El 9 de junio de 1982 -cuatro décadas harán de aquello el próximo año-, el rey emérito firmó el texto que concedía a Murcia la autonomía. Aquel fue el día en que nuestra comunidad -hasta ese momento, ni siquiera entendida como tal- cambió para siempre, adhiriéndose oficialmente a la España democrática que trajo consigo la aprobación de la Constitución de 1978. Lecciones de historia aparte, sirva esta introducción para contextualizar la fecha elegida por las Marchas de la Dignidad y el Plan de Choque Social -que acomodan a más de cuarenta organizaciones civiles- para volver a tomar las calles de la capital del Segura. Desde luego, la hoja marcada en el calendario no podía ser más simbólica y, a la par, estratégica: «El objetivo es convertir el Día de la Región en el día del pueblo murciano y no en una jornada puramente institucional con un acto político en el que el pueblo no puede participar y sus representantes se hacen la foto», señalaba este lunes Ginés Fernández, portavoz de las ‘columnas’, durante la presentación de la convocatoria. Y aunque dicho acto ya se celebraba con total normalidad en San Pedro del Pinatar para cuando los cerca de cinco mil manifestantes se empezaron a congregar en Gran Vía -pasadas las doce de la mañana-, la multitudinaria respuesta de los ciudadanos al llamamiento de la citada plataforma hizo de esta trigésimo novena conmemoración del 9 de junio algo diferente.

Desde luego, eran muchos los motivos para entenderla como algo ‘distinto’. Para empezar, las necesarias distancias de seguridad entre los manifestantes lastraban la sensación de masa, y además las mascarillas antecedieron a las gargantas, que aunque no renunciaron a entonar soflamas como ‘Menos pin y más pan’ o ‘Más inversión en Educación’ -la marea verde fue, una vez más, de las más activas-, en esta ocasión cedieron protagonismo a las pancartas que adornaban las diferentes ‘columnas’, a saber: la blanca, por la sanidad y los servicios sociales, que partió desde el Hospital Reina Sofía; la naranja, que salió desde la Iglesia del Carmen en representación de los barrios y asociaciones vecinales; la azul, que desde Juan XXIII marchó por la defensa del medio ambiente y, más concretamente, del Mar Menor; la roja, por el empleo, la igualdad y la inclusión, que avanzó desde la Plaza de Agustinas, y la verde, ya citada, cuyo punto de encuentro se estableció en La Fama, donde comenzaron las proclamas por la cultura y, especialmente, la educación.

Entre los lemas que pudieron leerse destacaron los que alertaban del estado de la laguna: una enorme bandera negra con la inscripción ‘Queremos un Mar Menor vivo’ capitaneaba la marea azul, salpicada de fúnebres cruces negras con la imagen de un caballito de mar y mensajes como ‘Stop ecocidio’ o el de la Asociación de Vecinos de El Mojón (San Pedro), que pedía el fin de las inundaciones. También se acercaron a Murcia capital los yayoflautas de Lorca y los pensionistas de Archena, en una columna que también pedía justicia para los fallecidos «por abandono» en la Residencia Caser de Santo Ángel.

En cuando a los marchantes por la educación, el Colectivo Carmen Conde exigió un sistema «popular y liberador», mientras que al frente de la marea verde pudo leerse un mensaje que pedía la ‘Consolidación del personal interno en abuso de temporalidad’. Los manifestantes también reclamaron soluciones ante el terrorismo machista, la absolución de los tres jóvenes detenidos en los disturbios de las vías en 2017 y, cerrando la larga cola, el Partido Comunista e Izquierda Unida con un letrero con el lema ‘Una región con mucha clase (obrera)’.

Aunque, por encima de todo lo demás, fue la particular bandera de la Región que portaba un buen número de manifestantes la que centró todos los flashes. En ella, las siete coronas y los cuatro castillos de la tradicional enseña murciana fueron sustituidos por elementos icónicos de cada movimiento reivindicativo: la sanidad y la educación públicas copaban la esquina superior izquierda, mientras que los derechos sociales (por una Región igualitaria, sostenible, solidaria, inclusiva, feminista...) ocupaban el margen opuesto. «Esta es nuestra bandera, la bandera del pueblo, la que representa la dignidad y la lucha de los murcianos y las murcianas que no se achantan frente a los ataques del neoliberalismo y las corruptelas de nuestros representantes», apuntaba la organización en una nota de prensa reemitida a los medios.

No obstante, en la marcha sí participaron algunos miembros de la clase política, y lo hicieron, de hecho, por petición de los organizadores. Fue el propio Gines Fernández quien solicitó a los partidos más afines que en este día estuvieran «con el pueblo y no de palmeros de un Gobierno ilegítimo que se sustenta en la corrupción política». Fue el caso, por ejemplo, de los diputados autonómicos del PSOE Pedro Lucas, Lara Hernández y Alfonso Martínez, entre otros.

El manifiesto

Aunque el momento culminante del acto tuvo lugar con la lectura del manifiesto preparado por los organizadores y escrito a varias manos por diferentes agentes sociales. El texto fue leído en la desembocadura de Gran Vía, frente al Puente de los Peligros y bajo un sol de justicia -rondaba la una del mediodía-, por Encarna Aguirre, de Rascasa; Joaquín Sánchez, el cura de la PAH; la escritora Cristina Morano; Belinda Ntutumu, de Afromurcia; Pedro Luengo, de la plataforma SOS Mar Menor y Ecologistas en Acción, y por Marisa Maldonado, en representación de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos de Murcia. Aguirre, la primera en tomar la palabra, recordó las demandas ya casi históricas de las diferentes columnas -«¡Sobran los motivos, compañeros y compañeras!», gritó para los congregados-, mientras que Joaquín Sánchez fue más concreto en la solicitud de «un plan de reconstrucción social para la Región» que busque «‘reconstruir, construir y transformar’ -haciendo uso del lema que unificó la marcha- esta tierra maltratada, cuyo patrimonio natural esta siendo expoliado de modo insostenible mientras sufrimos la crisis sanitaria, económica y social producida por el coronavirus. Las políticas económicas -añadió- nos están dejando empobrecidos y sumidos en la desigualdad».

Tras ellos, fue Cristina Morano quien tomó el micrófono para subrayar que Murcia se encuentra «a la cola de casi todos los indicadores de calidad de vida: índices de pobreza, eventualidad laboral, bajos salarios y pensiones, violencia, brecha salarial de género, segregación de minorías migrantes, desahucios...». También aprovechó su ‘atril’ para criticar duramente a un Ejecutivo Regional «en la ruina moral» y que «no tiene legitimidad». «Vivimos una situación de excepcionalidad democrática, con las instituciones corruptas, la Asamblea tomada por tránsfugas y la Consejería de Educación adjudicada a la extrema derecha. El Gobierno del PP se ha convertido en un pozo negro que nos precipita a la ruina a todos», aseguró. Y en la misma línea continuó Ntutumu, quien apuntó que, «ante esto», el equipo de López Miras «solo sabe dedicarse a favorecer a los empresarios del juego y a la patronal de la agroindustria, que tiene carta blanca para destruir el Mar Menor con sus vertidos». Por eso, la fundadora de Afromurcia apostó por que, de ahora en adelante, el 9 de junio sea un día «para que la ciudadanía exprese su soberanía democrática y para hablar de lo que realmente queremos construir entre todos; un día para saludar a la Región del futuro, el día de la refundación murciana».

Por último, Pedro Luengo exigió una comunidad «ecológicamente sostenible, con una administración ambiental suficientemente dotada de personal y medios que pueda afrontar la actual crisis climática y que sea capaz de recuperar el Mar Menor», pero, sobre todo, reclamó la creación de un «consejo mixto entre el Parlamento Regional, funcionarios y organizaciones de la sociedad civil que garantice la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones». Mientras que Marisa Maldonado, la encargada de cerrar el acto, pidió una Región de Murcia «que se sitúe culturalmente en el siglo XXI, que respete los derechos humanos y en la que nunca más se abandone a la mayoría por los intereses de unos pocos. No podemos seguir soportando políticas fiscales de saqueadores...», aseveró en relación a los impuestos a las grandes fortunas y el de los bienes inmuebles.