Desconocido para muchos y difícil de abordar desde el punto de visto científico, el ruido submarino se ha convertido en un gran reto ambiental y legislativo por el impacto negativo que tiene sobre los cetáceos, pero también sobre otras especies de peces, bivalvos o moluscos. El tráfico marítimo comercial y las embarcaciones recreativas son las principales causas de este contaminante ambiental. Hasta ahora se sabe poco sobre los efectos negativos que provoca en cetáceos como los delfines, ballenas, calderones o cachalotes pero se conoce algunos detalles como que puede provocar pérdida de audición, desorientación, estrés con afección al sistema inmunológico o cambios de comportamiento en las poblaciones o en las rutas migratorias.

Dentro del nuevo ciclo de Estrategias Marinas del Ministerio para la Transición Ecológica, la sede en San Pedro del Pinatar del Instituto Español de Oceanografía tiene como prioridad estudiar el ruido submarino y su afección sobre las especies marinas que residen en la costa de la Región de Murcia o están de paso. La asociación ANSE fue de las primeras organizaciones interesadas en el empleo de hidrófonos para localizar poblaciones de delfines o calderones en la costa levantina, pero también para registrar el ruido originado por la pesca tradicional más pegada a la costa. «La mayor parte del tráfico mercante de embarcaciones grandes y rápidas que pasan por la Región se alejan a partir de Cabo de Palos», señala Pedro García, director de ANSE, «los mercantes rápidos no llegan a estar cerca de las áreas de mayor interés de la población de calderón común».

Hasta ahora, uno de los organismos que más ha estudiado el ruido submarino ha sido el Centro Tecnológico Naval y del Mar (CTN), con sede en el Parque Tecnológico de Fuente Álamo, quien en diferentes proyectos ha desarrollado metodologías para medir, procesar y simular el ruido bajo el agua, en concreto el ruido impulsivo (sonidos de corta duración y alta intensidad). También han colaborado en la elaboración de mapas de densidad de tráfico marítimo en el mar Mediterráneo y entre sus trabajos más importantes está el proyecto Silemar, dedicado estudio del ruido submarino en áreas marinas protegidas como la reserva marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas.

En el trabajo que realizaron desde el CTN se puede apreciar en los mapas de ruido la ‘autopista’ que buques y cargueros emplean para rodear el cabo. «Se puede detectar un aumento relativo de la densidad de tráfico durante los meses de verano, y, en particular, un aumento de la densidad de tráfico en las zonas más cercanas a la reserva», señalan desde el centro.

«En determinados momentos del año en algunas zonas costeras de la Región se llegan a concentrar muchos barcos deportivos, sobre todo, frente La Manga», recuerda Pedro García, quien incide en la necesidad de estudiar este contaminante acústico, sobre todo, porque el paso migratorio de muchas especies de cetáceos por la Región coincide con una mayor concentración de embarcaciones frente a la costa.

Siete especies de cetáceos en las costas regionales

En las costas de la Región de Murcia hay siete especies de cetáceos que se suelen ver con frecuencia. Las poblaciones de delfín listado, delfín mular y el calderón común suelen ser las más predominantes en nuestras costas. Otras especies como el rorcual o el cachalote son también avistadas, con menos frecuencia, pero que de vez en cuando se ven, así como el calderón gris o el delfín común. También se ha registrado el paso de la yubarta o ballena jorobada, señala Pedro García, director de ANSE, quien remarca que entre los incidentes más importantes que se han registrado con cetáceos es cuando se encuentran cerca de las artes de pesca.  

La empresa Cetáceos & Navegación, con sede en el Puerto de Mazarrón, dedica parte de su actividad cada año a realizar un censo poblacional de cetáceos en las costas de la Región. El pasado año avistaron 78 delfines listados, 35 delfines mulares o 23 calderones comunes, así como dos rorcuales y ocho tortugas bobas, señala Antonio Méndez, fundador de la empresa y patrón de uno de los barcos con los que realizan salidas turísticas para avistar estos ejemplares. Debido a la pandemia y el confinamiento, las salidas fueron menos numerosas y por lo general, años anteriores se llegan a registrar más de 250 ejemplares de cetáceos.