María Boluda Aguilar, nombrada recientemente directora técnica de Fundación Ingenio, analiza los próximos proyectos del sector agroalimentario en consonancia con el respeto sostenible que necesitan el Campo de Cartagena y el Mar Menor.
¿Qué retos principales se marca como directora técnica de Fundación Ingenio?
Soy una apasionada del sector agroalimentario y de la innovación. Confío en que el mundo agro, el medio ambiente medio ambientey las personas puedan convivir y respetarse y estoy aquí para conciliar y garantizar la armonía entre agricultura y medioambiente.
Solo con la escucha, la empatía, el conocimiento y por supuesto, la ciencia y la tecnología, podremos mejorar la situación en la que se encuentra el entorno del Campo de Cartagena y el Mar Menor. Sobre esos pilares trabajaré.
¿Cuáles serán los ejes de actuación más destacados para este 2021?
Fundación Ingenio ha publicado medidas concretas para salvaguardar el ecosistema del Mar Menor aportando una solución definitiva, el Anillo Protector Ambiental. Los trabajos a corto y medio plazo se enfocarán en este proyecto por el que apostamos firmemente.
Los agricultores adquieren el compromiso de aprender y trabajar para la implantación de estas medidas, lo que dará lugar a nuevos escenarios ambientales y climáticos y a la mejora, sin duda, de su código de buenas prácticas agrícolas.
¿Qué medidas se pueden tomar desde el sector para hacer la agricultura cada vez más sostenible con el entorno?
La agricultura en el Campo de Cartagena se posiciona como una de las más innovadoras a nivel mundial, destacando por sus continuos esfuerzos en materia de optimización de recursos con un 98% de riego por goteo.
No obstante, la delicada situación medioambiental del Mar Menor, exige trabajar en medidas concretas para su recuperación, compromiso que el sector agrícola asume a través de la mejora constante de sus prácticas y metodologías. En concreto, Fundación Ingenio enfoca su actividad en tres pilares: uso eficiente de recursos (suelos, recursos hídricos y conservación y uso sostenible de la biodiversidad), protección y conservación del medio ambiente con especial énfasis en el Mar Menor, y desarrollo de agricultura climáticamente sostenible.
¿Por qué es importante regularizar una gestión sostenible del acuífero cuaternario?
La contaminación actual del acuífero es una problemática multifactorial producto, entre otros, de prácticas inadecuadas de años atrás que nada tienen que ver con las actuales técnicas agrícolas de precisión.
La única forma de aliviar la contaminación del acuífero cuaternario es a través de una correcta gestión de sus recursos. Esto pasa por conocer el nivel de nitratos del acuífero en cada momento y establecer así parámetros cuantitativos y cualitativos para su correcto aprovechamiento.
¿Es el uso de nutrientes/nitratos en la agricultura incompatible con la recuperación de este acuífero?
Habría que remarcar que, aunque se implantaran medidas tan drásticas como el cese de la actividad agrícola, no se conseguiría alcanzar concentraciones por debajo de lo que se considera buen estado de la laguna.
La agricultura del Campo de Cartagena es un ejemplo de agricultura tecnificada y de precisión. Es por eso que el ajuste de los fertilizantes y los recursos hídricos es una realidad que ya lleva implantada en nuestros cultivos de hace tiempo. En cualquier caso, tenemos aún mucho camino por recorrer y debemos afinar más.
Se va a seguir trabajando en la continua mejora y optimización de las buenas prácticas agrícolas: la utilización de nuevas técnicas de fertirrigación más sostenibles, a la monitorización de cultivos para favorecer el uso eficiente de agua, fertilizantes y energía, al uso de las TIC´s para la monitorización de la red superficial (canales de riego, red de tuberías, balsas y ramblas) y el desarrollo e implantación de indicadores medioambientales.
¿Qué papel juega la innovación y la tecnología para esa sostenibilidad?
En los últimos años el sector agrícola del Campo de Cartagena ha hecho una gran labor a nivel de tecnificación e innovación para cumplir con los valores de sostenibilidad, compromiso social, calidad y seguridad alimentaria de los productos.
Sin embargo, el compromiso de ser siempre mejores debe ser uno de nuestros pilares fundamentales. En este sentido, hay que hacer autoanálisis, saber dónde debemos mejorar y qué retos nos encontramos para, en definitiva, construir un mundo en el que el cuidado de la salud de las personas, los animales y el medio ambiente, entendiendo que todas están ligadas entre sí, sea posible.
Sin el conocimiento que nos aporta la tecnología y sin conciencia y labor innovadora no seremos capaces de alcanzar este objetivo, que debe ser común.
¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta el sector agroalimentario?
En mi opinión, el desequilibrio del sistema alimentario es uno de los principales retos en los que debemos trabajar. La FAO reconoce que en 2030 la necesidad de alimentos en el planeta aumentará entre un 50% y un 70%, teniendo en cuenta el aumento de población que prevé. Por tanto, la agricultura a nivel mundial se ve obligada a aumentar la producción de alimentos, a la vez que disminuyen los recursos de agua, suelo y energía, bajo una situación de emergencia climática.
La agricultura se encuentra en un momento clave de transformación, con el objetivo inmediato de producir más con menos y reducir la huella ambiental.
¿Qué se puede hacer para minimizar el desperdicio de alimentos?
El desperdicio alimentario se produce en distintos lugares y por distintos motivos. En los países desarrollados, la eficiencia y la seguridad del proceso productivo, buenas prácticas agrícolas, refrigeración, calidad en el transporte y el almacenamiento hacen que el desperdicio sea menor que en países con menos recursos.
Es por eso que la labor de reducir el desperdicio de alimentos en nuestro caso resulta un problema global y requiere que todos estemos concienciados. Restaurantes, supermercados y los consumidores somos también responsables en la generación de estos desperdicios.
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