La nueva realidad social que ha traído consigo la pandemia ha modificado la forma en que los individuos nos comunicamos y nos relacionamos. En el ámbito educativo impacta de forma directa en cómo el alumnado aprende, pero también en cómo enseñan los profesores.

Se trata de una transformación encaminada a crear un nuevo concepto de formación, que se ve abocado a adaptarse al mundo online. El proceso de innovación e incorporación de nuevas tecnologías llevaba en marcha varios años, pero la covid-19 ha forzado su implementación. «Esta digitalización forzosa lo que ha hecho es demostrar todo lo que estaba roto y que no funcionaba en nuestro sistema educativo», asegura la antropóloga, formadora y emprendedora tecnológica Izanami Martínez, quien ve en esta época «una oportunidad extraordinaria e histórica de reescribir la educación».

En este periodo de adaptación, el esfuerzo realizado tanto por los profesores y personal educativo como por los alumnos y padres ha sido amplio. Sin embargo, Martínez considera que se han cometido algunos errores que es necesario subsanar para que la digitalización no coja de nuevo a la sociedad con el pie cambiado.

El modelo clásico educativo, basado en una formación oficial «estructurada y rígida» que imparte un mismo mensaje, con un mismo ritmo y a un mismo nivel para todos los alumnos, se ha visto obligado a transformarse para no perder calidad. La actitud de los docentes, quienes «han tenido que aprender a enseñar de nuevo, con voluntad, ilusión y ganas», tal y como afirma Izanami Martínez, también juega un papel fundamental.

Pero el foco para hacer que la educación online funcione no está solamente sobre los formadores y los centros de enseñanza. La fórmula contiene otros dos elementos fundamentales que generan grandes diferencias, la conciliación y la brecha de acceso.

En el ámbito de la conciliación, se considera esencial apoyar a las familias que no pueden renunciar a sus empleos para cuidar a sus hijos, o que no cuentan con los recursos o la red de cuidados necesarios para delegar la crianza.

Y en cuanto a la brecha de acceso, se debe principalmente a que hay familias a las que les resulta imposible disponer de conexión a internet o tener un ordenador en casa y, por ello, muchos estudiantes no han tenido acceso al contenido escolar tras la cancelación de las clases presenciales. «El papel del Gobierno es fundamental, debe asegurar que todos los niños de España tienen acceso a la educación, y si eso significa que hay que comprar iPads y poner conexiones hasta en el último rincón, tendrá que hacerlo», expone Martínez.