Mitigar los efectos del cambio climático es el principal reto del ser humano en las próximas décadas. En los últimos años se están produciendo más circulaciones atmosféricas de gota fría en las proximidades de la Península Ibérica. Esto hace que en el sector mediterráneo, y de por medio la Región de Murcia, estas situaciones se arrastre aire sahariano (polvo), provocando las lluvias de barro.

Esta precipitaciones necesitan dos procesos que las desarrollen. Inestabilidad atmosférica, es decir, formación de nubes y condensación de vapor de agua en su interior (gotas de lluvia) y polvo sahariano en suspensión, que actúa como núcleo de condensación de esas gotas de agua. Normalmente en situaciones de lluvia de barro llueve muy poco (lluvias inapreciables), y eso permite que el agua de la gota se evapore pronto y quede el residuo del polvo sahariano que cubre los coches y las superficies próximas al suelo. Este tipo de fenómenos está aumentando su frecuencia en España y especialmente en la fachada mediterránea. Este año llevamos ya cinco episodios intensos de polvo sahariano en España y Europa. Los meses más favorables para que se desarrollen estos episodios son los de finales de invierno, primavera y otoño. Que son los meses en los que la atmósfera se muestra más movida, más inestable en latitudes medias, explica Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.

Luis María Bañón, meteorólogo de la Aemet en Murcia, describe las lluvias de barro como precipitaciones acompañadas de aerosoles, partículas microscópicas que entran en la atmósfera, que proceden del desierto del Sahara. Estos aerosoles minerales son capaces de viajar miles de kilómetros, pudiendo ser detectados en lugares tan lejanos de su origen como el norte de Europa o el Amazonas. Aparecen cuando las gotas de agua arrastran a su paso los aerosoles minerales presentes en niveles medios y bajos de la troposfera. Los efectos más inmediatos son pequeños depósitos de barro en tonos ocres o marrones que quedan sobre las superficies al evaporarse el agua. En una sociedad en creciente vulnerabilidad, son cada vez más los sectores de la sociedad que ven alterada su actividad por la presencia de las lluvias de barro.

La estación con mayor número de días al año en España con lluvias de barro es la de Menorca, con 14 días, donde se combinan de forma óptima la elevada frecuencia de las precipitaciones con la de altos valores de aerosoles. La estación de Melilla, más cercana al norte del Sahara, y sobrevolada más frecuentemente por aerosoles muestra, sin embargo, un número medio de 12 días al año, inferior al de Menorca, al ser menos frecuentes las precipitaciones. La estación peninsular con mayor frecuencia de lluvias de barro es la de Murcia, con 10 días, contrastando con la cercana estación de Almería, con tan solo la mitad de lluvias de barro, 5 días. En comparación con Almería, la frecuencia de las lluvias de barro es ligeramente más elevada en el sureste de la comunidad de Castilla-La Mancha, en el suroeste andaluz, así como en las comunidades valenciana y catalana, con valores entre 6 y 8 días.

Estos fenómenos, junto a otros como los últimos episodios de inundación padecidos en España, hasta el ocurrido en septiembre de 2019 en la Región de Murcia y la Vega Baja de Alicante, son analizados en la reedición de la publicación ‘Tratado de Climatología’ de los profesores Antonio Gil Olcina y Jorge Olcina Cantos.

La calima y el polvo africano se mantienen, al menos hasta hoy

El tiempo inestable, con polvo africano en suspensión, lluvia de barro en el área mediterránea y chubascos vespertinos, marcarán la tendencia meteorológica de los próximos días. La Aemet señala que las precipitaciones de barro y la calima que han venido afectando a algunas zonas del sur y este de la Península, como la Región de Murcia, continuarán al menos hasta hoy, aunque para entonces de forma algo menos intensa y remitirán completamente el viernes. Sin embargo de cara al fin de semana se esperan chubascos vespertinos, típicamente primaverales, en Murcia y en Ceuta y Melilla, que podrían extenderse a otras zonas a partir el viernes e ir acompañados de tormentas.