En el ecuador del verano, el Mar Menor vuelve a mostrar su cara y su cruz como en los últimos años. La capacidad de autorregulación del ecosistema por contener los niveles de clorofila, por ejemplo, choca con la continua entrada de nutrientes mezclada con agua dulce de las ramblas o el acuífero. Esa presión externa no le deja respirar ni un segundo y otro verano más la proliferación de algas fitoplanctónicas y el enfangamiento de los sedimentos se deja ver en la mayoría de playas.

El Mar Menor se encuentra en una «estabilidad aparente», tal y como señala en el último informe de seguimiento del estado ecológico del Mar Menor llevado a cabo por el departamento de Ecología e Hidrología de la Universidad de Murcia. Por una parte, reconocen los investigadores que la salinidad comenzó a recuperarse a principios de junio pero lejos de los niveles que realmente necesitaría la laguna.

«La diferencia entre los volúmenes de nutrientes que siguen entrando en el ecosistema y las concentraciones encontradas en la columna de agua, sigue confirmando la respuesta progresiva de recuperación del ecosistema y su capacidad de autorregulación», señala el informe. Por otro lado, hay que tener en cuenta que las altas temperaturas es otro factor a tener en cuenta por la posible proliferación de más algas y la bajada de los niveles de oxígeno.

«Con la cantidad de agua que está llegando por la rambla del Albujón y del freático, cargada de nutrientes, si se le suma tres o cuatro días de temperaturas altas y sin viento, podemos volver a tener otro episodio importante de crisis eutrófica», señala el catedrático Ángel Pérez Ruzafa, portavoz del Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor.

En el punto de mira está el nivel de oxígeno. Desde finales de junio el nivel está cayendo pero el último seguimiento señala que se mantiene dentro de los parámetros normales para la época. Aún así, hay dos episodios, «dos bajadas puntuales relevantes» que han sucedido desde el último informe de mayo. «Una a principios de junio, localizada en la zona de influencia de las encañizadas del norte, donde la concentración de oxígeno bajó del 50% de saturación y valores de 3 mg/l», subraya Ruzafa en su informe.

Por otro lado, cerca de la desembocadura de la rambla del Albujón se registró otra baja concentración de oxígeno, «con niveles próximos al 74% de saturación en el fondo y concentraciones de 4,6 mg/l». Para el primer caso, Ruzafa destaca que cualquier actividad de mantenimiento de las golas y encañizadas, «que suponga la resuspensión de materiales del fondo, debe estar excluida en los meses de primavera y verano por el efecto negativo que puede tener el aumento de materia orgánica particulada en la columna de agua sobre los niveles de oxígeno».

Nivel freático

El elevado nivel freático se ha traducido también, destaca Ruzafa, en la proliferación de algas (cladóforas, ulvas, enteromorphas, etc.) en las zonas de playa con la consiguiente acumulación de materia orgánica y enfangamiento de los sedimentos. «Ello ha inducido también bajas concentraciones de oxígeno y producción de sulfhídrico». El elevado nivel freático induce también a la aparición de lagunajes y el aumento de las poblaciones de mosquitos, así como el crecimiento de carrizos en la arena a pie de agua».

El catedrático, que reclama desde hace años reducir la presión del acuífero rebajando el nivel freático entre 1,5 y dos metros, ve necesario retirar periódicamente la acumulación de algas en las playas como ocurre en Los Nietos, Los Urrutias y otras poblaciones ribereñas del Mar Menor que sufren el problema de estancamiento de la ‘ova verde’ o biomasa con la aparición de fangos, secos y lodos. «Cada semana es necesario sanear las playas, que los operarios retiren las algas para que no acaben descomponiéndose».

La parte positiva en cuanto al oxígeno es que la reducción de este elemento en las capas más profundas de la laguna se ha disipado, una tendencia que se suele producir por la entrada masiva de agua dulce y más durante las últimas primaveras.