Cuando alguien no lleva mascarilla, el aire caliente generado por su propia respiración sale impulsado hacia delante, pero el tapabocas impide precisamente eso y, por tanto, obliga al aire a escapar hacia arriba por los pequeños huecos que quedan entre la mascarilla y la piel y llega la condensación con la que se empañan los cristales de las gafas. Oftalmólogos y ópticos de la Región ya habían alertado de que el uso prolongado de los cubrebocas estaban disparando las consultas por problemas oculares, como orzuelos. Este elemento habitual del día a día de los murcianos, que hay que llevar obligatoriamente por la calle y se llegó a plantear en la playa tomando el sol, está ocasionando otra realidad también relacionada con los ojos: el boom de las operaciones para eliminar la miopía y, para quienes no pueden permitirse la intervención, dado su coste, el uso de lentillas.

Victoria Sánchez Vivo, óptica-optometrista en la Óptica Europa de Murcia. | ISRAEL SÁNCHEZ

«Aunque con la gamuza anti-vaho todo va mejor, al final cansa», apunta Victoria Sánchez Vivo, óptica-optometrista en la Óptica Europa de la capital murciana. La experta explica a este diario que «el que puede económicamente está quitándose las gafas, intentando operarse, porque no soporta la mascarilla, y parece que nos queda tiempo por delante llevándola». El que no puede, bien porque le da apuro el láser o porque no dispone del dinero que cuesta la intervención, opta por un método clásico: las lentillas.

En este sentido, esta profesional se ha percatado de que hay un gran «incremento del uso de lentillas», en especial «las de diario, las de usar y tirar, que son las más higiénicas, porque tú te las pones por la mañana y las tiras por la noche». Así, las que en teoría duran un mes, «con el vaho las otras se van resecando y, antes de que cumplan su mes, hay que cambiarlas», indica Sánchez Vivo.

Se está encontrando con el caso de «gente que no había usado lentillas nunca», como «mayores de 60 años o incluso menores, que no es un público normal, y sí que están usándolas ahora».

A las personas que utilizan lentillas por primera vez, la óptica-optometrista les aconseja que comiencen con las lentes de contacto que son de un solo uso, dado que «son mucho más finitas y no necesitan ningún tipo de mantenimiento: tú las abres por la mañana por la noche las tiras».

«Para el que empieza a usar lentillas, se le recomienda una revisión completa, tomando todos los parámetros corneales de su ojo, para ponerle la lentilla perfecta según su radio y su diámetro», detalla Sánchez Vivo. El fin, «que vaya lo más cómodo posible, que sienta que no lleva absolutamente nada», manifiesta, a lo que añade que «las lentillas de hoy en día van microperforadas, para que sean totalmente como si no llevásemos nada: pasa el oxígeno y no se crea hipoxia (estado de deficiencia de oxígeno en la sangre)».

Antiguamente, recuerda la experta, «las lentillas eran de cristal, molestaban, incluso con un estornudo podían saltar del ojo; pero actualmente se hace de todo con la lentilla», ya que prácticamente no se nota que está puesta.

Parón por miedo al contagio

Esther Mainar Andreu, portavoz del Colegio de Ópticos-Optometristas de la Región de Murcia, detalla que «al principio de la pandemia, la gente paró de operarse y ni iba a las consultas para revisarse las graduaciones, por miedo al contagio: ahora está habiendo un incremento de consultas y operaciones, porque la mascarilla ha venido para quedarse»..

«Pensaban que cuidar la salud visual podía esperar, sin saber que les iba a perjudicar el doble: el esfuerzo realizado les ha incrementado la miopía», manifiesta.

Las lentes de contacto blandas son la manera rápida de ‘cargarse’ las gafas, ya que una cirugía láser para ambos ojos de miopía y astigmatismo no es una operación barata: oscilaría entre los 1.800 y los 2.700 euros.

Mainar Andreu comenta que los profesionales han detectado que «los grandes miopes, entre la mascarilla, el vaho y la limitación de campo visual, deciden operarse». «También se está incrementado mucho el tema de la lentilla nocturna: se pone para dormir, por el día te la quitas y vas corregido», precisa.

Según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dentro de tres décadas la mitad de la población mundial podría padecer miopía, un defecto refractivo que causa visión borrosa en objetos lejanos.

Más cansancio visual por culpa del teletrabajo

«Trabajar en casa con el ordenador puede suponer el mismo esfuerzo que hacerlo en la oficina. Pero es cierto que en casa sufrimos más distracciones y eso repercute en el sistema visual, que necesita una adecuada concentración para que el zoom natural de nuestra visión funcione correctamente», explica María Carbonell Domenech, óptica con 13 años de experiencia y especializada en terapia visual. «En estas condiciones requerimos de un mayor esfuerzo por parte del sistema visual porque necesitamos cambiar más veces de exposición y ello termina afectándonos», añade.

El teletrabajo y el uso prolongado de los teléfonos móviles, tabletas, ordenadores y televisores durante la pandemia del coronavirus están aumentando los casos de fatiga visual y miopía. Ya había una tendencia al alza a sufrir estos problemas con anterioridad a las restricciones sobrevenidas con el confinamiento y el toque de queda.