La Universidad de Murcia (UMU) ha vuelto a triunfar una edición más con su curso ‘La divulgación científica: un relato transmedia’, que ha contado con relevantes expertos y que ha tenido una gran acogida. En esta ocasión, lo más destacado ha sido «el compañerismo entre los profesores y alumnos», según explica Verónica Pardo, una de las coordinadoras del evento, que se ha celebrado online los días 14, 15 y 16 de julio. La organizadora, que además fue una de las ponentes, remarca que una de las novedades fue la implementación de un modelo más «práctico», dando lugar a los «nuevos formatos» de divulgación, relacionados con las redes sociales y las artes gráficas.

Entre los divulgadores de esta edición han destacado Pablo Barrecheguren y Pere Estupinyà. El plantel de expertos ha generado una gran expectación para las próximas ediciones del curso que ya se ha convertido en una «tradición» , afirma Pardo.

Pablo Barrecheguren: neurocientífico, guionista y divulgador

Pablo Barrecheguren es doctor en Biomedicina especializado en Neurobiología, más conocido por sus participaciones en medios, libros o proyectos audiovisuales, como su canal de Youtube ‘Neurocosas’ o su nueva obra ‘El cerebro humano. Explicado por el Dr. Santiago Ramón y Cajal’. 

Este zaragozano, que fue uno de los ponentes del curso de la UMU, aconseja a los estudiantes que quieran dedicarse a esta práctica a «que sus primeros pasos sean la reflexión sobre el formato en el que más interesados estén y que les sea conveniente para comunicarse»; pone como ejemplos escribir o hacer vídeos. Tras conocer el formato, «se pueden usar muchísimas herramientas para hacer entender al público, en el que hay que pensar siempre porque a él va dirigido», dice Barrecheguren.

Como alguien dedicado a la divulgación, recomienda que las primeras incursiones sean «ir probando, más que meterse de lleno» porque, según dice, en España llegar a hacerlo de manera profesional es algo «muy complicado» porque, básicamente, «no hay muchos puestos de trabajo» a los que se pueda acceder.

Además, «aunque la pandemia haya hecho que más personas apreciaran el trabajo científico, no se traduce en mejoras para los trabajadores» y ha hecho aún «más complicada la situación». Afirma que muchas de las plataformas de difusión «han visto su capacidad temporalmente deteriorada» a causa de las «restricciones aplicadas y la crisis». «Se vio en charlas y espectáculos, que dependían de la celebración de eventos y congresos, o con medios culturales que dedican un espacio para la divulgación, que han reducido el número de publicaciones o lo que se paga por artículo».

Sin embargo, resalta el «importante trabajo» que hicieron sus colegas ante la «falta de estructuras de comunicación científica institucionales fuertes» en el comienzo de la crisis del coronavirus. Opina que era un sector que «tendría que haber estado mejor», pero agradece a «los grupos de divulgadores y profesionales en los medios que han ayudado a solventar la necesidad de información rigurosa que ha habido durante toda la pandemia».

Para Pablo, esa rigurosidad que tuvieron fue «esencial», porque ese es el trabajo del divulgador: «hacer entender al público manteniendo el rigor».

Pere Estupinyà: bioquímico, divulgador y presentador de "El cazador de cerebros"

Pere Estupinyà cree que es «muy beneficioso» que los estudiantes de ciencias manejen herramientas de divulgación aunque no se quieran dedicar a ello», porque «les serán necesarias en cualquier momento» y, además, «ayudan a pensar de una manera diferente, más amplia, multidisciplinar y cercana a la sociedad».

Aun así, piensa que para llegar a serlo, el divulgador debe tener «de manera imprescindible» una atracción innata por la actividad, básicamente porque se trata de «una profesión que requiere mucho esfuerzo y que no está valorada». En parte, por «las muchas personas que lo hacen de forma altruista y amateur y dificultan que se pueda profesionalizar», aunque no pone en duda la necesidad de «aprovechar las oportunidades, buscar los espacios, probar y de ir avanzando hasta encontrar un nicho», sin dejar a un lado «la actitud y capacidad de esforzarse».

Y es que para el comunicador catalán no se puede ver al divulgador como «un traductor de científicos» o «alguien con la capacidad de explicar las cosas de manera sencilla o con anécdotas y humor». De hecho, piensa que «la divulgación debe ir más allá y no dedicarse a explicar lo que los científicos quieren explicar, sino escoger los temas que son relevantes para las personas». Incluso llega a decir que estos pueden llegar a ser «demasiado celosos del rigor, lo que es un error» porque no se centran en lo que «queda en las neuronas de la otra persona». 

De todas maneras, y aunque llegue a parecer que «no tengan idea de divulgar» le parece importante que se «generara mucha cercanía con los científicos, que han estado constantemente apareciendo en los medios». De mantenerse esto así, sería una oportunidad para la divulgación y para afrontar el «reto informativo» que considera que está teniendo lugar y lo tendrá en el futuro: «las noticias falsas, la posverdad, las teorías conspirativas y las pseudociencias».

Su solución a estos problemas recae en la «confianza de la población en la ciencia» que se mantiene, aunque haya momentos en los que puedan «aparecer dudas», algo que ve como «normal». No obstante, advierte que se trata de un tema en el que debemos estar siempre «alertas» para poder luchar contra él, apostando por «una sociedad bien informada» que tenga la capacidad de «tomar buenas decisiones».