El flujo de residuos más grande de la UE está constituido por los residuos de construcción y demolición, los cuales representan más de un tercio de la generación total de residuos. Aun así, según datos oficiales, sólo el 25% de los desechos de las obras llega a las plantas de tratamiento de residuos para ser reciclados. Además, España es uno de los países que más escombros genera por habitante, alcanzando una tonelada al año, y este tipo de residuos supone el 40% del total generado, lo que representa entre un 10% y un 15% más que la media europea.

En este sentido, a pesar de que la normativa europea fijaba para el pasado año 2020 que el 70% de los residuos generados por el sector de la construcción deben reciclarse, en España este porcentaje solo alcanza el 40%. Unas cifras de reciclaje muy bajas a pesar que los RCDs son valorizables en porcentajes cercanos al 100%.

Los residuos de construcción y demolición (RCD) son, con un 30% del total, y tras los urbanos, el segundo residuo en volumen y peso en la Unión Europea. Los RCDs son, una vez procesados como Áridos Reciclados, el más claro exponente de aplicación de la filosofía de la Economía Circular: reutilización, reducción, minimización de impacto, bajos costes de procesos… antes incluso que el reciclaje.

El vertido es simbólico, la incineración inexistente y el reciclaje de subproductos obtenidos completo. Es decir, los escombros tienen una segunda vida y convierten así a este sector en un referente en economía circular, evitando a su vez la extracción de áridos naturales, con la consiguiente minimización de impacto ambiental y consumo de energía.

Los RCDs presentan una oportunidad clara para implementar buenas prácticas de gestión de residuos según los principios de la economía circular y siguiendo además las directrices marcadas por la Unión Europea. La normativa y las exigencias de Europa apuestan por una economía circular y sostenible, y que implica también a este sector. Es decir, someter a reciclado y valorización todos los residuos de construcción y demolición y fomentar el uso de los áridos reciclados en los procesos constructivos con todas las garantías y calidad.

Las plantas autorizadas para la valorización de los RCDs están haciendo un gran esfuerzo y produciendo áridos reciclados de una calidad excelente, certificados en numerosas instalaciones. Este porcentaje está siendo superior al 70% en la mayor parte de los casos, aunque hay que considerar que el 50% del residuo se está gestionando en cauces ilegales.

Diecisiete expertos se unieron el pasado año para desarrollar un modelo informático capaz de rastrear las existencias y flujos de plástico en todo el mundo y los números dibujan un futuro demoledor: los residuos de este material que fluyen a los mares cada año podrían casi triplicarse en 2040. Urge -dicen- intervenir.

Los investigadores piden soluciones integrales para «un mundo que se ahoga en contaminación plástica» y uno de los pasos más eficaces es aumentar la recogida de residuos con servicios e infraestructura.

Así, cada año se vierten en tierra casi 30 millones de toneladas y se queman casi 50 millones de toneladas a cielo abierto, además de los 11 millones de toneladas que terminan en los mares.

En el caso de los océanos, los modelos prevén que, si no se toman medidas, la cantidad de plástico que entraría en ellos cada año crecería de 11 millones de toneladas a 29 millones de toneladas en los próximos 20 años, lo que equivale a casi 50 kilogramos de plástico en cada metro de costa en todo el mundo, señala en una nota Pew Charitable Trust, que financia este proyecto.

Según el modelo, si se tiene en cuenta el período 2016-2040, más de 1.300 millones de toneladas de plástico se verterán tanto en tierra como en océanos. Incluso con esfuerzos inmediatos, los números dicen que 710 millones de toneladas serán arrojados al medio ambiente -460 millones de toneladas a la tierra y 250 millones de toneladas al agua-.

Costas Velis, de la Universidad de Leeds, señala que esta investigación da por primera vez una visión completa de «las asombrosas cantidades» de desechos plásticos que se vierten en los ecosistemas terrestres y acuáticos. «A menos que el mundo actúe, estimamos que más de 1.300 millones de toneladas de contaminación plástica terminarán en la tierra o en los cauces de agua para 2040», afirma este experto.

Alrededor del 95% de los embalajes/envases de plástico se utiliza sólo una vez y este análisis mostró que la mayor fuente de contaminación plástica eran los residuos sólidos municipales no recogidos, muchos procedentes de hogares.

Actualmente, alrededor de un cuarto de todos los residuos plásticos no se recogen, dejando que los individuos se deshagan de ellos. Para 2040, un tercio de todos estos residuos no serán recogidos.