El confort térmico es un factor que determina, contribuye y afecta al rendimiento académico de un niño o adolescente. Este bienestar se logra cuando las personas no experimentan sensación de frío o calor o lo que es lo mismo, cuando la temperatura, humedad y viento son óptimos en un espacio abierto o cerrado. Este confort térmico es objeto de debate estos días por la ola de frío que ha tenido como consecuencia el desplome de las temperaturas en las aulas de los centros educativos de la Región de Murcia, donde algunas han llegado a registrar hasta 8 o 9 grados en las primeras horas de la mañana.

Esto, para la Asociación Española de Pediatría, es impensable que se pueda permitir. En palabras del doctor Juan Antonio Ortega, jefe de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia y coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la asociación pediátrica estatal, es «inhumano». En un reciente informe de dicho comité, donde se aborda la promoción de la salud y protección del medio ambiente en el medio escolar, los pediatras señalan que «por cada grado de descenso en el rango de 20 a 25 grados, los estudios realizados en las aulas demuestran que se incrementa el 10% en las respuestas correctas en Matemáticas. La temperatura confort infantil es más baja que en los adultos».

El rendimiento escolar aumenta cuando la temperatura del aula es menor, indica el pediatra murciano, pero esta no debe rebasar la barrera del confort térmico de un niño, que está entre 16 y 17 grados en la franja más fría y 23 a 25 grados en la más calurosa. «A medida que aumenta la temperatura y sobrepasa por encima el confort térmico, el rendimiento es peor. A partir de los 16 y 17 grados los niños encuentran su zona de confort porque esta es inferior a la de los adultos.

Tras los primeros días de la vuelta al cole hace dos semanas, plataformas como Docentes Unidos recopilaron fotografías donde se observaban termómetros instalados en las aulas que marcaban temperaturas entre 8 y 11 grados. La Consejería de Educación remitió a los centros el primer día de la segunda evaluación una circular en la que instaba a encender la calefacción en las aulas durante toda la jornada lectiva. «Cuando la temperatura esté fuera del rango de confort, se debe poner la calefacción», detalla el pediatra del hospital Virgen de la Arrixaca. Para ello Ortega pide a los centros y a la Consejería de Educación, para que les ayude, contratar suministros de energía verde y renovable e instalar sistemas de calor radiante para focalizar más el aire caliente en las clases.

El dióxido de carbono es un marcador de hacinamiento, y por tanto constituye una forma indirecta de medir la carga viral en el aire si hay algún escolar infectado en el aula. Es por ello que la Asociación Española de Pediatría anima a los centros educativos a instalar medidores de CO2 en las aulas. Los niveles óptimos de concentración del dióxido de carbono en las clases es inferior a 500 partes por millón (ppm), y si supera los 700 ppm hay que ventilar. Niveles por encima de 1.400 ppm en el aula suponen un detrimento del 10% en la memoria visual y reconocimiento de palabras.

Juan Antonio Ortega recomienda mantener las ventanas abiertas en los días más fríos al menos 15 centímetros para que se renueve el aire permanentemente.

Ventilación cruzada antes que purificadores de aire en las clases

El pediatra Juan Antonio Ortega destaca que es más importante garantizar la ventilación cruzada en el aula antes que comprar purificadores de aire con filtros HEPA. Se muestra en contra de las decisiones adoptadas por algunos ayuntamientos, que han dotado a los centros de estos purificadores, porque dan una falsa sensación de seguridad. «Mediante la ventilación natural o cruzada se consigue un reciclado del aire interior, al haber un flujo de aire que entra y otro que sale.

El beneficio de la renovación de aire por ventilación natural está demostrado para bajar las tasas de contaminantes de las estancias. Incluso en edificios con ventilación mecánica o purificadores se recomienda realizar una ventilación natural frecuente, y en tiempos de pandemia el comité de salud medioambiental recomienda continua con las medidas que describimos arriba.

Particularmente cuando la ventilación es insuficiente o nula como en las aulas sin ventanas o barracones el uso de purificadores de aire por sí solos no puede garantizar una calidad de aire interior adecuada».