Según el Informe Anual del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) del Ministerio del Interior, publicado recientemente, en una década, de 2010 a 2020, en la Región de Murcia constan 43 cadáveres sin identificar. En estos momentos, media docena de ellos aún permanecen en el Instituto de Medicina Legal de Murcia. Esperan en la cámara frigorífica del complejo, ubicado junto al Reina Sofía, a que alguien se haga cargo de ellos.

Apunta el director del Instituto de Medicina Legal de Murcia, Rafael Bañón, que no es lo mismo un cadáver sin identificar que un cadáver sin reclamar. En este sentido, detalla que en el centro de la capital murciana hay varios cuerpos no reclamados. También se conservan los restos mortales de personas halladas flotando en alta mar, que se presupone son inmigrantes que perdieron la vida al naufragar la barcaza en la que trataban de llegar a Europa, manifiesta Rafael Bañón.

Interior de la morgue de Murcia. Juan Caballero

Los profesionales que trabajan en el Instituto de Medicina Legal se reparten en distintos departamentos. Uno de ellos es el de Patología, donde se lleva a cabo un estudio de los cadáveres que llegan a las instalaciones, en el marco de una investigación judicial. Es solamente cuando esta autoridad judicial da su permiso cuando se puede hacer entrega del cuerpo a sus familiares, si los hay, para que reciba sepultura o sea incinerado. En el caso de los cadáveres no reclamados o no identificados, el proceso es distinto.

Bases de datos de ADN

El responsable del Instituto de Medicina Legal valora la colaboración con el Ayuntamiento de Murcia, el cual cede «nichos de beneficencia, para poder enterrar los cadáveres en un lugar identificado, para que puedan ser exhumados» en el caso de abrirse el proceso judicial. Estos restos mortales, por tanto «en ningún caso se van a incinerar», hace hincapié Rafael Bañón.

Entre los cuerpos que no reclama nadie hay, por ejemplo, indigentes o los citados extranjeros que perecen en alta mar: en ambos casos, sus allegados es probable que ni siquiera sepan que su ser querido ha fallecido.

Hay tres formas de identificar a una persona que llega muerta a la morgue: el ADN, las huellas dactilares y la dentadura, recuerda Rafael Bañón, que indica que existen varias bases de datos de ADN en las cuales se pueden cotejar los resultados. Actualmente, en esas bases de datos hay casos a partir de la década de los 60, y lo importante es que «todos los cuerpos policiales pueden acceder a ellas», precisa. Más coordinación, más eficacia.

Mientras tanto, los cuerpos se conservan en frío en la docena de cámaras que hay en la zona del sótano del antes conocido como Instituto Anatómico Forense, junto a las salas de autopsias.

Una treintena de forenses trabajan en el Instituto de Medicina Legal, tanto en la zona de Murcia como en la de Cartagena, y siempre hay alguno de guardia, las 24 horas del día, preparados para salir al punto de la comunidad murciana que sea necesario para levantar un cadáver.

También hay muertos mal identificados

Además de haber muertos sin identificar, y muertos que, aunque se sabe quiénes son, no son reclamados por nadie, se da un tercer caso, bastante menos común, pero que también existe: el de los difuntos mal identificados, manifiesta el director del Instituto de Medicina Legal de Murcia.

A este respecto, Rafael Bañón se refiere a un caso que aconteció recientemente en el Rafael Méndez de Lorca, donde falleció un paciente que estaba ahí ingresado. Lo que pasó fue que este hombre «se registró en el hospital con un nombre falso» y ahora mismo hay problemas para «repatriarlo», que es lo que desean sus parientes.

Los restos mortales de esta persona continúan en el hospital de la Ciudad del Sol, mientras sus familiares esperan que la burocracia se solucione rápido y poder llevárselo a su tierra natal.

También se ha dado el caso otras veces de que, por ejemplo, aparece muerta una persona que lleva encima una documentación, pero que luego se demuestra que no es suya.

En los tiempos que corren, al examen forense de los cuerpos, un proceso de por sí extremadamente minucioso, se le une otra dificultad: el coronavirus. A los cadáveres que llegan al Instituto de Medicina Legal se les somete a una prueba de antígenos o una PCR, pues un difunto infectado de covid puede seguir contagiando y poner en riesgo a los forenses que han de manejar los restos mortales.