminación producida por la ganadería en las masas de agua subterráneas del Segura se considera «despreciable frente al resto de presiones de fuente difusa». Por otro lado, sí señala como una fuente de contaminación para el Mar Menor las 446 explotaciones y las 786.864 cabezas de ganado situadas en la cuenca vertiente de la laguna.

Rubén Vives, de Ecologistas en Acción, remarca que el sector ganadero en la Región es «insostenible y especulativo». Los principales problemas directos pasan por «la generación de purines y contaminación de acuíferos, el consumo de agua, la ocupación del territorio y la generación de metano gas que provoca más efecto invernadero», detalla. La solución planteada: «Ordenar el sector y evitar la concentración de macrogranjas», un hecho sobre el que la Consejería de Ganadería no ha querido pronunciarse a preguntas de este periódico.

Estos problemas tienen ejemplos prácticos en la Región como la presión de las granjas en el norte de Lorca junto con la explotación y contaminación de los manantiales de la zona, y la instalación de una granja de la empresa Cefusa en el entorno del monte Arabí, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Nuevas adaptaciones

Tanto la Ley del Mar Menor como el reciente real decreto que regula la ordenación de las granjas porcinas intensivas son dos frentes normativos a los que el sector regional tiene que hacer frente sí o sí. «Ahora mismo hay una presión legal enorme y las empresas se están reconvirtiendo», remarca Ángel Faz, investigador responsable del grupo de Gestión, Aprovechamiento y Recuperación de Suelos y Aguas de la UPCT. «El protocolo es claro, para 2022 y 2023 hay que rebajar las emisiones de amoniaco (la ganadería regional es la segunda que más contamina tras Cataluña) y establecer un tratamiento de purines más sostenible».

La batalla de los ganaderos en el Campo de Cartagena pasa por «revalorizar» el tratamiento de purines, implementando nuevas prácticas que permitan gestionar legalmente los excrementos en la propia explotación «sin necesidad de moverlos de un lado a otro, con el gasto que conlleva». El recién creado registro de deyecciones ganaderas, al que tendrán que dar parte las explotaciones, deberá controlar su uso para emplearlo como estiércol. Faz trabaja además en técnicas de depuración del purín con el fin de emplear el excedente líquido para riego.

«Los ganaderos deben tener claro que cualquier mal uso del tratamiento de los purines puede acabar por alterar el terreno, afectar al acuífero o terminar en el Mar Menor cuando haya fuertes lluvias», remarca Faz. La ley deja claro que en la zona 1 (tramo más cercano a la laguna), no podrán ampliarse ni instalarse nuevas explotaciones ganaderas.