«Estas semanas van a ser criminales para todos. El personal está agotado física y mentalmente», advierte Antonio Martínez, sanitario y secretario general del Sindicato de Profesionales de la Sanidad de la Región (SPS). Estos profesionales llevan ya más de diez meses luchando contra el coronavirus y cada ola de la pandemia que ha llegado ha tenido peores consecuencias que la anterior.

La presión hospitalaria es la más crítica hasta la fecha, con más de 1.098 pacientes ingresados, de los cuales 176 ocupan una cama de la UCI.

Las peores previsiones apuntaban a que se podría llegar a superar la barrera de los 1.000 ingresos en los hospitales de la Región, y así fue. La saturación sigue haciendo mella y «va a pasar factura» en el personal sanitario, que se está empleando a fondo en la lucha contra el virus.

«Este ritmo es insostenible, es de locos», recalca Martínez, quien añade que «los sanitarios tratan de no contagiarse porque les sobrevienen dos tipos de problemas: el primero, que pueden contagiar a su entorno más cercano; y el segundo, que son conscientes de que su posible contagio debilitaría al sistema asistencial. Están saturados mentalmente tanto dentro como fuera de su trabajo».

El secretario general de SPS sostiene que, «si algo le podemos reclamar al SMS en estos momentos es una solución habitacional transitoria para aquellos profesionales que están en primera línea y que para asegurar su tranquilidad e higiene mental no tengan que ir a dormir a casa».

Y es que el personal tiene en estos momentos una «gran impotencia» porque, apenas unas semanas después de dejar atrás lo más duro de la segunda ola de la pandemia, veían venir que la tercera ola llegaba y que iba a ser más importante que las anteriores: «Estamos devastados porque no se tomaron medidas y ya avisábamos de que en enero íbamos a estar en una situación dramática», denuncian.

Asimismo lamentan que, mientras que ellos vienen dando desde marzo más del 100% de su esfuerzo para contener la propagación de la covid, todavía una parte de la población no ha entendido que cada día está muriendo gente por el virus: «La enfermedad no distingue ni de edad, ni de raza ni de convicción. La covid va a por todos», recuerdan.

También desde el Colegio de Enfermería de la Región indican que el personal sanitario se está entregando al máximo para poder atender a todos los ciudadanos, incluso «poniendo en peligro su propia vida por los contagios, padeciendo un estrés por la saturación de trabajo y la peligrosidad a la que se enfrentan a diario».

Una importante parte de los trabajadores sanitarios confiesan estar deprimidos por la evolución de los contagios y por la situación de saturación hospitalaria. Además, muchos de estos profesionales muestran síntomas de estrés y aseguran que su calidad de vida ha empeorado desde febrero de 2020, antes de que la crisis sanitaria entrase de lleno en nuestras vidas.