Una de las críticas más recurrentes que recibe la actividad agrícola del Campo de Cartagena es la de considerarla como un tejido de grandes empresas que da beneficio a unos pocos. Pero ¿qué hay de cierto en esta acusación? ¿Es una realidad o un falso mito? Veamos lo que dicen los datos oficiales, así como diversos estudios elaborados por catedráticos y profesores de Universidad.

Según datos del Instituto de Fomento de la Región de Murcia, en cuanto al tejido empresarial en esta zona, podemos encontrar que hay más de 200 empresas (productoras y comercializadoras) que ejercen su actividad en el Campo de Cartagena. Estas empresas son fundamentalmente pymes, en su mayoría pequeñas y medianas empresas familiares, que han ido adaptándose a los cambios y necesidades del entorno y de la sociedad y que hacen un esfuerzo diario en sacar las producciones adelante y abastecer a una población creciente. Ellos demuestran ser conscientes de la necesidad de adecuar su forma de trabajar hacia un modelo sostenible y tecnificado desde un punto de vista social, económico y medio ambiental.

Además, según datos oficiales de la Comunidad del Campo de Cartagena, aquellos agricultores con superficies menores a 20 hectáreas representan cerca del 91% del total de los agricultores, mientras que aquellos agricultores con explotaciones superiores a 100 hectáreas sólo representan un 1,13% del total.

Por tanto podemos concluir que se trata en su gran mayoría de pequeños agricultores, un modelo de pymes que generan una enorme cantidad de trabajo y riqueza en la Región, ayudando a luchar contra el despoblamiento rural, fijando población al medio rural, tal y como se concluye de un estudio de la Universidad de Alicante . Dicho estudio —elaborado por Alberto del Villar García (Universidad de Alcalá), María Inmaculada López Ortiz (Universidad de Alicante) y Joaquín Melgarejo Moreno (Universidad de Alicante) sobre valorización económica de las actividades agrarias en el Campo de Cartagena— concluye que las actividades relacionadas con el regadío generan un valor añadido bruto de casi 2.800 millones de euros anuales, empleando a unos 47.400 trabajadores a tiempo completo. Esta cifra representa el 37% del Producto Interior Bruto de la comarca, el 8,5% del PIBpm de la Región de Murcia y el 0,22% del PIBpm del conjunto de toda España.

El estudio también destaca que el sector es tan competitivo y satisface a una demanda de tal volumen que no existe una competencia interna en la producción agraria. Casi todo lo que se produce tiene salida para el mercado a precios competitivos y mantiene un nivel de renta agraria superior a la media nacional.

Por otro lado, bien como proveedores o como clientes, se han integrado actividades en diversas formas de colaboración. De esta manera, la cadena de valor de los productos se ha extendido más allá de la producción hacia actividades de distribución y comercialización o la industria agroalimentaria de la zona.

De entre todas las actividades, encontramos semilleros y multiplicación de plantas, otras empresas de procesado y envasado de frutas y hortalizas, empresas de envases y embalajes, de estructuras metálicas, de maquinaría agraria, de depuración y distribución de agua, empresas de transporte y actividades anexas, empresas de trabajo temporal y así, muchas más.

En la comarca del Campo de Cartagena tenemos casi unas 20.000 empresas con su sede en alguno de los municipios que la integran. De estas, menos del 2% son empresas de más de 20 trabajadores (386 empresas) y unas 165 integran el sector de industrias alimentarias.

En definitiva, el gran valor de la agricultura del Campo de Cartagena es incuestionable, como sector potenciador tanto de las exportaciones nacionales, generador de empleo y riqueza, fijador de la población a los territorios y también como dinamizador de la actividad social del entorno donde se desarrolla.

Pero también es incuestionable que la mayor parte de los agricultores y empresas agrarias del Campo de Cartagena está conformada por pequeñas y medianas explotaciones y empresas familiares que conforman el tejido industrial de la Región, resulta impensable señalar a la agricultura como fuente de riqueza para unos pocos. El término ‘agroindustria’ ha sido denostado por la sociedad y se le ha asociado la producción de alimentos y obtención de beneficios de unos pocos, cuando nada tiene que ver con la realidad del campo y el ecosistema en el que vive.