Lejos queda ya la aparición de los primeros casos de coronavirus detectados en la Región de Murcia. Más aún cuando hoy en día el personal sanitario cuenta con una amplia ‘gama’ de métodos distintos para realizar miles de pruebas diagnósticas precisas de la enfermedad en un mismo día. En estos momentos, hay que echar la vista atrás de nuevo y recordar la ardua y larga labor que realizaron los profesionales del Servicio de Microbiología del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia durante los primeros coletazos de la pandemia, ya que este fue el primer centro hospitalario de la Región en el que se analizaban las distintas muestras para comprobar si el virus hacía su aparición.

«No existían métodos comerciales para detectar el virus y tuvimos que ir improvisando y viendo de dónde obtener los reactivos y productos para hacer un diagnóstico preciso de la enfermedad», recuerda Manuel Segovia, jefe del Servicio de Microbiología en la Arrixaca y catedrático por la Universidad de Murcia.

Segovia sostiene que todos los laboratorios, en pleno auge de la primera ola de la pandemia, «se movilizaron para tratar de conseguir lo mismo». En este sentido, recalca que «hubo una competencia brutal, al igual que la que hay ahora mismo con las vacunas, porque todos los laboratorios trataban de hacerse con los medios necesarios para poder hacer un diagnóstico preciso».

Con el paso de los meses desde el inicio de la crisis sanitaria fueron apareciendo más pruebas para detectar la covid y ya a nadie le extraña que se nombren las PCR, los test de antígenos, los de anticuerpos o los serológicos... Pero lo cierto es que en pleno mes de marzo, «nadie sabía muy bien con claridad qué era lo que estaba pasando», indica el microbiólogo, por lo que las primeras pruebas se empezaron a realizar de una forma «casi ‘artesanal’, un poco a base de ingenio, en condiciones de trabajo muy malas, con turnos de incluso 24 horas».

«La situación era de preocupación porque había un desconocimiento total del virus, de la enfermedad, de los mecanismos de transmisión, así como la duración de supervivencia del virus en superficie», entre otras cuestiones, resalta Segovia. Así, destaca que el laboratorio ha permanecido abierto las 24 horas del día los 365 del año: «Desde que empezó la pandemia no ha disminuido el número de personas que trabajan en covid ni por la mañana, ni por la tarde ni por la noche. Eso ha podido mantener un ritmo eficiente de pruebas. Al principio hacer 400 pruebas al día era mucho. Ahora, incluso podemos hacer 3.000 sin ningún problema. Se ha formado a más personal, antes era todo a base de esfuerzo y sin mirar las horas que se echaban en el hospital».

Respecto a si en la Región se detectaron menos casos en la primera ola debido al menor número de pruebas realizadas en comparación con otros puntos del país, Segovia es tajante: «Eso no es verdad. Es cierto que hubo muchos muertos por covid que no se diagnosticaron en toda España porque no se hacían las pruebas suficientes o las que se deberían haber hecho. Pero probablemente la Región de Murcia fue la comunidad en la que, proporcionalmente, más pruebas se hicieron. Tuvimos suerte al tener menos enfermos, pero no porque se diagnosticaran menos. Lo que hubo en Murcia fue una menor circulación del virus. Lo que realmente indicaba la gravedad de la epidemia eran los ingresos hospitalarios: la gente que estaba mala iba al hospital». Además, sostiene que en Murcia, al ir avanzando la epidemia desde Madrid, País Vasco y Valencia -donde se dieron los primeros casos-,« el virus nos llegó una semana más tarde y nos permitió que tuviésemos muchos menos casos».

«Recordamos esos días a mediados de marzo en los que la transmisión era muy alta en otros puntos del país y se diagnosticaban muchos casos, pero aquí en Murcia no habíamos diagnosticado ninguno. Incluso se llegó a cuestionar si nuestra capacidad diagnóstica era la adecuada. Así, en la primera ola compartimos la incertidumbre que había en todo el mundo, pero muchos de los dramas que se vivieron en otros puntos aquí no los vivimos».

En cuanto al futuro, Segovia recalca que va a depender en gran parte del ritmo, de la producción de vacunas y de la posibilidad de vacunación a la población, pero aunque indica que la vacuna va a cambiar radicalmente la percepción que vamos a tener de la enfermedad, el virus «ha venido para quedarse». La segunda variable es la referente a la capacidad diagnóstica: «Ahora tenemos test de antígenos muy fiables, pruebas para detección de anticuerpos eficaces, PCR de distintas formas... Ahora sí que combatimos una enfermedad del siglo XXI con medios del siglo XXI, cosa que al principio eran de la Edad Media».

«La cuestión está en que las vacunas se vayan adaptando a las nuevas variantes del virus y que la población esté en un tiempo relativamente corto vacunada para que siga disminuyendo la transmisión persona a persona del virus y vayamos reduciendo la capacidad que tiene el virus de cambiar», concluye Segovia.