El coronavirus ha alterado también la manera de despedirse de un ser querido. Esta misma semana, los obispos españoles han sometido a aprobación un nuevo ritual de exequias, es decir, el libro que llevan los curas cuando entierran a un difunto, en el que han apostado por el rito brevísimo de las exequias para un entierro en tiempos de covid. También han sacado otro rito para quienes optan por la incineración, una práctica cada vez más habitual. 

«Y a todos nosotros nos dé la certeza de que no está muerto, sino que duerme, de que no ha perdido la vida, sino que reposa, porque ha sido llamado a la vida eterna por los siglos de los siglos», reza el rito simplificado de exequias que está vigente. 

Ramón Navarro, delegado episcopal de Liturgia en la Diócesis de Cartagena y director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Liturgia de la Conferencia Episcopal Española, explica a LA OPINIÓN que «el libro con el que se celebran los funerales se ha reformado y ahora necesita la confirmación por parte de Roma». Hasta que el Vaticano no dé luz verde, «este ritual no se va a poder utilizar». «¿Qué hemos hecho? Simplificarlo. Eran 1.500 páginas de ritual, con todas las posibilidades habidas y por haber para todo tipo de celebraciones, era muy impracticable», comenta el religioso, natural de Moratalla. «El libro final tiene unas 400 páginas, de las cuales el ritual ocupa unas 270», detalla Navarro. 

La idea es dar con ritos más personalizados. Tiene claro el sacerdote que «un funeral no se puede hacer en serie», dado que «no es lo mismo enterrar a un anciano que a un joven, o a alguien que ha muerto en un accidente de tráfico o de una enfermedad». 

En el anterior libro, que ahora se pretende simplificar, «había un rito muy breve, que estaba pensado para los tanatorios, pero tiene que tener su dignidad. Ese rito tan breve que había lo hemos mantenido: en la pandemia nos hemos encontrado, por desgracia, con el hecho de tener que enterrar a una persona con dos o tres asistentes solo», manifiesta el cura. 

«Ojalá que no se tenga que utilizar», destaca Navarro, que insiste en que la idea es «mantener ese rito para momentos de mucha emergencia, en los que permanece ese rito súper abreviado, que en cinco minutos está hecho». 

Deja claro el moratallero que no es que los obispos se hayan inventado algo nuevo, puesto que «ese rito ya existía: un poco escondido, pero estaba» en el libro de las 1.500 páginas. «Era el rito brevísimo de las exequias», comenta. Navarro hace hincapié en la importancia de que «no se hagan las exequias en serie» y espera que el libro consensuado por los obispos «sea manejable y útil».

«Falta que Roma le dé el visto bueno, no sabemos cuánto va a tardar: esperamos que antes de fin de año lo tengamos», detalla el cura murciano, a lo que añade que «el libro está ya maquetado y podría salir mañana, pasaría al circuito editorial».

Lo que dice la norma de aforo

En municipios de la Región que están en nivel de alerta bajo, que son la gran mayoría en estos momentos, las restricciones referentes a entierros, velatorios y otras celebraciones fúnebres establecen que puede haber un aforo del 75% en espacios cerrados, como puede ser una iglesia, según se lee en la web de Murcia Salud.

No obstante, el máximo de personas que pueden asistir al oficio religioso en ningún caso podrá ser superior al medio centenar.

En el caso de los espacios abiertos, como puede ser el camposanto, se permite la presencia de cien personas como máximo.

Las limitaciones de aforo relativas a las exequias cambian si hay más riesgo de contagio. En el caso de Puerto Lumbreras, que se mantiene en nivel de alerta extremo, máximo quince personas en un espacio cerrado y 25 si es al aire libre, detalla Murcia Salud.