Ni los regadíos son sumideros de carbono que ayudan a fijar el dióxido de carbono al suelo ni la modernización de la agricultura intensiva consigue ahorrar agua para lograr adaptarnos al cambio climático. Estas son, para la fundación Nueva Cultura del Agua, las principales falacias que hay que desmentir en la Región de Murcia. La crisis climática ya está asomando en el planeta con el aumento de la temperatura media del aire y de los océanos y el incremento del nivel del mar por el derretimiento de los polos. Con esta amenaza encima, acaba surgiendo ‘desinformación ambiental’ sobre cómo afrontar las consecuencias de los gases de efecto invernadero expulsados a la atmósfera y la reducción progresiva de los recursos hídricos, así como el cambio de la frecuencia de precipitaciones en los ciclos estacionales.

Más embalses, mantener los trasvases de caudales, modernizar los regadíos, la tecnología como solución para el cambio climático... Estas afirmaciones son el ancla que lastra el ‘giro copernicano’ que necesita la Región y España en su conjunto para afrontar con los recursos que mantiene cada territorio los desafíos del cambio climático. Con este escenario de por medio, la fundación Nueva Cultura del Agua ha querido poner luz con su proyecto ‘Desmontando falacias sobre agua y cambio climático’ sobre seis bulos que se mantienen a día de hoy para solventar un futuro ambiental negro.

1.‘Regadíos como sumideros de carbono’

Julia Martínez, directora técnica de la fundación, miembro del Observatorio de la Sostenibilidad de Murcia y doctora en Biología, incide en este bulo especialmente por su arraigo en la Región. Pone como ejemplo afirmaciones del consejero de Agricultura y Medio Ambiente de Murcia, Antonio Luengo, realizadas en favor de presentar a la agricultura de regadío como un «inmenso sumidero de CO2 que contribuye a mitigar el calentamiento global en una zona muy afectada por la emergencia climática y el estrés hídrico». Para entender que esto no sería cierto hay que ver este modelo de agricultura con «una visión global» en la que se tenga presente «todo el ciclo de vida». La capacidad de los regadíos para funcionar como sumideros no es comparable con la capacidad de almacenaje de dióxido de carbono de los cultivos leñosos. Además, señala, hay que tener en cuenta que «cuando un cultivo termina su ciclo, el carbono almacenado pasa de nuevo a la atmósfera a través de distintas vías, desde la quema de residuos vegetales al consumo de los alimentos y al vertido de residuos». Más allá del CO2, el uso de fertilizantes nitrogenados conlleva la emisión de metano o el óxido nitroso. El resultado es efectivo, a la hora de funcionar como sumidero, cuando es a largo plazo, «y un cultivo de lechugas dura unas semanas».

2.‘La modernización de los regadíos para ahorrar agua’

«Ahorrar agua no es igual a usar agua de forma eficiente». Esa eficiencia consiste en obtener el mismo producto con menos agua o en producir más con la misma cantidad de recursos hídricos. «Los proyectos de modernización del riego a menudo van seguidos de procesos de intensificación que conducen a aumentos en la producción de cultivos, como cultivos dobles y cultivos más intensivos en agua. Estos aumentos en la producción neutralizan el ahorro de agua unitario. Es decir, dejan sin efecto la reducción del agua que la modernización pudiera traer consigo, y de hecho suelen conducir a un consumo total de agua mayor del que existía antes de la modernización», señala la fundación. Por ello, para Martínez, con el ejemplo del regadío del campo de Cartagena de fondo y el cambio climático, pide reducir la superficie destinada a este modelo de producción: «Cada vez habrá menos agua disponible, por lo que necesitamos adaptar la demanda al agua que tenemos».

3.‘La solución está en la tecnología’

Siguiendo el mismo hilo, Nueva Cultura del Agua mantiene que si se sigue viendo la tecnología como solución integral al problema del déficit de recursos hídricos y del cambio climático y no como un complemento a un plan de ambientalización, por ejemplo, en el regadío, «no llegaremos a la raíz del problema». Pese a la innovación tecnológica en la agricultura intensiva del Campo de Cartagena y pese a que este regadío «pueda ser deficitario», Martínez destaca que estos factores no han logrado parar el colapso del Mar Menor.

4.‘El regadío es la solución para frenar la desertificación’

Los ecosistemas áridos de Murcia, Almería y Alicante han logrado generar una biodiversidad y unos valores de conservación «superior a la media de España». Tienen un valor intrínseco elevado y un buen estado de conservación, señala la bióloga, quien remarca que han sido poco explotados al disponer de menos recursos hídricos. Como ejemplo de espacio la fundación pone los barrancos de Gebas en Alhama y Librilla. La falacia para Martínez reside en creer que el regadío podría ‘curar’ el proceso de desertificación, que no tiene que ver con los ecosistemas áridos. Al contrario, la mala gestión del agua y la expasión de la agricultura de riego habría favorecido la sobreexplotación de los acuíferos, la salinización de suelos y la pérdida creciente de manantiales y humedales, lo que a su vez da lugar a pérdida de biodiversidad.

5.‘Más trasvases’

«Los trasvases no funcionan para compartir recursos entre territorios en situaciones de sequía, porque con el cambio climático la sequía afecta a zonas cada vez más amplias, incluso territorios más húmedos». Con un escenario así, la falta de recursos hídricos llegaría a la cabecera de la cuenca del Tajo, donde estudios científicos previos ya han remarcado que dentro de unas décadas no se podría mantener abierto el acueducto Tajo-Segura por un periodo de varios años.

«Cada cuadrícula geográfica debe almacenar y gestionar el agua de la que disponga en vez de mandársela a la cuadricula del vecino. Hay que pensar menos en evacuar las aguas y más en retenerlas. Necesitamos proyectos abiertos y a largo plazo que permitan una desconexión entre las cuencas que no suponga un perjuicio económico y social ni para el consumidor ni para los pequeños o medianos agricultores», explica la directora técnica.

6.‘Más energía hidroeléctrica’

Aunque se aumente el número de centrales hidroeléctricas, no se conseguirá producir más electricidad. En España, este tipo de producción energética «no está limitada por la falta de centrales», sino por la disponibilidad de agua, que cada vez es menor. Además, la energía hidroeléctrica es renovable, «pero eso no quiere decir que sea sostenible».