Con motivo del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, que se celebraba el pasado día 15, ancianos de la Región y del resto de España tomaban la palabra para recordar que siguen siendo personas, pese a que la edad haga mella con achaques físicos y en ocasiones mentales. En el ocaso de la vida, elegir vivir en una residencia es, para quienes así lo deciden, optar por la calidad de vida. Se acabó esa imagen de centro lúgubre en el que se ‘aparca’ a los mayores: se trata de recintos en las que a los internos no les va a faltar de nada, pues cuentan con una serie de comodidades que hacen más fácil el día a día de una persona que empieza a tener sus pequeñas dificultades y necesita que le echen una mano. 

Con los datos en la mano, en la Comunidad murciana hay alrededor de 5.000 personas que viven en una residencia, bien sea públicas o privadas. En estos centros, sus hogares en el crepúsculo de su trayectoria vital, encuentran no solo alojamiento y los servicios médicos que se presuponen, sino, por encima de todo, compañerismo y amistad. Además, los mayores de las residencias pueden realizar actividades para mantenerse activos tanto física como mentalmente.

El Instituto Murciano de Acción Social (IMAS) detalla que las residencias «son centros que ofrecen vivienda permanente y atención integral a las personas mayores que, por su problemática de salud, familiar, social o económica, así como por sus limitaciones de autonomía personal, no pueden ser atendidos en sus propios domicilios».

Dejan claro que «la residencia ofrece atención integral: para ello cuenta con servicios de atención sanitaria, social, rehabilitadora y ocupacional, así como la posibilidad de participar en actividades de carácter socio-cultural y recreativo».

Y, en estos tiempos de incertidumbre que en España arrancaron en marzo de 2020, una buena noticia por fin gracias a la ciencia: los centros de mayores y de discapacitados de la comunidad acumulan más de tres meses sin contagios de covid gracias a la vacunación de más del 94 por ciento de sus usuarios. Las residencias son ‘covid free’, con la tranquilidad que eso da a internos y allegados de los mismos. Ahora, vuelven a ser lugares de encuentro, los familiares pueden cruzar la puerta y los usuarios vuelven a salir sin tener que guardar después cuarentena alguna ni permanecer en aislamiento.

Las vacunaciones en residencias murcianas arrancaron el 27 de diciembre de 2020 al ser un colectivo prioritario y sólo unas semanas después lograba unas tasas de cobertura que superaba el 80 por ciento, llegando al 94 por ciento cuando se finalizó con este grupo de edad. Pese a la mejoría, la Consejería de Política Social no baja la guardia: los protocolos siguen activos, por si acaso.

Vivir en una residencia es una circunstancia más en la cual las personas mayores siguen siendo titulares de sus derechos humanos: a la vida, a la salud, al libre desarrollo de su personalidad (a elegir sus relaciones personales), a la libertad de movimientos, a la intimidad, a la vida familiar... incluido al máximo nivel de calidad de vida. Es necesario que personas residentes y sus familiares participen en la toma de decisiones que les afectan.

Aunque se hayan pasado años, incluso décadas, en una misma casa, conforme uno se va haciendo mayor el cuerpo no es lo que era, y el entorno del hogar conocido no siempre es el más acorde para poner en marcha actividades propias de la edad crepuscular, unida a la condición física. Esto, en ocasiones, puede desencadenar en situaciones de ansiedad y hasta depresión. Ante este escenario surge como una solución cada vez más extendida, lejos de los estigmas de otros tiempos, las residencias para personas de la tercera edad. Los de la Región cuentan con un entorno agradable y están llenos de profesionales especializados, movidos por la vocación, que se dejan la piel en que los internos disfruten de una excelente calidad de vida.