Los ríos reducirán sus caudales, las precipitaciones disminuirán drásticamente a finales de siglo afectando sobre todo a la cuenca del Segura, habrá menos recursos hídricos para la agricultura, ganadería y también para el consumo humano, la calidad del agua empeorará y los acuíferos tendrán menos recarga y se verán amenazados por la salinización de sus aguas. El avance de los procesos de desertificación, la prolongación en el tiempo de las sequías y, en la punta del problema, el aumento de temperaturas aventuran un resto de siglo muy complicado a tenor del cambio climático. El Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico presentó ayer el que es el informe más detallado de los efectos de la crisis climática sobre España y los escenarios de desastre ecológico, uno tras otro, a los que se enfrenta cada rincón del país.

Las proyecciones climáticas avanzan un aumento de la temperatura en la escala anual de hasta 6,4 grados en el peor de los escenarios. El peor de los diagnósticos para la Región de Murcia llega con el aumento de días cálidos a los largo del siglo XXI y con olas de calor más prolongadas si no se consigue revertir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. De esta forma, los mayores cambios en el clima los acabaría sufriendo Murcia, junto a Baleares y Canarias. Entre los años 2080 y 2100 las noches cálidas golpearán progresivamente la cuenca del Segura, alerta el informe.

En los peores escenarios, la lluvia sufriría un recorte en verano de casi la mitad de lo que se registra ahora mismo, y en invierno las precipitaciones en el Levante serán más drásticas que en el resto de España. «Con un calentamiento global de 3 grados en 2100, las pérdidas por sequía podrían ser cinco veces mayores que en la actualidad, con el mayor aumento de pérdidas por sequía proyectado en las regiones mediterráneas», refleja el informe.

El estudio, elaborado por la Oficina Española de Cambio Climático y editado por Basque Center for Climate Change, señala que España se encuentra entre los países con mayor riesgo de degradación y pérdida de humedales, pudiendo verse afectada la biodiversidad y los refugios para fauna y flora. En medio de esto estaría la afección a la cuenca mediterránea del cambio climático, ya que pasaríamos de contar con un 97% de hábitats en buenas condiciones a entre un 27 y un 52% en el peor de los escenarios a partir de 2100.

El ecosistema del Mar Menor, por ejemplo, se vería amenazado por el calentamiento del Mediterráneo, la acidificación, la pérdida de oxígeno y el aumento del nivel del mar. Ese incremento de la temperatura del agua conllevaría un mayor número de procesos de eutrofización en aguas superficiales, remarca el Ministerio. Por otro lado, ya alerta de que el impacto de las lluvias torrenciales, con un mayor registro en el Levante de fenómenos como la DANA (depresión aislada en niveles altos), podría derivar en enfermedades crónicas, físicas y psiquiátricas. En Los Alcázares ya se ha constatado los perjuicios que han tenido los episodios de inundaciones sobre la población joven.

Los cultivos en la Región tendría como especial afección el atraso de la floración al necesitar las plantaciones un mínimo de horas de frío para florecer. El aumento de fenómenos extremos (sequías e inundaciones, tormentas, heladas) provocará el aumento de la erosión del suelo y la alteración de su composición química.