La utilización de plásticos en general puede tener un potencial impacto en el medio ambiente, por lo que el reciclaje es una prioridad. No obstante, no sería justo demonizar el plástico e ignorar todos los beneficios que aporta a la agricultura.

El uso de plásticos se introdujo en los países desarrollados en la mitad del siglo pasado, mientras que los países en vías de desarrollo adoptaron esta tecnología ya en los años noventa. Y en el Campo de Cartagena somos punteros en las tasas de reciclaje en el sector primario.

Algunas de las aplicaciones y beneficios más destacados del plástico para la producción de alimentos son, por ejemplo, en las mallas anti-granizo, en el acolchado, en las mallas para sombreo, los invernaderos y en los envases de los productos y fertilizantes. 

El uso de estos polímeros es fundamental para la práctica agrícola y, pese a lo que se puede pensar, no solo no tienen un impacto negativo, sino que también aportan beneficios más allá del mero cultivo de plantas.

Entre ellos, podemos destacar una menor dependencia de los herbicidas y pesticidas, una mayor protección de los productos alimentarios mejorando su conservación y grandes aportaciones en materia de seguridad alimentaria y comercialización. También aporta una mejora en la gestión y el uso del agua, ya que la tecnificación del riego —condición cada vez más imprescindible en la producción frutícola y hortícola avanzada— contribuye a este despliegue de uso de plásticos de tendidos de tuberías, mangueras y cintas de diversa composición, geomembranas para revestimientos de embalses, canales y otras obras de regadío.

Pero pongamos algunos ejemplos más concretos. El uso de cobertura plástica del suelo disminuye la evaporación de agua de riego, mejorando la retención de humedad, a la vez que evita el contacto de frutos con el suelo, lo que influye directamente en la calidad y seguridad alimentaria de los productos.

Cabe mencionar la técnica de biosolarización, utilizada como una alternativa ecológica para la desinfección del suelo. Esta práctica se basa en el control de insectos y bacterias del suelo, fundamentada en la acción fumigante de las sustancias volátiles resultantes de la biodescomposición de material vegetal fresco y/o estiércol, y como consecuencia del uso de cubiertas plásticas en el terreno junto con el calor de la radiación solar.

Solo con ver las cifras del cultivo bajo invernadero, como principal consumidor de insumos plásticos dentro del ámbito agrícola, nos podemos hacer una idea de este potencial. España es el segundo país del mundo en cuanto a superficie agrícola dedicada a la producción hortofrutícola en invernadero permanente, solo por detrás de China con 82.000 hectáreas. Almería y la Región de Murcia son las comunidades españolas que están en la cabeza en este sistema de producción.

El sector agrícola hace años que incluyó el reciclaje como una operación prioritaria, dentro de las operaciones y procesos que se llevan a cabo. Por aportar datos concretos, según ANARPLA (Asociación Nacional de Recicladores de Plásticos), en Murcia se generan más de 30.000 toneladas de residuos agrícolas, de las cuales el 75%-85% son recicladas. Pero, lo que resulta más interesante: de las 170 mil toneladas de residuos agrícolas generados hasta finales de 2021, Murcia tendrá capacidad para reciclar el 80% del total.  Es decir, Murcia es pionera en el reciclaje de residuos plásticos finos (usados en acolchado) cuyo procesado resulta complejo al contener un alto porcentaje de tierra, entre un 50%-70%).

Sobre el uso de materiales biodegradables

En cuanto al uso de materiales biodegradables, ANARPLA señala también que hay un camino por recorrer, no solo en lo que se refiere al desarrollo de plásticos con iguales propiedades y funcionabilidad que los convencionales, sino por los problemas aun no resueltos que su reciclaje plantea dentro de la cadena de producción.

Estos materiales no son reciclables junto al resto de plásticos y generan un impropio en las plantas de procesado de plásticos. La dificultad del usuario para identificarlos y depositarlos de forma independiente como compostables, unido a la dificultad para separarlos en las plantas de selección cuando se han depositado erróneamente en el contenedor incorrecto, genera un perjuicio económico y ambiental por la pérdida de eficiencia del proceso y de la calidad del material reciclado por estar contaminado, llegando incluso a resultar una pérdida total del material. Por tanto, el uso de estos plásticos biodegradables debe realizarse cuando la recolección y separación de estos no resulte un desafío en cuanto al gestión adecuada de estos residuos.

Deshacernos de los contaminantes plásticos es sin duda una tarea prioritaria. En todos los ámbitos y sectores, se debe potenciar y desarrollar una cultura de reciclaje y reutilización de estos materiales de forma que estos se integren en la sociedad, en general. El reciclado ya debe tratarse como una industria de materiales secundarios, no solo como una extensión de gestión de residuos.